viernes, 10 de octubre de 2025

La iluminación de la Exposición Iberoamericana, de Sevilla.


Las noches románticas, durante la Exposición Iberoamericana, de 1929, en Sevilla.
Cuadro de la Plaza de América, pintado por el ilustre pintor catalán, D. Andrés Gil.
Con sus palmeras luminosas a las que unos potentes proyectores invisibles, instalados en los parterres, reflejaban en sus ramas las más diversas y atrevidas gamas de colores, y en el centro el surtidor que figuraba en el gran estanque central que presidía estos bellos jardines de la Plaza de América, cuajados de maravillas de azulejos combinados con las plantas y flores en cantidad y arte tal, que convertían aquel prodigioso parque en un lugar de leyenda y ensueño.
La Giralda de Sevilla lucía el esplendor de su iluminación, como excelso anuncio de su certamen Iberoamericano, que trazaba e irradiaba para toda España, nueva era de cosmopolitismo y pujanza.
La Exposición de Sevilla, desde su inauguración, tan atractiva por tantos motivos, pretendió serlo aún más por sus fiestas nocturnas, que fueron características y puede decirse que únicas.
Hasta entonces, fueron pocos los grandes certámenes internacionales que habían podido ofrecer, fiestas de ese género a sus visitantes.
El clima plácido de la espléndida capital andaluza, hizo posible, lo que no fue en otros lugares famosos por sus exposiciones; ningunas de ellas, por otra parte, pudo tener el encanto suavemente misterioso de las románticas noches sevillanas; el triunfo cosmopolita de la Exposición, iluminada profusamente, contrastaba con las tonalidades, mejor los matices de claroscuro, de aguafuerte, de las callejas sevillanas, en cuyas rejas se decían amores entre rosas, albahacas y claveles, y en cuyos patios sonaban las dolientes coplas del cante jondo, y los cantares que salen de lo más profundo del alma.
Aspecto fantástico de la Plaza de España, en la noches de la Exposición.
Técnicos muy duchos en la utilización de la electricidad para producir fantásticos efectos de luz, encontraron en la fantasía misma de los edificios, de la Plaza de España, del centro histórico y en todos los lugares de la Exposición, el más apropiado lugar para la realización de sus ensueños artísticos. Los planos y las líneas de los bellos edificios, parecían acusándose con rudos contrastes de sombra y luz, igualmente bellos; pero con una belleza distinta, y cada hora tuvo en Sevilla y en su bella Exposición, su encanto particular.
Otra perspectiva de la Plaza de España.
El Pabellón Real, parece elevarse sobre las líneas de sus arcos, con sus copetes luminosos.
El Pabellón de Arte Antiguo iluminado y reflejándose en las aguas de la fuente.
Sobre la Plaza de España se yerguen, como antorchas de luz, las dos torres gallardas.
La avenida de la Raza, durante la Exposición.
Como estarán viendo en estas imágenes de la Exposición del 29, en sus noches festivas fue una explosión de luz donde la electricidad y las recientes tecnologías, causaron fuerte impacto en aquel público, que aún tenía en sus pupilas la reverberación de las lámparas de gas.
La forma de iluminación estuvo resuelta, a base de colocar guirnaldas de luces en las aristas de los edificios, los árboles, la barandilla de la fuente, etc., consiguiendo así una iluminación completa del ámbito, al no poderse realizar con potentes focos directos, a causa de la poca potencia que entonces llevaba el fluido eléctrico.
La Torre del Oro, iluminada durante la Exposición.
La capilla del Carmen, alegría de Triana.


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martes, 30 de septiembre de 2025

Fotos y postales antiguas de Ayamonte (Huelva).

 
Ayamonte (Huelva)
Ciudad de 9471 habitantes, según el censo oficial de 1910. Cabeza de partido de su nombre tenía entonces Aduana y Administración de Correos y telégrafos, cónsul de Portugal, de cuya nación la separa el río Guadiana, y vicecónsul de Inglaterra; asilo provincial o Casa de Beneficencia y Asilo de las HH. de los Pobres; establecimientos de baños y diversas sociedades y sitios de recreo. Producía aceite, frutas y vino, pero su principal elemento de riqueza era el comercio marítimo, ya que el Guadiana permite la navegación de buques de gran porte y sobre todo la pesca y fábricas de conservas alimenticias y zalazón de pescado, cuya exportación producía positivos ingresos y mejora considerablemente la situación económica.
Algunos historiadores han pretendido que su existencia data ya del tiempo de los romanos, pero su nombre no suena hasta la época de la Reconquista, que tenía ya cierta importancia, habiendo sido donada por el rey Don Sancho de Portugal a la orden de Santiago, y que parece haber confirmado Fernando el Santo, pasando luego a la Corona de Castilla, e interviniendo en las disensiones habidas con los portugueses en 1335. Los Reyes Católicos concedieron el título de Marqués de Ayamonte a don Pedro de Zúñiga y Guzmán, antes conde de este Estado, si bien con posterioridad vemos usar este último título.
En 1664 Felipe IV le otorgó el título de Ciudad.
Su escudo de armas aparece partido de arriba abajo, teniendo a su derecha dos calderas jaqueladas de oro y sangre, con tres cuellos de sierpe en cada asa, en campo azul y orla de castillos y leones; mientras que a su izquierda ostenta una banda negra en campo de plata y orla consistente en una cadena de oro.
Vista general. 1914.
Se extiende la ciudad al pie del cerro del castillo y a la izquierda del Guadiana, a unos tres kilómetros de su desembocadura.
Muelle del Poniente o del Pasaje. 1914.
Punto de embarque aprovechado principalmente por las fábricas de conservas y salazón instaladas en sus inmediaciones.
Capilla de San Antonio. 1914.
Este interesante santuario corre a cargo del gremio de marineros.
Iglesia de la Merced. 1914.
Pertenece al antiguo convento de aquella orden, apareciendo la imagen de la Virgen en el principal altar de estilo barroco.
Barrio del Salvador. 1914.
Desde el cerro del castillo hacia la orilla del Guadiana, se extiende el pintoresco barrio con la iglesia que le da nombre.
El Castillo. 1914.
En uno de los inmediatos cerros, dominando las orillas del Guadiana, se divisan las ruinas del histórico castillo de las Flores.
Antigua Casa Solariega. 1914.
Levantada en el año 1700, se distingue su fachada por las clásicas rejas tan comunes en las construcciones andaluzas.
Teatro Circo Ibérico. 1914.
Correspondiendo al desarrollo e importancia de la localidad, se empezó esta construcción, en cuya fachada quiere recordarse el estilo árabe.
Vista parcial. 1914.
Hermosa perspectiva que ofrece uno de los barrios de la Ciudad, divisándose Villareal de San Antonio (Portugal) en la opuesta orilla del Guadiana.
Paseo de Tetuán. 1914.
Al lado de los caños que conducen a Isla Cristina, existe el hermoso paseo que representa el adjunto grabado.
Interior de la Parroquia. 1914.
Dedicado este templo a Nuestra Señora de las Angustias, se encuentra en la parte baja de la Ciudad.
Capilla del Salvador. 1914.
Se levanta en sitio elevado de la población, dando nombre al barrio próximo al castillo.
Embarcadero para Villareal. 1914.
Desde Ayamonte a Villareal de San Antonio, a través del Guadiana,, se estableció un servicio de vapores, cuyo lugar de embarque reproducimos.
Estero de la Ribera. 1914.
El brazo del mar que comunica con Isla Cristina, ofrece uno de los más típicos aspectos con las numerosas barcas de pesca atracadas en el estero.
Antiguo Palacio de San Francisco. 1914.
Sencilla, pero típica casa señorial, perteneciente al señor Marqués de Monasterio.

Fuentes: Bibliografía y archivo particular. Protegido por derechos de autor.

Fotografías recientes, tomadas el 16 de Septiembre de 2025.

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