Los Seises.

Los Seises de Sevilla.

Seises y Escolanía constituyen una verdadera institución hispalense, su fundamento legal está está en una bula del Papa Eugenio IV, dada en 1439 a instancia del Cabildo Sevillano, también tenemos otro dato de el 27 de Junio de 1454, por medio de su bula Votis Illis, el Papa Nicolás V concede a la catedral sevillana un maestro de canto para los "niños cantorcicos", los seises. Desde entonces, son algo consustancial con las grandes fiestas litúrgicas de la ciudad de Sevilla.

Este hecho no es exclusivo de la Catedral de Sevilla, hay datos de su existencia en otros lugares, sobre todo en aquellos que estuvieron más expuestos a la influencia del Rito Oriental, pero de todos, solo ha permanecido este de Sevilla.

Los seises parece ser que se forman por evolución a partir de un grupo coral compuesto por niños, en un principio vestidos de angelitos. Hay un notable Reglamento en la Biblioteca Capitular del siglo XVI y un libro de registro de la misma época. 

Es curioso que a partir de 1620 empecemos a tener datos sobre seises castrados con el fin de conseguir unas voces atipladas y potentes, aún en 1829 vivía alguno de ellos.

"La Capilla de Música (de esta Sta Yglesia) con su maestro, ministriles y los niños seises"

 Nicols de Leon Gordº hizo este mapa año de 1747".

Los seises y la Escolanía con su maestro.

Foto: J. Laurent, hacia 1880.

La imagen recoge la intervención de los seises, acompañada de una orquesta, en el momento de salir el paso de la Inmaculada por la Puerta de los Palos de la catedral.

Los Seises 1885. Foto: Francisco García Del Corral.

Cuando se hizo esta fotografía, hacía ya 48 años que se había realizado la aportación del nuevo sombrero - o chamberga - así como las bandas colgantes -o alas en recuerdo del traje de angelito que se supone llevaban antes los seises.

                                                             Seise con traje azul                                                            Seise con traje rojo

Fotos: Simón De la Rosa y López, 1904 (cromofototipia).

La importancia de estas imágenes radica en la categoría cromática conseguida por el método de la fototipia. Los niños van ataviados con los trajes reformados hacia 1838. El traje azul es usado en la Octava de la Inmaculada y, el rojo, en la del Corpus.

Postal 1905 Los Seises de la Catedral, ante la Inmaculada, aunque con la indumentaria propia del Corpus.

Como puede verse en la postal, el traje se compone de un gracioso Baquero de damasco con galón de oro, que se ajusta al cuerpo por una banda de seda blanca; calzón corto de damasco blanco y medias y zapatos blancos también. El sombrero, que conserva puesto durante el baile, es redondo con el ala graciosamente levantada por delante y adornado con plumas. En las manos llevan pequeños crótalos (castañuelas) que hacen sonar rítmicamente a compás de la danza.

La extraordinaria belleza en su conjunto, ha encontrado siempre motivo de inspiración en el arte y la literatura, como el famoso cuadro de Gonzalo de Bilbao y las coplas inspiradas y sentidas de Muñoz y Pabón, sevillanos ambos, en los últimos tiempos; sin contar la música del gran Eslava y del Maestro de Capilla, Sr. Torres.

En 1636 los niños seises dejaron de vivir en casa de los maestros e ingresaron con los niños del coro en el Colegio de San Isidoro.

Grupo de seminaristas junto a la Escolanía Infantil en la Procesión del Corpus, y a la derecha en primer término, su director, D. Ángel de Urcelay.

12 de Julio de 1941 (foto Serrano)

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Yo soy una persona a la que gusta pasar desapercibido, aunque en esta ocasión voy a hacer una excepción.

He sido Seise de la Catedral de Sevilla, de lo que estoy muy orgulloso. Fue en la época de la Escolanía Virgen de los Reyes, una etapa muy bonita de mi vida de la que conservo grandes recuerdos y buenos amigos. Además, tuve la suerte en el año 1964 de ser elegido para posar como Seise para el ilustre pintor Don Alfonso Grosso, para un cuadro encargado por la Catedral Hispalense, titulado "El Centenario del Dogma de la Inmaculada Concepción". Posé en un pequeño estudio que tenía en su casa, cerca de  la iglesia  de Santa Catalina, una copia del boceto creo que se encuentra en la iglesia de la Macarena, ya que se inspiró en esta Virgen para pintar la cara de la Inmaculada. El cuadro, por sus grandes dimensiones, se pintó en uno de los salones del Palacio de las Dueñas, terminándose a finales de 1965, y desde entonces se puede contemplar en la Catedral de Sevilla.

De la estancia del cuadro en el Palacio de las Dueñas os voy a contar una pequeña anécdota. Esto sucedió el 9 de Septiembre de 1965. En Sevilla se decía, que el cuadro lo iban a colgar en la catedral en un sitio muy alto; entonces, mis padres, que aún no me habían visto pintado, decían  que a ver si al ponerlo tan alto,  después no me iban a conocer; así que decidimos ir toda la familia a verlo al Palacio. Cuando llegamos a la puerta, no nos dejaban entrar, a pesar de que mis padres le explicaron que yo estaba pintado en el mismo y querían verme. Bueno, pues mira por dónde, aparece por allí el Cardenal de Sevilla D. José María Bueno Monreal, que me conocía, ya que yo jugaba muchas veces con mis amigos Nicolás Molina y José Miguel Suárez ( a los que mando un fuerte abrazo) en un jardín del Palacio Arzobispal, y por cierto, los tres habíamos recibido la Primera Comunión de manos de Bueno Monreal, en la capilla de Palacio; bueno, al grano, se lo explicamos y el cardenal nos dijo sonriendo, "agarraros todos a mi falda", ofreciéndonos su sotana, "y vamos  para dentro", y entre risas y agarrados los pequeños a su sotana, entramos todos,  ante la mirada atónita del guarda de palacio; por lo que fuimos unos de los pocos afortunados en ver de cerca el impresionante cuadro unos días antes de su traslado a la Catedral, y de conocer mis padres a D. Alfonso Grosso, (Por eso recuerdo la fecha exacta, porque mi padre siempre decía, orgulloso, el 9 de Septiembre de 1965 yo conocí al pintor Grosso y le estreché la mano, con la que pintó a mi hijo).

Cuadro en la Catedral de Sevilla, de "El Centenario del Dogma de la Inmaculada Concepción". Pintado por D. Alfonso Grosso, 1964/65.

(Los dos seises que están junto al nazareno, soy yo)

Otra perspectiva del cuadro.

Postal y cartel del VII Congreso Eucarístico Nacional, celebrado en Sevilla, en el año 1968; y el Seise de la derecha, soy yo.

Coronación de la Virgen de la Esperanza Macarena.
(31 de Mayo de 1964)

Cincuenta y un año después de que se hiciese esta fotografía, ha llegado a mis manos, a través de una amiga, este entrañable regalo, que quiero compartir con todos ustedes.

Corresponde al día de la Coronación de la Virgen de la Esperanza Macarena, donde actuamos los Seises de Sevilla, acompañados al canto por la Escolanía Virgen de los Reyes,  dirigida por Don Ángel de Urcelay.

(El tercero de los niños, por la derecha, soy yo)

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REGLAS DE LOS SEISES, 1598.

El Mayordomo de Fábrica, el doctor D. Bartolomé Olalla de Rojas, racionero de la Santa Iglesia, propúsose cortar a raíz de los desórdenes introducidos en el régimen de vida de los mozos del coro y de los niños cantorcicos, presentando a la aprobación de Cabildo en 1597 una instrucción para el maestro de los primeros, que fue puesta en vigor seguidamente, y otra para el de los seises formulada en 17 de Noviembre de 1598, cuyas cláusulas eran las siguientes:

- Instrucción de lo que ha de hacer y guardar el maestro que tiene a su cargo a los cantorcicos seises desta Santa Iglesia de Sevilla, con la enseñanza del canto, sustento y tratamiento de sus personas.

* Ha de tener cuidado el maestro de los seises que los niños anden bien tratados, limpios y compuestos, con toda crianza y aseo.

* Y por quanto al dicho maestro demas de la media ración se le dan de la Fábrica desta Santa Iglesia cien ducados y quarenta fanegas de trigo, por cortar los inconvenientes que ha habido cerca del vestido de los niños, se ordena que el maestro cobre las quarenta fanegas de trigo y que los cien ducados se queden para el vestido de los seises, asi de opas y sobrepellices como de todo el más vestido y calzado ordinario; y si en un año no se gastasen en esto todos los cien ducados, se le vuelva lo que sobrare dellos al maestro; y si faltare algo se supla la falta de la casilla de la media ración que se le da por libramiento de la Contaduría, y los cien ducados o lo que dellos fuese necesario para este vestido se han de gastar por el mayordomo de la Fábrica desta sancta yglesia con asistencia del maestro.

* El mayordomo de la mesa capitular ha de dar en cada mes nueve mil mrs. al maestro para el gasto ordinario de los niños y suyo, y quando se hiziere el repartimiento de las gallinas, el mayordomo haga cuenta con el maestro conforme al tanteo que hizieren los contadores y conforme a lo que resultare de la quenta, le entregará la hijuela de las gallinas.

* Los niños han de comer con el maestro a su mesa y han de comer y cenar de lo que el comiere y cenare, dandoles lo necesario de manera que no queden quexosos con razón, y hales de dar de almoçar y merendar pan y fruta conforme al tiempo, si no fuere en los días de las vigilias y quatro temporas y media quaresma, los quales días procurará que ayunen y en todo tiempo tendrá quenta que sean muy templados y que no sean glotones ni tengan malas costumbres.

* El maestro ha de tener cuidado de dar las camas a los niños de manera que con mayor decencia y limpieza puedan pasar; y ha de procurar si fuese posible que cada uno duerma de por si en su cama, dandoles la ropa necesaria conforme al tiempo; y el mayordomo de la Fábrica desta sancta yglesia ha de tener cuidado de que esto se haga y cumpla como se ordena, visitando estos niños algunas vezes, quando le pareciese.

* Ha de tener en quenta el maestro que los niños no anden vagando ni se desmanden a salirse de casa, si no fuere con licencia suya y sabiendo la causa o necesidad conque la piden; y cuando hubieren de venir a la Iglesia vengan en orden vestidos con sus opas y sobrepellices y delante del maestro que ha de venir con ellos.

* Demas de exercicio que ha de tener el maestro con los seises en su casa les ha de dar cada día licion publica en esta santa iglesia en el lugar que se señalare una hora a la mañana y otra hora a la tarde, si no fuere en los días de fiesta o de ocupación de la iglesia.

* El maestro no se ha de servir de ninguno de los seises inviandolos a la carniceria ni a la plaça a comprar las cosas del gasto ni del servicio de casa ni les ha de mandar tomar la esportilla.

* Ha de tener mucho cuidado de que los seises sean muy honestos y virtuosos y de que no jueguen naipes ni juren el nombre de Dios ni de los Santos y hara que todos confiesen y los que tuvieran edad comulguen las pascuas de la navidad y resurrección y de Espiritu Santo y las fiestas principales de Nuestra Señora.

* Si alguno de los seises fuere incorregible o no aprovechare en el canto o no tuviere voz para el servicio de la Iglesia, dara quenta dello al señor Deán o al que presidiere para que se provea lo que convenga y el señor mayordomo que los ha de visitar tendra particular quenta de informarse cerca desto y hacer relación en cabildo.

* Los seises han de tener al maestro mucho respeto, temor y reverencia, y le han de obedescer en lo que mandare y ordenare sin atravesar con él respuestas ni razones; y si en algo alguno se sintiere agraviado del maestro acuda al señor deán para que oida su querella provea en justicia.

(Tengo una copia de este bonito pergamino, pero no lo he podido escanear porque es muy grande) la traducción la he tomado del libro: Los seises de la Catedral de Sevilla, escrito por D. Simón de la Rosa y López, 1982).

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Postal del siglo XIX.

Como veremos a continuación en las bulas de Eugenio IV y de Nicolás V, los niños cantorcicos eran seis y de ahí les viene el nombre de Seises, por eso me llama la atención  esta postal del siglo XIX, que nos demuestra que el número de niños fue cambiando con los años; en ella vemos que son ocho los componentes del grupo. Sobre las décadas de 1860/70 en el Corpus y en el Tríduo de Carnaval se aumenta en número de Seises hasta diez; posteriormente es cuando se establece lo que ha llegado hasta hoy día, bailan en grupo de diez, y de lo que hay algunas fotografías de la época, que lo demuestran.

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BULA AD EXEQUENDUM DEL PAPA EUGENIO IV - 1439.

Las bulas Ad  exequendum de Eugenio IV y Votis illis de Nicolás V, dos interesantísimos documentos no publicados hasta el día, nos servirán de fuentes para averiguar cuándo y como aparecieron los seis niños cantorcicos, vulgarmente llamados los seises por su número y por la propensión natural del pueblo a simplificar las palabras en la locución.

Decía el Papa Eugenio IV en la bula ad exequendum: Puestos nuestros vigilantes cuidados en el exacto cumplimiento de nuestro cargo pastoral, constantemente dirigimos la atención al estado de las Iglesias, principalmente al de las catedrales, y empleamos de buen grado el poder de nuestro ministerio, á fin de que sea alabado en ellas el Altísimo con todo el fervor propio de la devoción verdadera y ellas vayan en creciente aumento en cuanto a los intereses espirituales.

Por esta causa, como según una petición á Nos recientemente dirigida por el Deán y Cabildo eclesiástico de Sevilla, algunos niños, constituídos al efecto por ordenación del mismo, hayan acostumbrado cantar ciertos responsorios y sus versos y versículos, así como hacer otra clase de entonaciones en las horas diurnas y nocturnas que se rezan todos los días en el coro de aquella iglesia, insigne entre todas las metropolitanas de la nación española; y como hayan alegado los exponentes que si se les reservara, constituyera y designara para siempre jamás alguna de las raciones enteras de su iglesia, en la cual existen enteras y medias raciones, y esa alguna la aplicaran a la dotación de un maestro perito en gramática y canto cuando menos, de libre nombramiento, separación y sustitución de los mismos, el cual dirigiese, instruyese, proveyese y sustentase a seis niños designados por ellos temporalmente, no sólo saldrían estos bien instruidos en la ciencia y en las costumbres y practicarían con mayor perfección y recogimiento lo que les incumbiese hacer en la iglesia, si que también resaltarían en la misma el mayor decoro y esplendor de su culto; por parte de los dichos Deán y Cabildo Nos fue suplicado humildemente que con benignidad apostólica Nos dignáramos otorgarles la reserva, constitución y designación solicitadas, mirando así por el engrandecimiento de su iglesia; y Nos que deseamos ver en creciente prosperidad el estado de aquella iglesia por virtud de nuestros propios actos ayudados del favor sobrenatural del cielo, accediendo a sus súplicas, con nuestra autoridad apostólica, al tenor de las presentes, reservamos, constituimos y designamos una de las raciones enteras mencionadas, cuyos frutos, rentas y productos no exceden, por cada una, de la suma anual de sesenta libras tornesas pequeñas (1) según el cómputo ordinario, como aseguran el Deán y el Cabildo; entendiéndose la ración que estuviere vacante en la actualidad, si hubiese alguna en este caso, y de lo contrario aquella que, entre las que vacaren más adelante, tengan a bien elegir el Deán y Cabildo, bien por sí, bien por persona legitimamente apoderada al efecto, en el término de un mes, a contar desde que la vacante hubiere llegado a su conocimiento, con todos sus derechos y pertenencias; la cual se aplicará a la dotación de un maestro perito en gramática y canto cuando menos, que será nombrado, separado y sustituido en la forma explicada, para que dirija, instruya, provea y sustente a seis niños designados como queda referido, etc. (2).

(1) Aunque la bula se apreció el importe de una ración entera en sesenta libras tornesas pequeñas anuales, los derechos de annata, o sea de los frutos de un año, sumaron sesenta florines de oro. La libra tornesa pequeña, en el reinado de Carlos VII de Francia, al cual corresponde el año 1439, valía veintitres y medio reales de nuestra moneda corriente; y el florín de oro  español cuarenta y cinco reales de la misma moneda.

(2) El autor ha estimado conveniente traducir al castellano la bula ad exequendum en su parte principal, omitiendo lo referente a las penas señaladas contra sus infractores. (Del libro: Los seises de la Catedral de Sevilla de Simón de la Rosa y López).

Esta entrada se la dediqué con todo cariño, a mi buen amigo y admirado poeta Pedro Luis López Pérez, que en paz descanse, quien falleció en 2017, por eso he quitado el enlace a su blog.

PROXIMAMENTE  POST DE LA ESCOLANÍA NUESTRA SEÑORA VIRGEN DE LOS REYES DE SEVILLA.