miércoles, 20 de noviembre de 2024

Los restos de Cristóbal Colón, llegan a Sevilla.

Los restos mortales de Cristobal Colón, en Sevilla. 
1492 - Cristóbal Colón - 1899.
Alegoría dibujada con motivo de la llegada de los resto de Colón a Sevilla, por D. Luis Palao.
Destino fue del ilustre navegante genovés el de andar errante y sin reposo; y si en vida peregrinó de corte en corte antes de hallar una reina cuyo genio fuese capaz de comprender el suyo; si hizo cuatro viajes redondos al Nuevo Mundo por él descubierto, también después de muerto fueron cuatro veces removidos y trasladados sus restos, de unas a otras regiones.
Al fallecer el 20 de Mayo de 1506, en Valladolid, el primer almirante de las Indias, fue depositado su cadáver en la iglesia conventual de los PP. Franciscanos de aquella ciudad. De la bóveda de este convento fueron trasladados los restos de Colón a la cartuja de Santa María de las Cuevas, extramuros de la ciudad de Sevilla; después a la Isla Española siendo inhumado en la capilla mayor de la catedral de Santo Domingo. En 1795 fueron enviadas a la Habana las ilustres cenizas, y en 1899, cuando la bandera de España que allí ondeara durante cuatro siglos desaparece de sus fortalezas, y en aquellos horizontes se pone el sol de la soberanía española, volvió nuevamente a la patria donde nació a la gloria, y a la ciudad del Betis que tantos títulos ostenta para ser guardadora de reliquias tan venerandas.
El día 19 de Enero de 1899, a las diez y media de la mañana, ante una muchedumbre que llenaba el muelle, coronabas las bordas de los buques surtos en el puerto, y se extendía en el arrecife de San Telmo, glorieta de la Fuente y puerta de Jerez, llegó el buque Giralda con la insignia del almirante y a media asta las banderas de popa y de proa en señal de duelo, que conducían desde Cádiz los restos de Colón, que hasta allí trajo de Cuba el vapor Conde de Venadito.
El aviso "Giralda", que condujo los restos, en el momento de la llegada a Sevilla.
En el muelle esperaban el Duque de Veragua, las autoridades, el Cabildo catedral con la cruz metropolitana y Comisiones de los centros e instituciones todas de la capital andaluza.
El primero que entró en el Giralda fue el comandante de la provincia marítima, general Albacete, por haberle cedido el paso, en la escala tendida desde el muelle, el Duque de Veragua, que entró detrás luciendo el uniforme de almirante, y después el alcalde de Sevilla, D. Alfredo Heraso.
En la dorada caja que contenía los restos, sobre la tapa, se leía en letras grabadas: Aquí yacen los huesos de D. Cristóbal Colón, primer almirante  y descubridor del Nuevo Mundo.- R. I. P. A., esta caja se hallaba colocada sobre los pliegues de una bandera española, precintada con lacre a uno de los mamparos de la embarcación, de modo que para sacarla hubo necesidad de hacer saltar el precinto con el cuchillo de un marinero.
El acto solemne del desembarco de los restos de Colón.
Estuvieron presentes en el acto el comandante del aviso Giralda, capitán de fragata, D. Rafael Rodríguez de la Vera; D. Elía Arias Salgado, teniente de navío; el Duque de Veragua, con el Toisón de Oro al cuello y luciendo la banda de Isabel la Católica; el alcalde, y el notario de la ciudad, don Adolfo Rodríguez de Palacio con dos de sus oficiales.
El Sr. Rodríguez de Vera hizo entrega al Duque de Veragua de la urna cineraria, transmitiéndola a su vez el descendiente de Colón, de un modo solemne al alcalde de Sevilla, para su custodia. La llave era bastante sencilla, enmohecida, y tenía pendiente de la anilla un brocatel de oro.
Además de las reliquias, entregó el Comandante del barco copia autorizada de todas las actas levantadas al trasladarse los restos de Colón en sus distintas épocas.
Estos documentos quedaron protocolizados en la notaría del Sr. Rodríguez Palacio, entregándose testimonio de ello al ayuntamiento.
Cuatro marinos fueron los encargados de conducir los restos desde la cámara del buque, hasta el armón de artillería, y formada la dotación del Giralda, se batió marcha, y a la voz del Comandante se dispararon cinco cañonazos.
Una vez en la plataforma de la escalinata los restos, el señor Arzobispo rezó un responso y se puso en marcha la comitiva.
Iban los restos y las coronas sobre un armón de artillería, y llevaban las cintas los generales conde de Peñaflor e Iriarte y los coroneles Iriarte y Parra.
La comitiva a su paso por la Lonja.
Interesante fotografía, donde se ven los edificios de la acera izquierda, todos desaparecidos ya, con motivo del ensanche de la calle Gran Capitán (Hoy avenida de la Constitución), y de la que ya les hablaré en otra ocasión.
Abría la marcha una sección de Guardia Civil, a la que seguía la fuerza del batallón de Granada; después, varios religiosos carmelitas y franciscanos, manguillas parroquiales, gran número de acólitos, clero regular y párrocos, el cabildo catedral presidido por el señor Deán, Corporación municipal, Audiencia, Universidad, Cuerpo Consular, maestrantes, oficiales generales, y la presidencia, compuesta de los señores arzobispos, Marqués de Villapanés en representación de SS. MM., Duque de Veragua. Capitán general, Alcalde, Gobernador y general de Marina.
La calle del Gran Capitán estuvo totalmente invadida por un numeroso y escogido público, ya que en ambas aceras se colocaron sillas para ellos; los balcones estaban repletos y en ellos y en la calles se mezclaban todas las clases de la sociedad.
A las doce menos veinte minutos llegó a la puerta del Baptisterio el armón que conducía las cenizas del insigne navegante, siendo éstas recibidas por comisiones de los cabildos de la ciudad y metropolitano. La caja fue bajada del armón por cuatro marinos de la dotación del aviso Giralda, quienes la condujeron hasta el pie del túmulo que se alzaba en el crucero del Sagrario.
Allí fue entregada por los marinos a los peones de la basílica, quienes la subieron hasta colocarla en la parihuela tallada y dorada, que se emplea para la traslación de los cadáveres de los arzobispos.
En el centro del crucero se elevaba un grandioso catafalco vestido de terciopelo negro ricamente bordado de oro, donde ocho soldados del regimiento de Granada daban guardia de honor a la derecha del túmulo.
después de cantada la vigilia se celebró la misa por el señor Deán, y la capilla de música interpretó la magníficas composición del maestro Eslava, conocida por la Misa Grande.
Sepulcro provisional en el Panteón de Arzobispos.
En seguida, revestido de pontifical el Sr. Arzobispo, dio principio el solemne responso, que fue cantado asimismo a gran orquesta, y concluido, fueron bajados los restos por los peones de la Santa basílica, que lo condujeron colocado sobre un cojín de terciopelo rojo galoneado de oro, hasta la cripta, acompañándolos los Sres. Duques de Veragua, Marqués, Marqués de Villapanés, arzobispo Sr. Spínola, capitán general Sr. Ochando, capitán del puerto general Albacete, rector Sr. Moris y el notario Sr. Rodríguez de Palacio.
En representación del Cabildo catedral fue el Sr. Alarcón, y en el de la ciudad el alcalde-presidente Sr. Heraso.
El Prelado rezó un responso ante los restos, dirigiendo también preces al Altísimo, por las víctimas de ambas guerras coloniales.
La arqueta con los restos del almirante, en el altar de la Virgen de la Granada.
Al ser depositados los restos en el sepulcro, el cual no se había cerrado ni se cerrará, una vez que, en cuanto el mausoleo esté emplazado en lugar conveniente de la catedral, dentro de él habían de guardarse las cenizas; el Sr. Heraso hizo entrega de las llaves de la urna al Sr. Arzobispo, pronunciando frases patrióticas y sentidas, y el Sr. Spínola hizo depositario de aquella al Cabildo catedral.
En nombre de éste dio las gracias en un brevísimo discurso el Sr. Alarcón, jurando solemnemente cumplir con fidelidad el mandato del Sr. Arzobispo, custodiando los restos que le habían sido confiados.
El último responso, en el Panteón de Arzobispos, situado en la cripta del Sagrario, en el altar de la Virgen de la Granada, cuyo relieve que vemos en la imagen, obra de Andrea Della Robbia, se encuentra actualmente en la Capilla de Scalas.
El relieve de la Virgen de la Granada, en la Capilla de Scalas, de la que en breve publicaré una entrada.
Contra las poderosas razones que aconsejaban instalar el mausoleo del descubridor del Nuevo Mundo en la capilla de la Antigua, se desistió de ello porque el monumento original del escultor Arturo Mélida, no lograría en aquel sitio su artístico efecto, una vez que los heraldos que conducen lujosas andas, en cuyo interior se sepultará los restos, no lucirían en modo alguno en un espacio cerrado y limitado por una verja. Por estas razones prefería el Duque de Veragua, el emplazamiento de dicho mausoleo en la nave donde está el retablo de la Virgen del Reposo, frente a la capilla Real, en el cual el efecto pensaba que sería mejor. Al final se colocó delante de la puerta del Príncipe o de San Cristóbal, como ya verán en una próxima entrada que dedicaré a este sepulcro.
El sepulcro de Colón en la catedral de Sevilla.


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domingo, 10 de noviembre de 2024

Fotos y postales antiguas de Cabra (Córdoba)

 
Cabra (Córdoba).
Cabra es ciudad desde el siglo XIX y cabeza de partido de su nombre, en la provincia cordobesa. Su población se elevaba a 12360 habitantes según el censo oficial de 1910. Situada al cruce de varias importantes carreteras y con estación en el ferrocarril de Jaén a Sevilla, se cimenta en un valle fértil y pintoresco, rodeado en parte por montañas, denominadas de la Villa Vieja (con su castillo, después palacios de los Duques de Sesa) y el cerro de San Juan, que recibe tal nombre por una ermita. Cabra tenía entonces telégrafo y toda clase de comunicaciones, la población estaba alumbrada por electricidad. Había un buen hospital municipal y contaba con buenos centros de enseñanza. Entre ellos destacaba el colegio de Padres Escolapios, para alumnos internos y externos, establecido en el antiguo edificio árabe del castillo y palacio de Cabra.
En el orden religioso contaba la ciudad con los siguientes templos: La parroquia de Santo Domingo, con modesta pero bien labrada portada de piedra y con estatua de la Purísima Concepción sobre la puerta, entre dos escudos nobiliarios. En la capilla de la Comunión se veneraba la Virgen del Rosario. La iglesia donde predicó San Diego de Cádiz, y posteriormente de los Escolapios, cuyo altar está formado por ocho buenos cuadros. La iglesia de la Soledad donde se veneraba la Virgen de su nombre. Nuestra Señora de la Sierra, patrona de Cabra; histórico santuario fuera de la ciudad. La parroquia de la Asunción y de los Ángeles, con portada plateresca de columnas salomónicas y buena torre campanario. Otra parroquia, a extramuros, primitiva ermita, fue erigida en parroquia rural en 1735 con el título de la Esperanza (nombre de su partida). Pero sin dudas la más notable era la llamada de Aguilares, o sea la citada de la Asunción y de los Ángeles, primitiva mezquita árabe consagrada por San Fernando. La torre mayor se cree fuera el mismo minarete de la mezquita, aunque reformado; tiene también un buen coro de 33 sillones de nogal tallado, con medallones en los respaldos, además de buenas capillas con  patronatos de nobleza, órgano, sacristía y ricas alhajas de orfebrería.
No escaseaban las ermitas y capillas dentro y fuera del poblado, entre las cuales debemos recordar la antigua de San Juan, en el cerro, que fue parroquia primitiva durante la dominación romana, goda y mozárabe. La Aurora y la Soledad, también dentro del casco urbano, con antiguas cofradías y la imagen de la Soledad que es debida a Juan de Mena.
Plaza Mayor. 1914.
Recaía a ella el antiguo edificio de la Audiencia y la torre de la parroquia de la Asunción, por un lado; y el Ayuntamiento y castillo-palacio de los Condes de Cabra, por otro. Tenía entonces fuente monumental y alumbrado eléctrico.
Entre éstas merece especial mención la de Aguilar Eslava, con el Instituto provincial general técnico y Colegio de la Purísima Concepción; y sobre todo, la plaza de la Constitución, de grandes dimensiones, a la cual recaen, entre otros edificios, el castillo palacio de los Condes de Cabra y la antigua audiencia. En su centro lucía una bonita fuente de piedra rematada en cruz metálica y de cuya columna manaban cuatro caños de agua. También recaía a esta plaza la casa del Ayuntamiento, con grande reloj en el remate de su frontera; y junto al edificio el mercado público, que estaba cubierto y rodeado de metálico enverjado.
Paseo de Cabra. 1914.
Es un precioso jardín público, con magnífico arbolado y poética visualidad. Los días festivos se veía muy concurrido.
Palacio de los Condes de Cabra. 1914.
Fue antiguo castillo, situado en las afueras de la ciudad y lindante con la Plaza Mayor, En su plaza de armas está la parroquia.
Palacio de los Condes de Cabra. 1914.
En esa época aparece convertido en Colegio de los PP. Escolapios. Conserva el aspecto de antiguo palacio árabe. Consta de cinco naves separadas por preciosas columnas de jaspe encarnado. Pero el estilo mudéjar, con arcos excesivamente altos, no logra remedar a la célebre mezquita de Córdoba.
Casa del Bachiller Antón de León. 1914.
Este balcón es un hermoso ejemplar de belleza arquitectónica, y de estilo plateresco. Este noble fundador de la casa, fue pariente de los Fernández de Córdoba.
Panteón de la Vizcondesa de Termens. 1914.
Es obra de Mariano Benlliure, hermosa como todas las del laureado artista valenciano. Costó 60.000 duros.
Casa propiedad, de don Francisco Alcalá Zamora. 1914.
Es un típico ejemplar de la arquitectura de su época, bien conservado hasta el presente.
Otra perspectiva de la misma casa, de su portada y artístico balcón. 1914.
Casa donde nació D. Juan Valera.
He aquí una casa que tiene para los amantes de nuestras glorias literarias un fuerte poder de sugestión, una intensa fragancia evocadora, un bello prestigio empapado de recuerdos para todo el que guste de adentrarse en los campos magníficos del arte. En este edificio -de traza severa, y de amplio balcón central, sobre el que se levanta la majestad de un escudo-, vino al mundo, en un día otoñal de 1824, aquel sutilísimo ingenio de nuestra literatura, maestro en el estilo y la pureza, que se llamó D. Juan Valera y Alcalá Galiano, espíritu ágil y aristocrático, personalidad de poeta, crítico y novelista, corazón ungido de afectos puros, plenos de bondad, sencillez y distinción.
Magnífico retrato pintado al óleo, en la época de la juventud del glorioso novelista andaluz, D. Juan Valera.
Momento de echar la primera paletada de cal a la piedra y caja donde se conservarán los documentos de la biografía del ilustre e inmortal literato don Juan de Valera. En la imagen, la hija del insigne novelista doña Carmen Valera, acompañada de las autoridades y Real Academia Cordobesa que asistieron al solemne acto.
La casa de "Pepita Jimenez", que se conserva igual que cuando la vivió, la supuesta protagonista de la novela
Puente de acero "El Alamedal".
Situado en la línea férrea de Linares a Puente Genil, sección de Cabra a Lucena, inaugurado el 1 de Abril de 1891.
El Picacho de Cabra, engalanado para recibir a los excursionistas del Congreso Geológico, en 1926.


Fotografías recientes, tomadas el 1 de Noviembre de 2024. 
(Si haces clic sobre las imágenes, las puedes ver ampliadas)

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