miércoles, 20 de septiembre de 2023

Leyendas de Doña María Coronel.

 
Vida y leyendas de Doña María Fernández Coronel, de Sevilla.
Retrato de la Vble. Doña María Fernández Coronel, heroína de la castidad y fundadora insigne del Monasterio de Santa Inés de Sevilla.
La Venerable Sor María Coronel, nació en Sevilla y fue hija de D. Alonso Fernández Coronel y de Dª María Fernández de Biézma.
Era extremadamente hermosa, pero de mucho recato y honestidad, y quedó en sus primeros años huérfana de padre. Crecía Dª. María con los años en virtud y hermosura, y, cuando ya fue de competente edad, la casó su madre con D. Juan de la Cerda, Señor de Gibraleón, descendiente por línea recta de San Fernando. Era D. Juan de la Cerda por su esposa, Alguacil Mayor de Sevilla, y vivían estos dos ilustres esposos gustosísimos, por ser doña María amable en lo natural y moral y D. Juan, caballero de las más relevantes prendas; pero, cesó esta felicidad por el siguiente motivo:
Obligado el Rey D. Pedro por la guerras de Aragón, marchó a sus fronteras y quiso le siguiesen los Señores andaluces.
Entre los que acompañaron al Rey, fue D. Juan de la Cerda y D. Álvaro Pérez de Guzmán, esposo de Dª Aldonza Coronel, hermana menor de nuestra venerable matrona. D. Álvaro Pérez de Guzmán que había notado en el Rey alguna inclinación menos honesta hacia su esposa, dejó a ésta en el sagrado asilo del convento de Santa Clara, de esta ciudad. D. Juan de la Cerda, aunque bien satisfecho de la virtud de Dª María Coronel, temía mucho la videncia de un Rey desenfrenado; por esta causa los dos caballeros sin licencia del Rey, se volvieron apresuradamente a Andalucía.
Noticioso el Monarca, los publicó por desleales, y escribió a Sevilla para que no los admitiesen.
En virtud de este Decreto, Don Álvaro Pérez se retiró a Portugal, y Don Juan de la Cerda se hizo fuerte en el castillo de Gibraleón, pero, tomado éste por fuerza y vencido D. Juan, fue puesto en la Torre del Oro, de Sevilla.
Corrieron voces de que este ilustre prisionero no saldría de su prisión con vida, y esta noticia hizo que su amante esposa volase a buscar remedio, a tanto mal en la piedad del Rey. Encontró al soberano en Tarragona y, presentando su súplica le fue respondida benignamente para evadir sus ruegos, pues ya estaba muerto D. Juan de la Cerda por orden real y confiscados sus bienes.
Volvió a Sevilla nuestra heroina y se halló aún un tiempo viuda y pobre, y se retiró para llorar su viudez y desamparo  a una ermita de San Blas, sita en la collación de Santa Marina, fundación que fue de sus ilustre ascendientes, donde habían colocado una insigne reliquia de este glorioso mártir. Vivió aquí algún tiempo, gimiendo su viudez y tolerando los fatales golpes de la fortuna.
Dos sucesos notables se refieren en todas las historias así sevillanas como españolas y seráficas: no consta si esto fue antes o después de estar viuda. Vivía el Rey rendido a la singular belleza de esta señora, eran poderosas las baterías con toda la majestad del Cetro; pero eran las resistencias más que humanas con que se rechazaban los desordenados asaltos.
Temerosa de su peligro, se retiró al convento de Santa Clara, pero no le valió este sagrado. Un Rey igualmente apasionado que desatento, envió ministros que sacasen a la Vble. Matrona del Monasterio y la llevasen a su presencia.
La honestísima Señora, viéndose en tan manifiesto riesgo se fue a la huerta del convento y, metiéndose en una hoya cavada en la tierra, pidió que la cubriesen, queriendo más bien exponerse a quedar enterrada viva, que a manchar su candor. Lo hicieron así y con unas tablas que pusieron encima, sobre las que echaron alguna tierra, la dejaron cubierta. Era fácil de conocer el piadoso engaño por la desigualdad de la tierra movida; pero Dios que no desampara a los que en Él confían, hizo instantáneamente naciese en aquél sitio unas matas de verde perejil, que con su lozanía desmentían las señales, e hicieron que se frustrasen los intentos de los que la buscaban.
Retrato directo del incorrupto cuerpo de la Venerable Sierva de Dios, Doña María Fernández Coronel, tal y como se conserva en el Coro de Santa Inés, fundado por ella misma con Bula del Pontífice Gregorio XI, dada en 1375.
Estampa de mi colección, del 12 de Julio de 1906.
Obstinado el Rey Cruel en su malvada pretensión, siguió en ella mucho tiempo sin perdonar medio alguno, ni suaves ni fuertes que no usase para rendir la fortaleza de esta admirable matrona.
Supo ésta, que el Rey, determinado a usar de la violencia, venía para lograr lo desordenado de sus deseos, y no hallando recurso en lo humano, arbitró por soberana inspiración, uno que, aunque costoso, la hizo digna de poner en olvido a las más ilustres heroinas de la castidad.
Puso a calentar un poco de aceite, y cuando estaba en su mayor hervor, lo vertió sobre su cabeza, rostro y cuerpo, quedando toda llagada y horrible a los ojos corporales, pero, hermoso espectáculo a la vista de Dios y de los ángeles.
¡Oh heroina digna de los mayores laureles!, y que pocas imitadoras habías de tener en este ilustrado siglo, en que se tendría tu casta resistencia por una enorme desatención al Trono, y tu heroica resolución por una barbaridad indigna de un corazón humilde!. Pero la memoria será eterna en bendiciones de dulzura, cuando las máximas de los hijos del mundo, serán confusas con sus parciales y ciegos seguidores.
Después de algunos años de viuda, resolvió tomar el hábito en el convento de Santa Clara de esta ciudad, donde hizo profesión religiosa. Aquí le hizo grata compañía su hermana Dª. Aldonza, viuda de D. Álvaro Pérez, la que profesó en este convento, y fue imitadora de las virtudes de su hermana en el estado religioso, ya que en el siglo no la había seguido en sus máximas virtuosas y santas.
Estampa de mi colección, del Cuerpo incorrupto de la ilustre y venerable Dª María Fernández Coronel y Biédma.
Recuerdo de la exhumación del 27 de Junio de 1932.
(A los 521 años después de muerta)
Muerto el Rey D. Pedro, y, reintegrada en parte su hacienda por el Rey D. Enrique XII, trató, como ya he dicho, la fundación del Convento de Santa Inés. Efectuada la fundación, fue Abadesa en su nuevo monasterio algunos años, y consta que lo fue el año 1411.
Llena de merecimientos, pasó de esta vida mortal a la eterna, aunque no se sabe ni el día ni el año de su tránsito.
Dejó muchos ejemplos de perfecta religiosa, y mujer fuerte a la posteridad, que debe celebrar sus trofeos con gloriosos aplausos. Su venerable cadáver es indicio cierto y piadoso de la veneración que merecen sus virtudes. Yace incorrupto, tratable y flexible después de más de seiscientos años, en una magnífica urna al lado del coro, cerca de la reja y levantado del suelo; y en su rostro se miran las manchas del aceite que sirvió de escudo a su pureza.


Las siguientes tres fotografías, son también de mi archivo particular, y están tomadas el día 25 de Marzo de 1979, día que tuvo lugar en el monasterio de Santa Inés, la exhumación judicial del cuerpo venerable de Dª María Coronel, para un reconocimiento que completara con las técnicas modernas, los reconocimientos médicos tenidos en el siglo XIX, y en el primer tercio del XX.

Si deseas conocer otras tradiciones y leyendas sevillanas, por favor, haz clic: AQUÍ.

La casa rural y el campo andaluz.

 
La casa rural y el campo andaluz.

Solamente tienes que hacer clic, sobre la imagen del tema que desees ver.


Gracias por su visita.

domingo, 10 de septiembre de 2023

La epidemia de la fiebre amarilla de 1800, en Gerena (Sevilla).

 
La epidemia de la fiebre amarilla, de 1800,  en Gerena (Sevilla).
"El triunfo de la muerte". Óleo del pintor flamenco Pieter Brueghel el Viejo, de 1562. Colección del Museo del Prado.
Sevilla, durante los siglos XV y XVI además de ser puerta y puerto de Indias, fue el epicentro del comercio marítimo con América al que llegaban y partían centenares de personas, llegando a convertirse en el principal foco de epidemias y pestes, debido a la deficiente salubridad de sus calles y al escaso conocimiento médico que existía en esa época.
Pero no fue hasta principios del siglo XIX cuando el incremento de las comunicaciones comerciales con países que padecían enfermedades endémicas trajo consigo un mayor número de epidemias y de enfermedades desconocidas hasta entonces en Europa.
En el año 1800, a través del puerto de Cádiz dio comienzo el foco de infección de la fiebre amarilla. también llamada vómito negro, a donde llegó traída probablemente por pasajeros de barcos que allí anclaron, y que pronto se extendió por Cádiz y Málaga donde tuvo grandes consecuencias y afectó a todos los segmentos de la población.
Teniendo en cuenta, y según datos oficiales, que casi un veinte por ciento de la población de Cádiz huyó de la ciudad, la difusión de los contagios fue rapidísima, precisa y mortal, y a los pocos días se produce el primer foco en el barrio de Triana, de Sevilla, propagándose rápidamente al barrio de los Humeros. De inmediato las autoridades  dispusieron el cierre de la mayoría de las puertas de la ciudad, y se crearon Juntas de Sanidad con el fin de evitar la propagación, tomando las primeras medidas higiénicas preventivas enfocadas a restricciones de movilidad, confinamientos, aislamientos para los enfermos, suspensión de reuniones, etc., muy parecidas a las que se toman en la actualidad con la única diferencia de que hoy en día lo hacemos también con medicinas y vacunas cosas que entonces no sabían
A continuación tres detalles del óleo que les he puesto de cabecera, y que como irán viendo, no dejan indiferente a nadie.
Llegaron los primeros contagios de la "fiebre amarilla" a Gerena, en el mes de Septiembre de 1800.
 Tras la lectura de los registros de difuntos y notas sobre esta epidemia que aparecen en los libros del archivo parroquial, y gracias al señor Cura párroco de la época, D. Pascual de Puimayón, que de forma concisa, pero, muy clara y detallada puso en todas sus anotaciones, hoy, podemos saber que hubo durante esta epidemia, dos tipos de entierros claramente diferenciados. 
- El primero, es un cementerio que puede tener su raíz en la "Peste" africana, conocida vulgarmente como la "Gran Peste de Sevilla", de 1649, que causó tantos muertos que en las iglesias se quedaron sin espacio en los pavimentos para enterrar a tantos cadáveres que iban llegando, por lo que se empezaron a enterrar en las paredes interiores de  las mismas y en sus porches por tratarse también de tierra Sagrada; teniendo siempre en cuenta que hasta mediados del siglo XIX, no existían cementerios tal como los conocemos hoy en día.
Durante la epidemia de 1800, este de Gerena que hoy nos ocupa, fue el lugar, donde más cadáveres se enterraron, la mayoría de ellos de gente menesterosa y pobres de solemnidad, como así los describe en algunos casos don Pascual. Este cementerio, se encuentra situado en los porches Sur y Oeste de la iglesia parroquial, en los espacios exteriores existentes entre la reja perimetral y las fachadas de las puertas de la Epístola y la  del Perdón (1). Todos los allí enterrados recibieron sepultura por cuenta de la Iglesia, aunque no a todos ellos se les hizo funeral, ya que por miedo al contagio hubo personas que amparados en la oscuridad y soledad de la noche, depositaron en la fosa a sus familiares fallecidos, por lo que podemos considerar que hubo también quienes utilizaron dicho cementerio, como si de una fosa común se tratase. 
Detalle.
(1) Según documento que he hallado en el Archivo Histórico del Palacio Arzobispal de Sevilla, en Febrero de 1760, visita Gerena el notario D. Pedro de Silva, Maestro Mayor de fábricas de Iglesias, de la ciudad de Sevilla y sus Arzobispados, a petición del mayordomo y del cura párroco de la villa, D. Diego de Frías Barrios, para unas reparaciones de las que la iglesia estaba necesitada.
En el apartado donde se habla sobre este lugar, se dice literalmente lo siguiente:
.../... también se necesita solar de nuevo de ladrillo de la tierra, raspado y revocado todo el porche donde hay cuerpos desde la Puerta del Sol (Puerta de la Epístola, frente a la Casa Palacio) hasta las dos gradas que bajan desde la puerta principal, las cuales se remendarán, sentando (sic) en el, faltan dos mil ladrillos nuevos en la misma forma de el antedicho. Como así mismo se dejarán reconstruidos todos los antepechos y asientos que hay en los dichos porches, de lo maltratado, que tienen, dejándolo todo rematado, como les corresponde."
La puerta de Santa María, del lado de la Epístola, conocida por el vulgo en el siglo XVIII, como "Puerta del Sol".
Porche de la Nave de la Epístola. Bajo su pavimento se encuentra el referido cementerio.
Curva que une los dos porches.
Puerta principal o del Perdón, y gradas.
Porche de la puerta principal.  Bajo su pavimento se encuentra también el referido cementerio.
- El segundo, es un cementerio  que ha existido desde tiempo inmemorial, y que se halla en el interior de esta iglesia nada más entrar por la puerta principal del Perdón, cuyo pavimento seguramente estaría compuesto de soleria y lápidas funerarias de beneficiados de la iglesia y de familias que tenían en él sepulturas propias, como era muy común en muchísimas iglesias y catedrales de todo el país. (2). También, hoy podemos saber por la documentación que he encontrado, de que en este cementerio se enterraron en el siglo XVIII, algunos beneficiados de la iglesia, como: dos curas y  varios frailes del desaparecido convento de Franciscanos Recoletos, que había en esta villa, y del que ya les hablaré en otra ocasión. Del primer tercio del siglo  XIX, hay apuntes de que recibieron allí sepultura un vicario, además  de algunos benefactores de la iglesia, entre los que aparece un apellido ilustre de esta población,  del que me reservo sus datos para una próxima publicación. También fueron enterrados en este cementerio, los 28 párvulos y los 8 niños fallecidos por el contagio durante esta epidemia de 1800.
Dos curiosidades:
- Aparece también registrada la muerte por contagio de "doña Isabel de Budan, viuda de Manuel de Puimayon (mismo apellido que el del cura párroco), capitán que fue de una de las Compañías del Regimiento de Caballería de Extremadura. Pobre de solemnidad, se celebró funeral que tocó a la fábrica, y se enterró en el cementerio de la iglesia, el 27 de Octubre de 1800."
-Y el segundo, es de un fraile recoleto de la Orden Franciscana, que lo he elegido entre otros allí enterrados, porque creo que puede ser por el apellido y los datos de su hermano, un antepasado lejano de mi familia, y de quien dice el colector de la parroquia de Gerena, lo siguiente: "...que da fe de que fue enterrado  en esta iglesia el 22 de Diciembre de 1752, el cuerpo difunto de Juan Cabello,  amortajado con el hábito de Nuestro Padre San Francisco y que testó ante Gabriel Francisco Jiménez, escribano público de esta villa, y dejó el número de Misas a la voluntad de su albacea y heredero que lo es, su hermano Bartolomé Cabello, vecino de Triana, arrabal de la ciudad de Sevilla y que vive en la Alcantarilla de los Ciegos que está en la calle de Castilla. Tocó a la fábrica 32 reales de vellón.
Y algo más abajo de la firma del Sr. Cura colector, hay una nota del mismo, que dice: "El albacea no ha aparecido, ni aparecerá"...
    Y ya para terminar, les pongo, otros dos ejemplos de dos personas que fallecieron en el mismo día, muy a principios de la epidemia, con información muy interesante, y que me han ido sirviendo para hilvanar esta historia, y, para hacer una pequeña estadística de fallecidos que más adelante les mostraré:
- ...Doy fe que en el día 5 de Octubre de 1800, se enterró en el porche de esta Santa Iglesia el cuerpo difunto de Miguel De Vega, marido que fue de Bernarda Gómez, no testó por no darle lugar el contagio; tuvo funeral que le tocó a la fábrica (iglesia).
- ...Doy fe que en el día 5 de Octubre  de 1800, se enterró en la parroquia de esta villa de Gerena, un párvulo, hijo de Juan Venegas y de Agustina Ponce, por tener sepultura propia. Tocó a la fábrica  2,5 reales.
Detalle.
(2) En el mismo documento de 1760, aparece otra curiosa anotación sobre reparar en esta ocasión el pavimento de la iglesia, y en él nos dice el Sr. notario, literalmente, lo siguiente:
.../... del dicho pavimento de la iglesia, de la cual no se hace mención en este escrito, por corresponder lo menesteroso de ella a su patrono (protector) que es, el Conde de Gerena, y porque la reparación que se necesita es de muy corta consideración, a más también lo es, de la media naranja de la Capilla mayor de dicha iglesia; y él vio la que tiene la hermandad de N. Sª. del Rosario en la capilla que hay en la nave del Evangelio... y todo lo demás, si es, y pertenece a la fábrica.

Estadística e incidencias de la fiebre amarilla, en Gerena.  
Según una nota que aparece en uno de los libros, se dice: de que no hay registro de fallecidos en los mismos, de un periodo de tres meses, sin explicar el porqué; esto, nos lleva a la conclusión de que el número total de muertos,  en lugar de 164, que son los que aparecen registrados, y los que yo he utilizado en la siguiente estadística, debió de ser muy superior; y, si sacamos un promedio, tomando como referencia el número de muertos por el contagio de los meses anterior y posterior de ese vacío documental, se incrementaría el total, en 42 personas más, lo que haría una cifra estimado de 206 fallecidos, y que  supondría  el 13,14% del censo de esta villa; una cifra altísima que diezmó la población total de Gerena,  a 1366 habitantes, en 1801, según estadística de P. Madoz,
Según datos de la Web, en Cádiz fallecieron 7387 personas, un 10,33% de su censo, y en Sevilla enfermó el 95% de su población y se cobró esta epidemia 16685 vidas, aproximadamente un 20,45% de su censo.

Total de fallecidos documentados, 164.

Párvulos... Fallecieron 28 almas.

Niños y niñas de entre 4 y 11 años... Fallecieron 8.

Mujeres adultas... Fallecieron 67.

- Primeros apellidos entre mujeres y niñas, que más vidas se perdieron por el contagio:
Delgado, (7).
De Vega, (5).
Leal, (3).
García, (3).
Acuña, (3)
Navarro, (3).
Márquez, Ponce, Ruiz y Baraona, (2) cada uno. El resto, 1.

Hombres adultos... Fallecieron 61.

- Primeros apellidos entre  hombre y niños, que más vidas se perdieron por el contagio:
Leal, (9).
Gómez, (6).
De Vega, (5).
Martínez, (4).
Pereira, (3).
Carmona, Vázquez, Suárez, López y Nuñez (2) cada uno. El resto 1.

- El número de personas enterradas durante esta epidemia, en el cementerio  situado en los porches exteriores de la iglesia, fueron un total de 87 ( 53%); y las 77 personas restantes (47%), fueron enterrados en el cementerio interior de la misma.


Si deseas ver otros temas relacionados con el pueblo de Gerena, por favor, haz clic: AQUÍ.