Las "Yemas de San Leandro".
Sevilla tiene su flor peculiar, el clavel rojo como la sangre de toro, su gracia genuina, el ángel de sus mujeres y el ingenio de su pueblo, y también su dulce singularísimo: la yema de San Leandro.
Es este dulce un bocado del cielo que ha alcanzado una fama universal, ya que no hay mesa de reyes ni de potentado que no se complazca en ofrecer, como el más rico de los postres, éste, el más exquisito.
Estas yemas, producto de las manos primorosas, del paladar delicadísimo de las monjas que gozan de clausura, en el convento de San Leandro, de la gentil ciudad Sevillana, son además asequibles a las modestas fortunas, porque su precio no es de cosa del otro mundo.
El convento es un primor de belleza arquitectónica y el más sosegado remanso de paz. En sus paredes blancas, que refractan la luz del sol hasta cegar, las recatadas celosías nos hablan de tenues penumbras y de misterio; y las llamativas pinceladas de bermellón en la puerta barroca, armonizan de un modo sencillo y primoroso con aquellas centelleantes luces y aquellos rasgos inseguros de las sombras.
La plaza en que se alza el caserío conventual, ¡que bello rincón, tranquilo y como encantado!, la forman por una parte, el extremo de la antigua calle de los Mulatos, hoy del glorioso Rodríguez Marín; por otra, la de los Boteros, y por fin, la Plaza de San Ildefonso con la gran fachada de la Iglesia del mismo nombre; y justo enfrente, la del convento de San Leandro.
Ni un grito, ni una voz, ni un ruido llegaban a turbar de ordinario el silencio de aquel rincón, acaso el más encalmado de la ciudad. Alguna vez se escuchaba el claro y poético pregón de un vendedor ambulante, o la canción infantil que, como una larga armonía de trinos iba lanzando al viento el niño que corría por un menester, pero eran voces y arpegios y sonidos que iban de pasada y no dejaban apenas en el ambiente, sino una breve estela de su gracia y de su encantadora ingenuidad.
En lugar tan propicio para las suavidades y las ternuras y las delicadezas, tras los muros del convento que parecen llamear al mediodía, las dulces monjitas labran las yemas famosas; nadie supo nunca el secreto de la labor de la confitura, y cuantos quisieron descubrirlo, fracasaron en su intento. Las monjitas trabajan en su soledad y en su recogimiento como las abejas de una colmena, y su fruto es más dulce y más deleitoso que la propia miel. La entraña de la yema es de dorado huevo y de cabello de ángel hilados, y la epidermis, de un blancor pálido, de azúcar cuajada; y tan finos como los dedos de las industriosas monjitas son los trozos de papel blanco rizados, en que los envuelven.
¡Que dulce más regalado el de esta singular golosina; tal es su punto, que derrochando dulzura, no llega a empalagar, y nunca, nunca, se deja de apetecer, ya que parece que las inspiró el Amado, para todos los días y para todas las horas, como ningún otro manjar.
Las místicas y trabajadoras monjitas, despachan sus yemas por el torno del convento, un precioso torno de caoba vieja y reluciente, con chapas, aún más brillantes, de dorado metal.
Al torno se llega después de trasponer el peregrino patio, que rodean unos breves pasadizos cubiertos por artesonados sobre blancas arcadas y columnas. En medio del patio crecían en macetas lozanas, plantas llenas de verdor; también por algunas de sus paredes trepaban olorosas madreselvas y floridos jazmineros, y enredaderas de campanillas, acaso tan azules como los claros ojos de las monjitas gozosas en su clausura. Actualmente este coqueto patio, desprovisto de maceta y plantas, se está restaurando, como veréis en las siguientes fotografías.
Al Ave María con que prorrumpimos, saludadores ante el torno, nos responden con un como balbuceante, Gratia plena, una voz musical de monjita; o bien, entre las suaves claridades de allá adentro se puede oír también un tímido Ave María Purísima, a lo que nosotros respondemos Sin Pecado Concebida. Y luego de hacer nuestro pedido, si nos ponemos a escuchar, oímos también un breve revuelo de faldas como de un aletear, o igual oímos como un rumor de colmena, el sonoroso rumor de las conversaciones de las que trabajan, o el leve desgranar de una risa, apenas nacida y ya refrenada. Luego que, tras el girar del torno, ya somos dueños de la cajita con las yemas de San Leandro, encerradas en ella como un tesoro, cuán infantil nuestro gozo y nuestro deleite.
Y que afanosa nuestra codicia por guardarlas y poseerlas, y no será solo por el dulce con que nos regala, sino también por la huella que hubieron de dejar en su mercancía aquellas santas y angelicales manos que las hicieron, y la ternura de las miradas de aquellos ojos estáticos que primero las miraron y de aquella gracia monjil de que está ungida.
¿Y como manos e industria de hombres habrían de saber el secreto del punto, que se mantiene desde el siglo XVI, y que singulariza a esta confitura, si más que en la composición y en la masa?, todo está, en la delicadeza y en la exquisitez y en la dulzura de las monjitas industriosas.
Es este dulce un bocado del cielo que ha alcanzado una fama universal, ya que no hay mesa de reyes ni de potentado que no se complazca en ofrecer, como el más rico de los postres, éste, el más exquisito.
Estas yemas, producto de las manos primorosas, del paladar delicadísimo de las monjas que gozan de clausura, en el convento de San Leandro, de la gentil ciudad Sevillana, son además asequibles a las modestas fortunas, porque su precio no es de cosa del otro mundo.
El convento es un primor de belleza arquitectónica y el más sosegado remanso de paz. En sus paredes blancas, que refractan la luz del sol hasta cegar, las recatadas celosías nos hablan de tenues penumbras y de misterio; y las llamativas pinceladas de bermellón en la puerta barroca, armonizan de un modo sencillo y primoroso con aquellas centelleantes luces y aquellos rasgos inseguros de las sombras.
La plaza en que se alza el caserío conventual, ¡que bello rincón, tranquilo y como encantado!, la forman por una parte, el extremo de la antigua calle de los Mulatos, hoy del glorioso Rodríguez Marín; por otra, la de los Boteros, y por fin, la Plaza de San Ildefonso con la gran fachada de la Iglesia del mismo nombre; y justo enfrente, la del convento de San Leandro.
Ni un grito, ni una voz, ni un ruido llegaban a turbar de ordinario el silencio de aquel rincón, acaso el más encalmado de la ciudad. Alguna vez se escuchaba el claro y poético pregón de un vendedor ambulante, o la canción infantil que, como una larga armonía de trinos iba lanzando al viento el niño que corría por un menester, pero eran voces y arpegios y sonidos que iban de pasada y no dejaban apenas en el ambiente, sino una breve estela de su gracia y de su encantadora ingenuidad.
En lugar tan propicio para las suavidades y las ternuras y las delicadezas, tras los muros del convento que parecen llamear al mediodía, las dulces monjitas labran las yemas famosas; nadie supo nunca el secreto de la labor de la confitura, y cuantos quisieron descubrirlo, fracasaron en su intento. Las monjitas trabajan en su soledad y en su recogimiento como las abejas de una colmena, y su fruto es más dulce y más deleitoso que la propia miel. La entraña de la yema es de dorado huevo y de cabello de ángel hilados, y la epidermis, de un blancor pálido, de azúcar cuajada; y tan finos como los dedos de las industriosas monjitas son los trozos de papel blanco rizados, en que los envuelven.
¡Que dulce más regalado el de esta singular golosina; tal es su punto, que derrochando dulzura, no llega a empalagar, y nunca, nunca, se deja de apetecer, ya que parece que las inspiró el Amado, para todos los días y para todas las horas, como ningún otro manjar.
Las místicas y trabajadoras monjitas, despachan sus yemas por el torno del convento, un precioso torno de caoba vieja y reluciente, con chapas, aún más brillantes, de dorado metal.
Al torno se llega después de trasponer el peregrino patio, que rodean unos breves pasadizos cubiertos por artesonados sobre blancas arcadas y columnas. En medio del patio crecían en macetas lozanas, plantas llenas de verdor; también por algunas de sus paredes trepaban olorosas madreselvas y floridos jazmineros, y enredaderas de campanillas, acaso tan azules como los claros ojos de las monjitas gozosas en su clausura. Actualmente este coqueto patio, desprovisto de maceta y plantas, se está restaurando, como veréis en las siguientes fotografías.
Al Ave María con que prorrumpimos, saludadores ante el torno, nos responden con un como balbuceante, Gratia plena, una voz musical de monjita; o bien, entre las suaves claridades de allá adentro se puede oír también un tímido Ave María Purísima, a lo que nosotros respondemos Sin Pecado Concebida. Y luego de hacer nuestro pedido, si nos ponemos a escuchar, oímos también un breve revuelo de faldas como de un aletear, o igual oímos como un rumor de colmena, el sonoroso rumor de las conversaciones de las que trabajan, o el leve desgranar de una risa, apenas nacida y ya refrenada. Luego que, tras el girar del torno, ya somos dueños de la cajita con las yemas de San Leandro, encerradas en ella como un tesoro, cuán infantil nuestro gozo y nuestro deleite.
Y que afanosa nuestra codicia por guardarlas y poseerlas, y no será solo por el dulce con que nos regala, sino también por la huella que hubieron de dejar en su mercancía aquellas santas y angelicales manos que las hicieron, y la ternura de las miradas de aquellos ojos estáticos que primero las miraron y de aquella gracia monjil de que está ungida.
¿Y como manos e industria de hombres habrían de saber el secreto del punto, que se mantiene desde el siglo XVI, y que singulariza a esta confitura, si más que en la composición y en la masa?, todo está, en la delicadeza y en la exquisitez y en la dulzura de las monjitas industriosas.
Fuentes: Archivo particular.
El patio y el torno del Convento de San Leandro, en la actualidad.
(Si haces clic sobre las imágenes, las puedes ver ampliadas)
Y como hago habitualmente cuando paso por la zona, me llevé mi cajita de Yemas para casa, en otras ocasiones han sido los pestiños, o a veces también el huevo hilado, porque está todo riquísimo y por ayudar a estas monjitas que lo necesitan, para el sostenimiento de este humilde pero interesante convento, del siglo XIV.
Si les apetece probar algunas de las exquisiteces que se elaboran en este Monasterio, pueden hacerlo llamando al teléfono 954224195, o bien, a través del correo electrónico: monasteriosanleandro@hotmail.com
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Os deseamos a todos, una Feliz Navidad.
Gracias por su visita.
Que ricas deben saber. En los conventos tienen una buena elaboración de dulces y sobretodo realizados de forma artesanal.
ResponderEliminarUn familiar me ha traído dulces de dos conventos de Sevilla. Unos son de las Carmelitas de Sevilla capital y otros de las hermanas Clarisas de Marchena. Aún no hemos probado ninguno porque lo recibimos ayer a eso de las 19 horas.
Besos
Gracias, Antonia, y a disfrutar de esas exquisiteces.
EliminarUn beso.
Very impressive story and photoes!Thanx for sharing this great memories from the past
ResponderEliminarI wish you all good
Feliz Navid y prospero ano nuevo
Greetings Anita
Gracias.
EliminarGracias, amiga Anita.
Exquisita y dulce entrada amigo Manuel. Ese trabajo de orfebrería repostera de las religiosas merecían una entrada tan especial como la que has realizado. Como curiosidad apuntaré que en Madrid capital aún hay conventos donde venden dulces todo el año y yo por supuesto cada vez que paso por uno de ellos adquiero alguna cajita. Gracias también por la información adicional de servicio.
ResponderEliminarQué tengas una muy feliz Navidad.
Un fuerte abrazo.
Muchas gracias, Miguel.
EliminarUn fuerte abrazo.
Le tue spiegazioni sono sempre così dettagliate che sembra di essere di persona nel luogo di cui racconti, hai l'abilità di portare i luoghi nella mente.
ResponderEliminarCiao Manuel, auguro a te e alla tua famiglia un sereno Natale e auspico per tutti noi tempi migliori. Un grande abbraccio dall'Italia.
Gracias, Sciarada.
EliminarUn fuerte abrazo.
Lo has definido perfectamente, Manuel: es un bocado de ángel.
ResponderEliminarMe encantan y nunca puedo comer solo una...
Besitos
Muchas gracias, Isabel.
EliminarUn beso.
Me encantaría probarlos, tal vez algún día pase por ahí. Un abrazo y Feliz Navidad.
ResponderEliminarGracias, amiga Teresa.
EliminarBesos.
How fascinating.
ResponderEliminarThank you for introducing me to these treats - and their makers.
Muchas gracias, amiga.
EliminarUn fuerte abrazo.
Es una verdad absoluta, yo las he probado y son manjar de ángeles. Tú descripción del convento me ha recordado la noche que no fui capaz de pegar ojo, íbamos las amigas de siempre a visitar a una profesora nuestra (una monja, porque yo he estudiado con ellas) y era la única que quedaba viva, y nos alojaron a cada matrimonio en una celda de un blanco insultante, con una pequeña ventana, baldosas rojas y un pequeño armario... yo comencé a pensar que allí debía haber dormido alguna monja que ya estaba muerta y se nos podía aparecer y como soy muy miedosa, no me metí en la cama, con cuidado abro la puerta, para ver que había por el estrecho pasillo que nos llevaron a Tony y a mi... y veo en la semioscuridad del convento, dos bultos bajitos en el suelo, con pánico me acerqué esperando ver lo peor y eran Menchu y Paquita, arropadas a una manta porque ellas tampoco habían podido acostarse en las camas de las monjas muertas... menos mal, que el desayuno nos recompensó con exquisiteces, la mala noche que pasamos en un pasillo arropadas las tres a una manta... y atentas al menor ruido. Todo es cierto Manuel, y encima, la monja a la que fuimos a ver, se murió a los tes días, era como si nos hubiese estado esperando, porque la dijo a la superiora del convento, que nosotras éramos las hijas que nunca tuvo.
ResponderEliminarHoy pienso en esa celda austera y que fui tonta por no dormir en la cama, igual se me podía haber aparecido un ángel...
Te deseo mucha felicidad, no solo en estas fiestas, sino siempre, que la paz, la armonía y el amor, sean tu compañeras de viaje en el camino de tu vida.
Lluvia de estrellas doradas para ti y los tuyos.
Muchas gracias, Ángeles por compartir con todos nosotros esa vivencia tan simpática, y siéndote sincero, yo, a los que les tengo miedo son a los vivos, no a los muertos.
EliminarUn beso.
Me ha gustado tanto el convento que me han dado ganas de hacerme monja de clausura.No conozco las yemas y con lo que dices sobre ellas me encantaría probarlas pues soy muy golosa.Saludos y FELIZ NAVIDAD
ResponderEliminarMuchas gracias, Charo.
EliminarUn abrazo.
Estimado amigo Manuel, gracias por tus comentarios. Ya estamos de nuevo por estos lares blogueros, de momento, la pancreatitis se encuentra bien y estabilizada y después de fiestas tienen que operarme para extirpar la vesícula y con ella su cantera de piedras, así pues, debo esperar unos días.
ResponderEliminarEs un extraordinario relato el tuyo como ya nos tienes habitualmente acostumbrados, ¡excelente pluma amigo!
Las monjitas operan siempre milagros artesanales, aquí en Alicante, las monjas de clausura del Monasterio de la Santa Faz, también son extraordinarias en la elaboración de ciertos productos muy típicos y artesanales. Gran cariño y esmero dan como resultado dignos placeres al paladar.
Te deseo estimado amigo unas entrañables fiestas Navideñas en compañía de tus seres queridos.
¡Feliz Navidad!
Gracias, Juan.
EliminarUn fuerte abrazo, y arriba ese ánimo que todo va a salir bien.
Que esta Navidad la Salud este presente y cada deseo se haga posible, cada sueño sea realidad, y resplandezcas la esperanza, y prosperidad.
ResponderEliminar¡Feliz Navidad 2020!
Gracias, José Ramón.
EliminarUn abrazo.
Hola, Manuel!
ResponderEliminarHermosas fotos, bellísimo convento. Me ha encantado tu post y se me hace agua la boca de imaginarme lo delicioso del dulce: "Las Yemas de San Leandro". Me voy corriendo a Sevilla, ay madre mía, que no me olvidé de la mascarilla!
Un fuerte abrazo y feliz navidad.
Saludos desde Perú. 😉🇵🇪
Gracias, Nuria.
EliminarSaludos.
Que bonita entrada Manuel. Según ibas explicando como era el Monasterio y el silencio que se percibe, he sentido una dulce serenidad, quizás lo de dulce ha sido por el sabor imaginado de ese trabajo tan especial que hacen estas monjitas.
ResponderEliminarDesde luego debe ser una gozada si se pudiera entrar en ese recinto para deleitarse en su bien estar, y donde refugiarse de las noticias del mundo por unos momentos.
Me ha encantado Manuel, y ya aprovecho para desearte unas Felices Fiestas llenas de salud y amor, junto con tus seres más queridos.
Un cálido abrazo.
Muchas gracias.
EliminarUn abrazo, Elda.
Sí Manuel, las monjas siempre han sido extraordinarias para los dulces de Navidad como lo son también los monjes para los licores.
ResponderEliminarRecuerdos me vienen a la memoria estas escenas, cuando mi madre nos traía dulces de las monjas y nos hacía también mantecados ella misma en el horno. Nos acercábamos todos a la mesa y todo era alegría. No había tantas tonterías ni vanidades y allí en casa dormíamos todos rejuntaos como podíamos, esperando el nuevo amanecer. Me has recordado la canción "Alacena de las monjas que me dan gloria bendita" de nuestro inolvidable Carlos Cano.
Que te lo pases bien esta Navidad con tu familia. Un abrazo fuerte Manuel.
Gracias, Juan.
EliminarUn fuerte abrazo.
Las monjas de clausura hacen unos dulces extraordinarios, dices que te compras una caja cada vez que pasas por allí si en lugar de dártelas por el torno te las venderían cara a cara como en las Claras de Carrión de los Condes Sor Micaela te vende el completo sin darte cuenta.
ResponderEliminarSaludos.
Jaja. Vaya con Sor Micaela.
EliminarGracias, y un fuerte abrazo, amigo Tomás.
Ummm qué buena pinta tiene... Seguro que está delicioso... Espero que estés bien y tengas una feliz Navidad y un próspero año nuevo repleto de luz y salud... Cuídate mucho y disfruta...
ResponderEliminarMuchas gracias, Ana.
EliminarUn abrazo.
Ancora un bellissimo omaggio alla tua città. Ciao Manuel, feliz Navidad y pròspero ano nuevo.
ResponderEliminarGracias, Elio.
EliminarUn abrazo.
Esto son las buenas visitas poder salir con una caja de yemas, deben de estar muy buenas.
ResponderEliminarFELIZ NAVIDAD!!!
Están buenísimas. Y tu que eres muy viajera, a ver si te pasas un día por Sevilla, y las pruebas.
EliminarUn abrazo, amiga Mari.
¡Holaa Manuel!
ResponderEliminarQué bendición esos dulces manjares, son los mejores para endulzar la vida en esta atípica Navidad.
Has explicado divinamente este precioso post, en una exquisita prosa y relajante y que bien me siento leyéndote. Te felicito, Manuel, que bien lo cuentas y qué maravilla la dulzura y sabores deliciosos de esas yemas hechas por las monjitas de clausura. ¡Ummm! Se me hace en la boca agua, buen trajo hacen ellas.
Yo he probado de las monjitas de Ávila que también son un manjar, me las trae una vecina que va con frecuencia porque tiene allí su madre.
Te dejo un abrazo y bendiciones para estas fiestas y siempre.
Se muy, muy feliz.
Gracias, Marina.
EliminarOtro abrazo para ti.
Buen lugar y buenos dulces, doy fe de ello ;)
ResponderEliminarUn fuerte abrazo y una muy ¡Feliz navidad!
Muchas gracias.
EliminarUn abrazo, Alfred.
Preciosidad de letras y manjares que nos endulzan el alma y las papilas gustativas, Manuel, en estas fiestas anómalas de la Navidad. Gracias por este post poéticamente narrado y por enseñarnos a conocer la cultura sevillana y sus delicias. Dejo mi mensaje navideño en mi blog. Abrazo festivo sin fiesta, querido amigo.
ResponderEliminarGracias, Cecilia.
EliminarUn abrazo.
Boa tarde meu querido amigo Manuel. Desejo um Feliz Natal com muita paz e saúde para você e sua família.
ResponderEliminarGracias, Luis.
EliminarAbrazos.
Os doces conventuais são sempre divinais.
ResponderEliminarBrilhante reportagem.
Dentro do possível, com segurança e em paz, desejo um Feliz Natal e um Excelente Ano Novo, pleno de tudo de bom.
Um grande abraço
Muchas gracias.
EliminarUn fuerte abrazo.
Aquí, en Piedecuesta, donde vivo, funge (ahora que traes en mención el monasterio de San Leandro), el de Las monjas Clarisas, cuya capilla, es ojival, en un precioso gótico. Son monjas recoletas, entregadas al retiro espiritual. Las de aquí subsisten de trabajos manuales, entre los que destacan los bordados, mientras que las de tu crónica son los dulces y postres, los que las defienden de la inopia. Si el de San Leandro está dentro de un conjunto de calles, Las Clarisas, tienen su monasterio de cara a un parque pequeño y separados por una plazoleta. Los monasterios hacen parte de la historia de los pueblos, y el gusto por una buena arquitectura. Un abrazo y que pases unas fiestas felices. Desde mi cubil colombiano, Carlos
ResponderEliminarMuchas gracias amigo Carlos por tu generoso comentario.
EliminarUn abrazo.
Buenas tomas.
ResponderEliminarGracias, Alexander.
EliminarUn abrazo.
Hermoso todo lo que compartes, acá a la distancia lo saboreo al leerte. Felices fiestas amigo Manuel. Saludos y abrazo a la distancia. Gracias por estar siempre...
ResponderEliminarGracias, Sandra.
EliminarUn abrazo.
No recuerdo si conocía tu blog (ahora me hago seguidora).
ResponderEliminarLo encuentro muy interesante por tantas historias y lugares que nos cuentas.
Conocí Sevilla y casi toda Andalucía en mi viaje de novios, y luego regresé el año de Expo. Pero no debí de probar esas exquisiteces porque no las recuerdo.
Muchas gracias por pasar por mi blog y comentar. Te seo unas Navidades felices y que el año 2021 venga con mucha Salud y Paz.
Saludos.
Gracias, Carmen.
EliminarUn saludo.
Me encanta conocer y reconocer los rincones de tu tierra.
ResponderEliminarFelices fiestas, cuídate mucho, SALUD, fuerza y utopía.
Besines utópicos.-
muchas gracias, Irma.
EliminarUn beso.
Maravilloso post y un recorrido precioso a través de tus letras e imágenes siempre tan bien traídas.
ResponderEliminarTengo muchas veces en casa las exquisitas pastas que hacen unas monjas de Astorga y hemos probado más exquisiteces de las que hacen en otros lugares.
Gracias por esta información y enlace.
Agradezco tu felicitación y te deseo también días de tranquilidad y paz. Que disfrutes estas fiestas.
Un fuerte abrazo Manuel.
Muchas gracias.
EliminarUn fuerte abrazo, amiga Ángela.
Envidia por tu cajita de yemas. Hace mucho tiempo que no tengo ese placer.
ResponderEliminarHace años nunca faltaban por Navidad, junto a otros dulces tan ricos como esas bolitas nevadas, más bien huevecillos.
Felices Navidades y un afectuoso saludo, Manuel.
Gracias, Ana.
EliminarUn abrazo.
Qué dulce tan rico!!!!.
ResponderEliminarY aún más delicioso, disfrutando de tus estupendas imágenes.
Cuando vuelva a Sevilla, no me voy sin comprarlos.
Un fuerte abrazo y muy feliz Navidad.
Gracias, Amalia.
EliminarUn fuerte abrazo.
Qué torno tan hermoso, y todo lo que cuentas parece de otra época; Manuel y sin embargo el convento a penas ha cambiado.
ResponderEliminarTienen una pinta deliciosa esas yemas, Manuel, y mucho más si las obtienes con todo el ritual de sonidos y jaculatorias...
Nadie hace los dulces como las monjitas, eso seguro.
¡Feliz Navidad! Espero que puedas pasarlas lo mejor que puedas, pese a las restricciones.
Con mis mejores deseos de salud, amor y humor para ti y los tuyos, te mando un abrazo,
Gracias, Tesa.
EliminarUn fuerte abrazo.
Genial como siempre amigo Manuel, últimamente por mi parte también se han caído de mi cesta navideña, me gustaban y me gustan, pero no se la vida, nuestro propio ritmo, difícil de explicar.
ResponderEliminarMis mejores desear de felicidad para ti y tus seres queridos y ojalá el próximo año por estas fechas podamos estar por aquí, dadas las circunstancias será la mejor noticias.
Un fuerte abrazo.
Gracias, José Antonio.
EliminarUn fuerte abrazo.
Hola Manuel.Estos dulces nunca los he provado,pero deben de ser una delicia.Las mongas son únicas elavorando dulces. Me han encantado todas las explicaciones y las fotografias.
ResponderEliminarDeseo que pases unas Felices Fiestas en compañia de tus seres queridos.
Un abrazo
Muchas gracias, Carmen.
EliminarUn abrazo.
Passando, agradecendo a amabilidade da visita,elogiando tão bonitas fotos, e deixando
ResponderEliminar.
Votos de um Natal muito Feliz. Se possível junto da família e de quem estiver em seu coração
BOAS FESTAS
gracias, Ricardo.
EliminarUn abrazo.
Cuando salimos de vacaciones a algún lugar y encontramos un convento de clausura donde venden dulces, casi siempre entramos al portal y pedimos mediante el torno. Estamos seguros de que compramos calidad y artesanía y huimos por un momento o unos días de la fabricación industrial.
ResponderEliminarFeliz Navidad y espero que las siguientes sean más dulces y alegres.
Un abrazo
Muchas gracias.
EliminarUn abrazo, Carmen.
Gracias, amigo mío, por tus buenos deseos en estas fechas, yo también pido para ti y los tuyos una muy FELIZ NAVIDAD, que el amor, la paz y la salud reinen en tu hogar y entorno.
ResponderEliminarCariños.
kasioles
Gracias, amiga.
EliminarUn abrazo.
Chissà che buoni quei dolci della scatola di Yemas !!! Interessanti le immagini del convento di San Leandro!!! Tanti auguri di Buone feste !! Saluti.
ResponderEliminarGracias, Mirtillo.
EliminarUn fuerte abrazo.
Feliz Navidad, Manuel; que pases unas muy buenas Fiestas. Que te pongas ciego de esas Yemas de San Leandro y de Santa Teresa y Mucho Turrón! Ya nos quitaremos las grasas en Semana Santa. Que tengas también una muy buena salida y entrada de año nuevo y que en el 2021 hagamos todo lo que teníamos prohibido en el 2020.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo :)
Así lo haré, en cuanto tenga oportunidad. jej.
EliminarUn fuerte abrazo, amigo Gumer.
Gracias amigo Manuel, por tus buenos consejos y ánimos.
ResponderEliminarTe deseo tengas unas Fiestas Navideñas inolvidables en compañía de tus seres queridos.
Un fuerte abrazo.
¡Feliz Navidad amigo!
Muchas gracias, Juan.
EliminarUn fuerte abrazo.
Al amigo coleccionista de viejas postales le deseo felices navidades
ResponderEliminarGracias, amigo Juan.
EliminarUn abrazo.
Feliz navidad manuel
ResponderEliminarGracias, Nassah.
EliminarUn abrazo.
Que ricas deben ser esas yemas de Leandro, por algo a quienes cocinan bien en mi país les dicen "mano de monja", que tengas una feliz navidad en familia, bendiciones, un abrazo.
ResponderEliminarGracias, Bienaventurada.
EliminarUn abrazo.
Mi muy que4ido Manuel.
ResponderEliminarOjalá pueda vivir pronto en Sevilla de cuerpo presente, todas las hermosas narrativas de tu maravilloso blog.
Feliz Navidad y un gran abrazo pleno de aprecio y reconocimiento a tu maravillosa labor.
Muchas gracias, Ricardo, y si vienes algún día por aquí, no dejes de avisarme.
EliminarUn fuerte abrazo.
Hola querido Manuel vengo a desearte unas felices fiestas para ti y los tuyos, unas fiestas extrañas que no podemos celebrar como nos gustaría pero ya llegarán días mejores.
ResponderEliminarAunque no soy de mucho dulce me han sentado genial estas yemas de San Leandro, he imaginado la tranquilidad y ese torno por el que despachan. Gracias amigo por estas entradas entrañables siempre.
Un abrazo
Muchas gracias.
EliminarUn abrazo, Conxita.
Me gusta comprar los productos que hacen las monjitas, por eso que dice usted, y porque lo hacen todo muy bueno; así que tomo nota de este convento de San Leandro, pues aunque conozco las que hacen en "La Campana", que están bien buenas, no quiero dejar de probar las de las monjas.
ResponderEliminarUn abrazo, Manuel.
Gracias, y un fuerte abrazo, estimado amigo.
Eliminar¡Olé tu menda! Eso es hacer una gran promoción de nuestras universales Yemas de S. Leandro, manjar sublime y exquisito, que nunca faltan en nuestra mesa...
ResponderEliminarJomío, eres una enciclopedia bloguera, magnifico documento histórico acabo de leer, y que me has ampliado los conocimientos que tenía sobre el tema.
Mis mejores deseos para estos días con los tuyos.
Salud y bienestar para 2021 para todos.
Tengo problemas serios con Blogguer y para los Reyes, tendré un ordenador nuevo, lo paso fatal con este y me hace quedar mal con vosotros.
Un beso.
Gracias, Mari Carmen, y ese ordenador que te van a traer los Reyes, es señal de que este año te has portado bien.
EliminarUn beso.
Hola Manuel. Echaba de menos disfrutar de tus estupendos trabajos. Y esta entrada me encanta. Yo soy muy golosa, para comer dulces doy la escusa de que me calman los nervios. Felices fiestas para vosotros también y cuidaros mucho. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias, Lola.
EliminarUn abrazo.
Desejo-lhe a si amigo Manuel e à sua família umas Boas Festas.
ResponderEliminarAndarilhar
Dedais de Francisco e Idalisa
Livros-Autografados
Gracias, Francisco.
EliminarUn abrazo.
Deseo que pasaras una buena Navidad Manuel. Estuvimos los dos solos y mis hijos en sus casas. Este año distinta pero al menos estamos bien. Así será también el fin de año. Y que se vaya ya de una vez y el 21 traiga para Todos mucha salud.
ResponderEliminarBuen domingo. Y cuídate mucho.
Un abrazo.
Gracias, Laura.
EliminarUn abrazo.
El convento no ha sufrido nada pues casi está igual, salvo algunas limpiezas y...en los años 20 no había tantos coches.
ResponderEliminarLas yemas seguro que son tan ricas como las de Santa Teresa en Ávila y las de Alcalá de Henares (que las tengo más cerca), que hacen las monjitas. Como estoy cerca, las compro muy a menudo.
Un fuerte abrazo y que sigas disfrutando las fiestas.
Muchas gracias, María.
EliminarUn fuerte abrazo.
What a wonderful and nice description about the Covenant of San Leandro. Their homemade jam or muffins sound so delicious.
ResponderEliminarI wish you had a very Merry Christmas!
A hug!
Muchísimas gracias, Evi.
EliminarUn abrazo.
Hola Manuel, no conocía estas yemas pero solo leyendo tu explicación se me ha hecho la boca, agua así que, intentaré ponerme en contacto con las monjitas por correo a ve si me las pueden enviar. Gracias y muy Feliz 2021.
ResponderEliminarBesos.
Gracias, Conchi y verás como no hay problemas, ya que le pregunté a una de las Hermanas, y me ha dicho que hacen envíos a todo el territorio nacional.
EliminarUn beso.
Olá, meu caro!
ResponderEliminarQue este ano de 2021, seja próspero,
desconfinado
e sereno!
São os meus votos!
gracias, Vieira.
EliminarUn abrazo.
Quedé con el deseo de probar la cajita de yemas, un manjar de los dioses.
ResponderEliminarRegio e interesante leerte, se aprende mucho y nos invita a conocer.
Un abrazo enorme, aunque pasó la Navidad sigue el festejo del Año Nuevo. Otro abrazo y Felicidades!
Muchas gracias.
EliminarUn fuerte abrazo, estima y querida Soledad.
Mosteiros contam a história de seu país...
ResponderEliminarObrigada pela sua presença em todo esse ano que já está a terminar;
Todos temos um grande desafio para 2021, ser resilientes e continuar ao mesmo
tempo as nossas caminhadas cada ser humano com a sua;
Que continues sempre a nos prestigiar com seus belos posts informativos cheios de muita
cultura e compreensão cada um na sua época nos elucidando vários fatos interessantes.
Abraços para ti e para os teus.
Muchas gracias.
EliminarSaludos.
Qué ricasssss!!! Todavía no he conocido un dulce que esté malo, la leche que me dieron!!! ja ja ja, no tengo remedio Manuel, no hay persona más golosa que yo.
ResponderEliminarTe deseo de todo corazón que este próximo año venga lleno de TODO lo bueno que te mereces.
Mil gracias por tu felicitación y un abrazoooo.
Gracias, Lobezna.
EliminarUn abrazo.
Tienen que estar muy buenas...
ResponderEliminarGracias por tus publicaciones y tu compañía,Manuel.
Que el próximo año te traiga muchos momentos de felicidad.
Besos.
Gracias, Carmen, e igualmente te deseo.
EliminarUn beso.
¡Qué poéticas las descripciones del convento, las monjas y como no, las yemas! ¡Cuánto sabes de todo y como se te ve disfrutar con Sevilla! Un abrazo y que el próximo año sea tan dulce y lleno de paz como las exquisitas yemas y esos rincones bonitos de tu ciudad.
ResponderEliminarMuchas gracias.
EliminarUn abrazo, estimada amiga.
Paso a saludarte amigo mío y desearte un Feliz y Prospero Año 2021, donde podamos ver la luz de final de este maldito túnel.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
¡Feliz Año Nuevo!
Muchas gracias, e igualmente te deseo.
EliminarUn fuerte abrazo, amigo Juan.
Me encantaría probarlas, pero no creo las manden hasta Colombia
ResponderEliminarPaz y Alegría en tu 2021
Isaac
Gracias, Isaac.
EliminarUn abrazo.
Hola Manuel,
ResponderEliminarGracias por visitar mi blog. Ha sido un año duro en todo el mundo. Esperamos que el que viene sea mejor con más libertades. Que sea posible visitar museos y viajar. Salud y alegría al nuevo año. Abrazos riitta
Gracias, Riitta.
EliminarUn abrazo.
Dicen que a nadie le amarga un dulce y si es caserito, como estas yemas, mejor que mejor. Felices fiestas y que tengas un inmejorable 2021.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Giannis.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias.
ResponderEliminarUn abrazo Angie.
Adorei ficar a saber a história e a origem deste doce conventual, que realmente deve ser bem delicioso!
ResponderEliminarMais uma excelente publicação, por aqui! Estimo que tenha passado o seu Natal, o melhor possível, assim como todos os seus!
Um grande abraço! Tudo de bom!
Ana
Muchas gracias, Ana.
EliminarUn fuerte abrazo.