El crimen de las estanqueras, de Sevilla.
Corría el verano de 1952 cuando los sevillanos vivieron un desafortunado suceso que conmocionó a todo el país. En una calurosa tarde del mes julio, dos hermanas de mediana edad fueron brutalmente asesinadas en su domicilio, el número 24 de la Avenida Menéndez Pelayo, en cuyo zaguán poseían un estanco regentado por una de ellas. La otra era cajera en los almacenes “El Águila” en la calle Sierpes. Eran Matilde y Encarnación Silva Montero, naturales de Estepa (Sevilla).
El doble homicidio debió suceder al mediodía del viernes día 11, pero no fue hasta la mañana del día siguiente cuando un sobrino de las víctimas y policía armada, ante la extrañeza por la ausencia de las señoras en el entierro de su hermano, forzó la puerta, descubriendo horrorizado los cuerpos encharcados de sangre en la zona del mostrador. Presentaban numerosas heridas causadas por arma blanca. Poco después se personó en la Comisaría del Cuerpo General de Policía del Distrito de San Bernardo para dar parte del suceso y el Juzgado de Instrucción de guardia procedió al levantamiento de los cadáveres.
El afecto de los vecinos por las víctimas, el ensañamiento de sus asesinos y el interés de las autoridades para no ensombrecer la buena imagen del Régimen, provocaron una gran presión en las fuerzas de seguridad para esclarecer los hechos cuanto antes. De inmediato se abrió una exhaustiva investigación y la causa fue instruida por el Juzgado de Instrucción número 3 de Sevilla. Sin móvil aparente, en un principio se descartó el robo.
Imagen que muestra la expectación que causó el suceso en nuestra ciudad.
Las primeras sospechas recayeron en el sobrino de las víctimas y también en otro de profesión carnicero, debido a que las heridas suponían un buen manejo de cuchillos.
Sin embargo, la captura de los culpables llegaría con el soplo de algunos maleantes que fueron detenidos por robar en otros estancos de la ciudad, que en sus confidencias señalaron como culpables a unos conocidos rateros que se dedicaban a pequeños hurtos; que solían parar cerca del estanco, en los Jardines de Murillo y que por entonces deambulaban por la ciudad con más dinero de lo habitual: Lorenzo Castro Bueno (apodado el Tarta debido a su tartamudez y confundido a veces con su hermano Francisco el Corona) y sus compinches.
A finales del mes de julio fue detenido en Málaga el primero de ellos, Juan Vázquez Pérez (apodado el Mellao), cuando, ya alistado en la Legión, intentaba embarcarse a Melilla.Al día siguiente del interrogatorio policial firmó su confesión y delató como sus acompañantes a su colega Lorenzo Castro Bueno y a Antonio Pérez Gómez. Acusaba a éste último de los homicidios.
Junto a Juan fue arrestado en Sevilla “el Tarta”, al entregarse una vez que la policía incendiera el pajar donde se ocultaba. Negó su implicación en los hechos, provocando incluso que Vázquez Pérez se desdijera de sus declaraciones. Dos semanas después Antonio Pérez Gómez corrió la misma suerte que sus compañeros cuando lo encontró la Brigada de Investigación Criminal de Madrid. También confesó su participación en los hechos, aunque culpaba principalmente a “el Tarta.”
Ingresaron provisionalmente en la Prisión Provincial de Sevilla, también denominada “La Ranilla.”
En los intensos interrogatorios y durante la reconstrucción de los hechos los inculpados incurrieron en grandes contradicciones que entorpecieron bastante la actuación judicial: se desdecían de sus declaraciones y negaban su autoría, aunque, al menos oficialmente, terminaron por confesar su culpa. Entre la ciudadanía, sin embargo, estaba extendida la creencia de que eran inocentes, que el asunto se había zanjado demasiado rápido y que estaban cargando con la culpa de otros.
Juan Vázquez Pérez y Francisco Castro Bueno "El Tarta". Días antes había sido detenido Rafael Pérez Gómez.
Dos años después, durante los días 20, 21 y 22 de octubre de 1954 se celebró en la Sala 2ª de lo penal de la Audiencia Territorial de Sevilla el juicio oral contra los tres inculpados. Manuel Rojo tuvo a su cargo la defensa de Juan Vázquez Pérez, aunque declaró que éste no le contó lo sucedido. Al año siguiente publicó un libro denominado El Proceso por la muerte de las hermanas estanqueras: Informe de Defensa. Por su parte, Juan Espinosa de los Monteros y Ávila y José Rull fueron los abogados defensores de “el Tarta” y Antonio Pérez Gómez, respectivamente.
Durante la prueba testifical, las aportaciones de los testigos que declararon también se contradecían y los acusados se retractaron de sus confesiones. Los abogados defensores insistieron en la inocencia de sus defendidos y en su absolución. No existía pruebas de cargo suficientes para condenarlos: no pudo confirmarse el robo y no se encontraron las armas homicidas; la confesión de los hechos aportada parecía redactada por terceras personas, habida cuenta que los inculpados eran analfabetos y resultaba imposible que se expresaran tan correctamente; y la muestra de sangre encontrada en una camisa que supuestamente pertenecía a Vázquez Pérez (se acompañó como pieza de convicción a la causa, junto con unas navajas que se intentaron presentar como armas homicidas, así como el traje y los zapatos de Antonio Pérez Gómez que llevaba puestos el día del crimen) no pudo precisarse si pertenecía a las víctimas por no existir entonces los precisos estudios de ADN de hoy en día. Además desaparecieron cinco folios del sumario.
Finalmente, el 26 de octubre de 1954 la Audiencia Territorial de Sevilla dictó sentencia: declaró culpables a los acusados por robo y doble homicidio y los condenó a pena de muerte (dos a cada uno). Explicaba someramente lo sucedido: esperaron a que la estanquera (Matilde) se dispusiera a cerrar al mediodía para exigirle el dinero y que, en su intento de huir, lanzando gritos de socorro, Juan Vázquez Pérez cerró la puerta del local. Sus compañeros, Antonio y “el Tarta” la apuñalaron trece veces en el cuello, pechos y brazos, atravesándole el corazón. Sobresaltada por el escándalo, se asomó su hermana, que recibió dieciséis navajazos que llegaron a seccionarle la yugular.
El veredicto de la justicia indignó a muchos sevillanos y autoridades, que se alzaron suplicando el indulto de los condenados, como los entonces alcalde de Sevilla, Jerónimo Domínguez y Pérez de Vargas y el Obispo Pedro Segura y Sáez. Pero todo fue en vano: la Sala 2ª del Tribunal Supremo ratificó en julio de 1955 las penas de muerte impuestas y la sentencia fue devuelta a la Audiencia sevillana en marzo de 1956 para que fuesen ejecutadas. No se hacía ninguna ejecución ordinaria en la ciudad desde el año 1924.
Se constituyó en la Prisión Provincial de Sevilla el Tribunal encargado de dar cumplimiento a la sentencia. La última noche de los reos allí fueron asistidos espiritualmente por hermanos de la Santa Caridad y sacerdotes.
Especialmente “el Tarta” alegaba su inocencia, pero habían asumido su fatal destino y en estos últimos momentos se regocijaron en la religión. Finalmente, fueron ejecutados a garrote vil en el patíbulo el 4 de abril de 1956 por el verdugo titular de la Audiencia Territorial de Sevilla, Bernardo Sánchez Bascuñana.
El primer ajusticiado fue Antonio Pérez, seguido de Juan Vázquez y finalmente “el Tarta”. Al día siguiente fue el funeral en la Iglesia de la Santa Caridad, como si fuesen hermanos, y allí recibieron sepultura también los tres cadáveres.
Imagen tomada a las puertas de la Audiencia, el 20 de Octubre de 1954. Seis días más tarde eran condenados a muerte.
Transcurridas casi dos décadas, finalmente pudo esclarecerse este crimen sin resolver por el que pagaron con su vida tres inocentes. El verdadero culpable del doble crimen confesó su culpa, bajo secreto de confesión, al sacerdote que atendió a los penados en los últimos momentos de sus vidas, fray Hermenegildo de Antequera.
Fuentes: El texto, del Archivo Histórico Provincial de Sevilla, donde se conserva toda la documentación sobre este juicio. Y las Imágenes, son todas de mi archivo.
Fuentes: El texto, del Archivo Histórico Provincial de Sevilla, donde se conserva toda la documentación sobre este juicio. Y las Imágenes, son todas de mi archivo.
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¡Qué caso más terrible!Me he quedado impresionada. ¿cómo se puede tomar una cosa tan grave a la ligera y condenar a pena de muerte sin pruebas suficientes? Se me pone la piel de gallina solo de pensarlo. ¡Qué injusticia más grande!
ResponderEliminarUn abrazo, Manuel
Muchas gracias, Rita.
EliminarUn abrazo.
desgraciadamente eso a sido asi durante el fascismo, algo que a alguno les gustaria que volviese, para hacer igual que en esa maldita epoca, hay quien quiere volver a tiempos de la inquisicion y la epoca feudal de los caballeros donde todos los no nobles nos puedan poner a los cascos de sus caballos, desgraciadamente eso a sido asi durante demasiado tiempo, tenemos que hacer que no vuelva otra vez
EliminarPuffff madre mía qué pena y qué injusta es la vida.
ResponderEliminarAbrazote utópico.-
Muchas gracias.
EliminarUn abrazo, Irma.
Como são tristes as injustiças da vida.
ResponderEliminar.
Cumprimentos
Gracias, Ricardo.
EliminarUn abrazo.
Ya conocía este caso pero me he quedado con las ganas de saber quién fue el asesino pero si lo dijo en secreto de confesión el sacerdote seguro que no dió su nombre.Una pena que ejecutaran a tres inocentes.Saludos
ResponderEliminarGracias, Charo.
EliminarUn abrazo.
Es un caso que me impresiona aún,Manuel.
ResponderEliminarLo conocía por mi padre, que era niño cuando ocurrió y siempre me lo
contaba cuando pasabamos por la puerta del edificio donde estaba el estanco. Imagínate...a mi se me ponía la carne de gallina.
Gran post amigo.
Besitos
Gracias, Isabel.
EliminarUn beso.
Fenomenal archivo de imágenes con el que cuentas Manuel. Eso, más el documentado texto nos da una idea de que la presunción de inocencia no es ninguna tontería que los juristas se han sacado de la manga. Debe haber hoy en día -y a lo largo de la historia- personas en las cárceles pagando por delitos que comtieron otros. El caso presentado hoy es desde luego espeluznante.
ResponderEliminarGran trabajo.
Abrazos.
Muchas gracias, amigo Miguel.
EliminarUn abrazo.
Un crimen que levantó la espectación de la España del momento tanto por su ensañamiento como por la captura de los presuntos asesinos y su posterior juicio y ajusticiamiento. Sin tener pruebas de lo que aconteció, sin duda la resolución fue la peor que se pueda imaginar. Ahora sería impensable tal fin. De todos modos tenemos otras formas de probar la implicación de los presuntos culpables por medio de la ciencia con los que en aquellos tiempos no se contaba.
ResponderEliminarUn saludo
Muchas gracias.
EliminarUn abrazo, Carmen.
Sí, que caso más terrible.
ResponderEliminarGracias, Riitta.
EliminarUn abrazo.
Un caso bien triste, parece de una película con esa resolución tan penosa por parte de la justicia, aunque como se suele decir, la realidad supera a la ficción.
ResponderEliminarMuy buena documentación y esplendoroso debe de ser el archivo que tienes.
Un abrazo Manuel.
Muchas gracias, Elda.
EliminarUn fuerte abrazo.
Terrible y espeluznante este caso que no conocía amigo Manuel. Fue increíble cómo se desarrolló el proceso y con qué celeridad fue llevado a cabo. Una injusticia más de las muchas que en aquellos duros años eran de lo más habitual. Me pregunto, cuantas injusticias de este y de otro calado se habrán cometido.
ResponderEliminarMagnifico archivo Manuel.
Un fuerte abrazo y buena semana.
Gracias, Juan.
EliminarUn fuerte abrazo.
Yo no lo conocí, pero mi familia y muchos sevillanos hablaron de ese caso, durante décadas. En aquellos tiempos la Justicia se plegaba al régimen de Franco. Para muestra, te sugiero que leas "La Explosión en Cádiz, 1947, en la etiqueta:
ResponderEliminar"CÁDIZ: QUERIDOS RECUERDOS", no tiene desperdicio.
Meritorio texto, enhorabuena.
Un beso.
Gracias, Carmen, y voy a pasar a leerlo.
EliminarUn beso.
Bien valía una crónica histórica como la tuya, Manuel. Creo, que si Truman Capote, escribió su mejor novela, A sangre fría con base en un hecho criminal, bien puede generarse una buena novela, por ser inocentes los ejecutados. Un abrazo. carlos
ResponderEliminarMuchas gracias, Carlos.
EliminarUn abrazo, amigo.
This is amazingly sad. So many deaths, and the culprit went free for years and years. What happened to him in the end?
ResponderEliminarGracias, amiga.
EliminarUn abrazo.
Che fatto terribile...
ResponderEliminarAsí es, Olga.
EliminarGracias, y te envío desde Sevilla un fuerte abrazo.
Lamentable hecho que hizo pagar con su vida el crimen que habían cometido otras personas y qye ya no se podía reparar.
ResponderEliminarBesos
Gracias, Antonia.
EliminarUn beso.
Espelúznate suceso este que desconocía y mas saliéndose como se salió el autor de rositas, espero que con los adelantos que tiene hoy la policía no cumpla mas una pena las personas que sean inocentes.
ResponderEliminarSaludos.
Ojalá sea así, cosa que dudo sobre todo en los EE.UU. donde todo se basa en el poder del dinero.
EliminarUn abrazo, Tomás.
Menuda historia más tremebunda.
ResponderEliminarEl interés por solucionar el asunto impidió que se hiciera buena justicia.
Un abrazo.
Gracias, Alfred.
EliminarUn abrazo.
waw... truculenta historia... y cuántos más miles de inocentes hay en la llamada "justicia" de los hombres
ResponderEliminarPaz
Isaac
Muchas gracias, Isaac.
EliminarUn abrazo.
La vida es aveces injusta. Lindo leerte amigo Manuel, siempre lindas historias para conocer. Saludos a la distancia.
ResponderEliminarMuchas gracias, Sandra.
EliminarUn abrazo.
Manuel tú crees que algún día se pueda saber la verdad...
ResponderEliminarDespués de leer tan espeluznante relato, tan macabro e injusto, me quedo con ganas de saber todos los detalles... quién fue y porqué... seguro que daría para una novela.
Interesante de todas formas.
BESOS
Gracias, María José.
EliminarUn beso.
MI PADRE COMENTABA EL CRIMEN DE LAS ESTANQUERAS CON FRECUENCIA, MANUEL , E INCLUSO UN TÍO POLÍTICO MÍO CREO QUE LLEGÓ A INTERVENIR EN EL CASO COMO PROCURADOR . DECÍAN QUE FRANCISCO CASTRO BUENO , EL TARTA , NO HABÍA SIDO . FUE , DURANTE MUCHOS AÑOS , TEMA DEL QUE SE HABLABA FRECUENTEMENTE EN SEVILLA . HACES MUY BIEN DIVULGANDO EL CASO .
ResponderEliminarUN ABRAZO FUERTE .
GUILLERMO.
Gracias, Guillermo.
EliminarUn abrazo.
Qué injusticias se cometen en ocasiones en nombre de la ley y de otros suterfugios!!Y casi siempre la pena recae sobre el más débil...Así se va escribiendo la historia.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo Manuel. Me alegra saludarte.
Muchas gracias, Ángela.
EliminarUn fuerte abrazo.
La lectura de tu crónica tan completa me ha traído a la memoria los estupendos reportajes de El Caso, el periódico de sucesos que leía todas las semanas mi tía Lola y por el que sus tres hermanas se metían con ella. Pero que todas, medio a escondidas, aprovechaban cuando Lola no estaba para vivir aquellas historias truculentas. (lectura clandestina a la que yo me sumaba). Buena semana.
ResponderEliminarGracias, Ana.
EliminarUn abrazo.
Uma publicação extremamente interessante e muito bem documentada!
ResponderEliminarE ainda hoje, tantos inocentes, pagam por outros... há poucos meses foi libertado, um preso do corredor da morte, nos EUA... algo relacionado com uma troca de provas de ADN...
Adorei o post! Peço desculpa pela minha ausência daqui, Manuel... mas este ano de 2020 não tem sido nada fácil! Espero de agora em diante, estar bem mais presente de novo, por aqui!
Um grande abraço! Votos de continuação de uma excelente semana, com saúde!
Ana
Gracias amiga Ana, por todo.
EliminarUn fuerte abrazo.
Quizás la precipitación y las ganas de dar por resuelto el proceso condenó a aquellos infelices exculpados por quien en secreto de confesión, y sin saber su nombre, se atribuyó la culpa veinte años después, cuando, además, y por si acaso, el asunto había prescrito.
ResponderEliminarSaludos.
Pienso igual que tu, estimado amigo.
EliminarGracias y un fuerte abrazo.
Buena investigación.
ResponderEliminarUn abrazo para ti.
Besos.
Gracias Amapola.
EliminarUn beso.
Es impresionante!!.
ResponderEliminarSon terribles estas injusticias.
Imperdonable.
Un fuerte abrazo.
Gracias, Amalia.
EliminarUn fuerte abrazo.
Leo horrendo este tema, y me pregunto. ¿Cómo se enteraron si el asesino lo dijo en secreto de confesión?
ResponderEliminarEl sacerdote no podía descubrirlo...tambien, los pobres muchachos llevaban mala vida. En fin, tu lo has contado muy bien y has trabajado para que nos enteremos.
Un fuerte abrazo amigo Manuel
María está probado que el sacerdote solo contó el pecado, pero nunca dijo quien fue el pecador.
EliminarGracias, María, y te envío un fuerte abrazo.
It was a very terrible injustice! The pressure of the regime played a role. It was a brutal murders but the ways to catch murderer/s were more brutal, so they killed their own innocent people.
ResponderEliminarA great documentary, Manuel!
Big hugs!
Gracias, amiga Evi.
EliminarUn abrazo.
De esas injusticias pasaban bastantes por aquella época. Un abrazo fuerte.
ResponderEliminarGracias, Teresa.
EliminarUn fuerte abrazo.
Manuel, es increíble el material gráfico que tienes y lo bien que documentas tus entradas. Decirte que es un placer visitarte después de una buena temporada sin hacerlo. Tengo el blog un poco abandonado y aunque tengo ganas de volver luego me da pereza... tengo que retomarlo.
ResponderEliminarMe alegra saber que estás publicando y siempre con la misma calidad.
Un fuerte abrazo y cuidaos mucho.
Clara, me alegro mucho de saber que te encuentras bien.
EliminarUn fuerte abrazo y arriba ese ánimo.
La justicia a veces comete estas injusticias. A mi parecer cuuando uno está condenado a muerte y sigue insistiendo en que es inocente. habría que creerlo. Vaya historia tremenda amigo.
ResponderEliminarBuen fin de semana Manuel. Y cuídate.
Un abrazo.
Muchas gracias, Laura.
EliminarUn abrazo.
Manuel impresionante tu crónica y fotos. ¡Gran documento!
ResponderEliminarRespecto a la historia en sí ¡terrible! pobres esos tres tipos.
A mi eso del secreto de confesión cuando se trata de un asesino me parece que ya la iglesia debería cambiarlo.
Sin dudas no fueron ni serán los únicos 3 inocentes que pagan la culpa de otro.
Tantas veces enganchan un "perejil" que decimos por acá.
Abrazo y que tengas un lindo fin de semana
Gracias, Lu.
EliminarPerejiles como estos, por desgracia, los hay por todo el mundo.
Un abrazo.
Very terrible
ResponderEliminarMuchas gracias.
EliminarSaludos.
Aqui no Brasil ainda bem que não tem pena de morte
ResponderEliminarporque muitos inocentes morreríam; por aqui as
pessoas são julgadas pela cor da sua pele é triste mas
é a verdade.
Boa entrada de mês de novembro.
Gracias,
EliminarUn abrazo.
Uma história impressionante!
ResponderEliminarUm abracinho de esperança!🌸🌼🌸
Megy Maia🌈
Gracias, Megy.
EliminarUn abrazo.
Impresionante Manuel, había oído comentar algo pero vagamente de el, tu entrada es fabulosa, detallada y muy documentada como es habitual.
ResponderEliminarGracias por compartirla.
Un Abrazo.
Gracias, José Antonio.
EliminarUn abrazo.
Un fuerte abrazo y gracias siempre.
ResponderEliminarGracias, amiga Amalia.
EliminarUn fuerte abrazo.
Ho letto questa storia con molto interesse e mi dispiace che tre innocenti siano stati condannati a morte. Non sempre la giustizia è giusta !! Saluti.
ResponderEliminarMuchas gracias, amiga.
EliminarSaludos.
Manuel buenas noches,necesito contactar con usted para pedirle permiso para la cesión de una foto,como puedo contactar? Un saludo.
ResponderEliminarBuenos días, por favor, póngame su correo que no lo haré público ya que tengo activada la moderación, y ya me pongo en contacto con usted.
EliminarUn saludo.
Tu blog sigue siendo mi favorito
ResponderEliminarMuy amable amigo Juan.
EliminarUn abrazo.
Hola, Manuel!
ResponderEliminarUna historia triste e interesante. Con un desenlace inesperado.
Gracias por tu didáctico y educativo post.
Un fuerte abrazo.
Muchas gracias, Nuria.
EliminarUn fuerte abrazo.
Uma história muito interessante amigo Manuel.
ResponderEliminarUm abraço e bom fim-de-semana.
Andarilhar
Dedais de Francisco e Idalisa
O prazer dos livros
Gracias, Francisco.
EliminarUn abrazo.
Desgraciadamente es un hecho real, y seguramente no habrá sido el único. Que prisas se dieron para cerrar el caso O_O en fin.
ResponderEliminarPor otro lado, parecía que estaba ante un guion o sinopsis de un estupendo thriller. Cómo debía estar de remordimientos el asesino para confesarse a un sacerdote después de veinte años. Que tomen nota algunos que me se yo y que confiesen sus villanías, pero a la policía.
Un fuerte abrazo, Manuel y que tengas un estupendo finde ;)
Esos que tu citas no tienen remordimiento alguno.
EliminarGracias, Gumer, y un fuerte abrazo.
Siempre que se precipita la "solución" a un crimen por presiones políticas o de otros intereses, acaban pagándolo inocentes y en la mayoría de los casos, estos son además personas muy vulnerables.
ResponderEliminarMe ha hecho gracia que el abogado del "Tarta" pudiera ser un antepasado de este Espinosa de los Monteros que conocemos hoy, no me imagino al actual defendiendo a una persona sin recursos.
Como siempre, Manuel, he disfrutado de tu crónica.
Un abrazo,
Muchas gracias, Tesa; y lo mismo que le he dicho a Javi, que perdones porque no había visto este comentario tuyo, hasta hoy.
EliminarUn abrazo.
Justo hoy en la tv2 han dado en forma de serie ...las huellas del crimen ...y por eso he buscado por internet tienes muy buena documentación y qué pena paguen unos inocentes la culpa de otro y claro q bajo confesión y a sabiendas que el sacerdote lo guardaría bajo confesión nunca se sabrá de quien fue el q cometió dicho crimen ...yo mandaba esto a cuarto milenio a veces hablan de estos tristes temas que suceden ...un abrazo
ResponderEliminarMuchas gracias, Javi. Y perdona de que no te haya respondido antes, pero no he visto este comentario tuyo, hasta hoy.
EliminarUn abrazo.