Las playas de Sevilla.

Las "Playas de Sevilla."

Igual que ocurría en Madrid en el río Manzanares, Sevilla, tuvo sus playas naturales, que los humildes, los que no contaban con medios de fortuna para trasladarse a orillas del mar, disfrutaban sabiamente, entregándose con voluptuosidad a las caricias de las mansas aguas del río Guadalquivir, que a veces tenía gestos trágicos y hundía en su fondo a los bañistas confiados y alegres.

A continuación les ofrezco cinco instantáneas tomadas por el fotógrafo Sánchez Pando, en el año 1921, y una sexta imagen de Augusto Pérez Romero, de 1916, y, aunque la calidad de las imágenes no son buenas, recogen fielmente, interesantes momentos gráficos del veraneo sevillano de la época.

"Playa de Triana". 

 Aquí vemos a un grupo de veraneantes desenfadados, haciendo piruetas, y otros, dando volteretas.

A estas playas acudían diariamente cerca de mil bañistas, que pedían al viejo río alivio contra las asfixiantes temperaturas; ingenuas y sencillas, sin el artificio de esas playas de moda, con nombres extranjeros, donde la humanidad veraneante acudía acuciada por el deseo de exhibición.

"Playa de Triana". 

Los amigos del agua saboreando las delicias del baño.

Entre estos humildes bañistas del Guadalquivir, que por diez céntimos tenían derecho a las caricias de las aguas de nuestro río, no encontraréis nombres de multimillonarios, políticos, toreros, actores, etc.

El "Quiqui", el "Lolo", el "Retoñito", futuros astros de la tauromaquia, son acaso las encumbradas personalidades a quienes se podían saludar en estas playas.

"Playa de la Barqueta". 

Se aprecia lo que puede ser una caseta de baños, o bien un "chiringuito" donde poder tomar algo, mientras se cuida desde la orilla, el baño de los pequeños.

Aprendicillos de fábricas y talleres, gente humilde y menesterosas, que, una vez terminado el trabajo, quieren llevar a sus carnes sudorosas y cansinas por la labor del día, una poca de reparadora frescura, son los que llenaban estas playas en las tardes agosteñas, cuando el sol, al ponerse, moría en una fantasmagórica  y teatral apoteosis de roja escarlata, y las aguas del río tersas, claras, amansadas y suaves, invitaban a hundirse en ellas los cuerpos jadeantes y sudorosos.

"Playa de los Remedios".

 Aquí vemos a un grupo de audaces veraneantes subiendo por las maromas de un barco -si nos fijamos en la parte inferior derecha, se aprecia la cadena del ancla del barco, que seguramente era a vapor-; estas escaladas terminaban siempre en chapuzón.

"Playa de los Humeros".

 La chiquillería andante que sabe nadar y guardar la ropa...

Dentro, en la caricia de las ondas tibias, el alma recibía la frescura que la hacía amable y optimista, y la inquieta imaginación dibujaba, con sensaciones de realidad, el exótico cuadro de las playas universales, donde la vida se apartaba del provincianismo para sentirse independiente en una sociedad de doradas mentiras...de verano.

Y aunque la fuerte corriente del Guadalquivir siempre lo desaconsejó; niños y jóvenes de siempre, han añorado los chapuzones en las aguas estivales, aunque el tributo pagado fuese siempre de un alto número de ahogados a lo largo de los siglos. Por esto, el municipio, a partir de 1835-1840, decidió tutelar en parte los llamados "baños acotados". En 1850 se anunciaban en la prensa, que existían dos variantes: el acotado masivo -en general usado por la chiquillería y parejas jóvenes-, y los de plaza única o "cajones de baño", más requeridos por las damas.

Y en 1860 se hacen públicas las nuevas "Disposiciones Oficiales de Baños Públicos", en el río, y que las pueden leer íntegras al final de esta entrada.

"Playa de María Trifulca" 

A continuación, tres imágenes de lo que fue llamada "Playa de María Trifulca" desde principio de los años cuarenta hasta finales de los sesentas, donde los sevillanos iban a bañarse aguas abajo del río, en los arenales de la Punta del Verde. Dicha "playa", como recogen las imágenes estaba siempre concurridísima, a pesar incluso, de los muchos accidentes que allí ocurrían.

En 1956 se aprobó un proyecto de playa artificial, en la antigua dársena del hipódromo, que nunca se llevó a cabo.

Disposiciones oficiales de 1860 para baños públicos, en el río Guadalquivir, a su paso por Sevilla.

-La temporada de baños durará desde el 14 de Julio hasta el 8 de Septiembre. Antes o después de esta fecha solo podrán tomarlo las personas que lo necesiten, presentando el certificado de un facultativo.

-Estaban señalados para los baños a aire libre las playas de los Remedios, Barqueta y Humeros, donde se establecían vallas a fin de ofrecer a los concurrentes la seguridad necesaria.

- Las mujeres se podrán bañar en todas ellas desde media hora después de las oraciones hasta las once de la noche exclusivamente. De día no podrán hacerlo a ninguna hora.

-Los hombres lo efectuaran por la mañana de ocho a cuatro en los Remedios, Barqueta, Humero y playa llamada de la Higuerita, con exclusión de la parte destinada para los baños de la caballería de los Cuerpos militares; y por la tarde de cinco a siete en las tres últimas playas, y de noche también en la Higuerita.

- Las personas de corta edad solo puede bañarse en los puntos y horas marcadas a sus respectivos sexos y cuando vayan acompañadas de otras capaces de cuidarlas. En otras formas se les prohíbe hacerlo, y los que pertenezcan a algún establecimiento de beneficencia, se les exigirá además el permiso de su jefe.

- En el sitio nombrado Patín de las Damas y en el torno de los Remedios se podrán bañar los caballos y demás bestias, con absoluta prohibición de efectuarlo en otro punto: las caballerías de los Cuerpos de Guarnición de esta plaza, los tomarán en la playa de la Higuerita, que se designan por medio de estacas.

- Nadie podrá cruzar el río a nado ni bañarse al aire libre sin cubrirse con lienzo u otra tela tupida, como exigen las reglas del decoro.

- Las personas que se bañen en cajones quedan obligadas al cumplimiento de las antecedentes prevenciones en la parte aplicable. Por ningún motivo se aproximarán los varones a los cajones de señoras, arrancarán o romperán sus tablas, ni se permitirán la más leve licencia o abuso.

- Buzos. Para el pronto socorro de las personas que por cualquier accidente se encuentren próximas a perecer durante la temporada de baños, se sitúan seis buzos celadores convenientemente distribuidos en las orillas, a cuyo cuidado está sometida la vigilancia del río. Un asta con bandera de color dará a conocer al público los puntos designados, para la contínua permanencia de los buzos.

- Cajones. Los cajones de baños en el río se establecen con total separación para ambos sexos, y están abiertos unos y otros en los días de la temporada desde el amanecer hasta las once de la noche. Los dueños de los cajones no podrán exijir por el servicio de baños retribuciones superiores a las que se establecen en la siguiente tarifa:

Cuota máxima individual por cada baño.

Puente de Triana.

- En los de preferencia o de familia, pudiendo bañarse hasta ocho personas simultáneamente. 1 real y 50 cénts.

- En los de primera clase, conteniendo cuantos quepan sin molestias. 1 real.

- En los de segunda, conteniendo cuantos quepan sin molestias. 75 cénts.

- En los de tercera, conteniendo cuantos quepan sin molestias. 50 cénts.

San Telmo.

Los mismos precios señalados a las anteriores clases, excepto la última, por no existir en este `punto cajones de tercera.

Puerta de San Juan.

- En los de este sitio, que pertenecen a una sola clase. 1 real.

Se admitirán gratis en los inferiores de cada sitio, a los indigentes que por determinadas circunstancias, a juicio de la autoridad, no puedan bañarse en vallas, acreditándolo con una orden expresa de la alcaldía.

Fuentes: Bibliografía y archivo particular.

Gracias por su visita, y feliz verano a todos.