Tradiciones y leyendas sevillanas. (I)
Don Miguel Mañara y Don Juan Tenorio.
A pesar de que los trabajos realizados por concienzudos críticos y sabios investigadores, han dado luz suficiente para poderse afirmar que el caballero Don Miguel Mañara no fue aquel pendenciero burlador de Sevilla, que ha dado tanto de hablar con sus liviandades y devaneos, la fantasía popular ve en el venerable varón el prototipo del calavera Don Juan Tenorio.
Y a forjado alrededor de la simpática figura, no una, sino varias leyendas inspiradas en amoríos, locuras y muerte.
Una de las más interesante, es la que dio nombre a la estrecha calle, del barrio de Santa Cruz, que se titula de la Gloria, y que se llamó antes del Ataúd por el suceso que urdió la leyenda.
Se cuenta, que durante la noche el joven y enamorado D. Miguel, había enturbado su juicio con derroche de vino y de lujuria en lupanares y mancebías de la Laguna, en los aledaños del Arenal sevillano, y que malgastando la salud, y las horas, había ido, de tasca en tasca, hasta dar con el callejón, que va desde la Plaza de doña Elvira, hasta la de los Venerables.
Comenzaron a despuntar las claras del día, cuando don Miguel se encontraba en tan recóndito lugar, entre la soledad más triste y desamparada. Y súbitamente el silencio, que no había sido antes turbado sino por las campanas del Convento de las Teresas, fue lo que en aquellas horas por unos cantos funerarios que llenaban al fuerte ánimo, de pavor, y que honda impresión produjeron en el espíritu del libertino joven aquellos tristes rezos, y movido por la mayor curiosidad, fue con inseguros pasos hacia el sitio por donde se acercaban.
Entonces, una nueva impresión vino a aumentar los sentimientos, de temor y de miedo, que ya iban embargando su ánimo, ya que hacia él, llegaba una procesión de frailes y de encapuchados, que traían hachones encendidos, precediendo a otros fúnebres personajes, portadores de un ataúd.
Don Miguel Mañara, atolondrado y aturdido, se acercó a una pared de la estrecha calle, para darle paso, y en medio de su estupor y aturdimiento, preguntó que quién era el difunto, y quienes lo llevaban, abrieron entonces el ataúd, viendo el joven burlador, lleno del mayor asombro y de los más profundos temores, que él mismo era el muerto, a quien llevaban a enterrar.
Iglesia y hospital de la Santa Caridad, de Sevilla.
Desde aquel instante -dice la leyenda- el bravo y pendenciero galán sevillano, comenzó a arrepentirse de su vida azarosa, inaugurando la vida de humildad y de virtudes que enaltecen y glorifican su memoria.
Una de sus obras más santas y perdurable, fue la fundación del Hospital de la Santa Caridad, en parte de las Atarazanas del Rey y muy cerca de la famosa Torre del Oro. En él, eran recogidos los pobres viandantes sin pan y sin albergue, y los enfermos contagiosos, y los hermanos también, daban cristiana sepultura a los ahogados y a los ajusticiados.
Más no solo se preocupó el insigne D. Miguel de dotar al Hospital de la Santa Caridad, de cuanto le fuera necesario para el misericordioso servicio, sino que enriqueció a su iglesia con las mejores galas del arte.
Y luego -según la leyenda-, plantó por sus propias manos ocho rosales en macetas, que decoran el más recóndito y alegre patio del Hospital, siembra hecha en recuerdo de otros tantos pecados de amor.
Se añade, que a pesar del tiempo pasado, ninguno ha perecido ni dejado de florecer, cuando la estación maravillosa de la primavera, y que para regarlos todas las noches bajan ángeles hasta ellos, regándolos como un benéfico rocío.
Prodigiosa imaginación la de este pueblo sevillano, que todo lo embellece de poesía.
SI DESEAS CONOCER OTRAS LEYENDAS Y TRADICIONES SEVILLANAS, POR FAVOR, HAZ CLIC: AQUÍ.
Casa-palacio de la calle de los Levíes, donde nació y vivió el famoso caballero D. Miguel de Mañara.
Fuentes: Bibliografía y archivo particular.
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Es un hombre cuya vida siempre me ha fascinado. Visitar el Hospital de la Caridad es entender su vida y su legado y es algo que recomiendo a todos los que conozco.
ResponderEliminarBesos
Gracias, Isabel.
EliminarUn beso.
Otra entrada preciosa, me ha encantado. Besitos.
ResponderEliminarGracias, teresa.
EliminarUn beso.
Interesante leyenda que me ha hecho pensar en la cantidad de gente que debería de ver un lúgubre desfile cómo el que vió D. Miguel de Mañara por si así cambiaban.Saludos cordiales
ResponderEliminarGracias, Charo.
EliminarSaludos.
Esa leyenda ha dado lugar, a esa famosícima obra, que todos hemos visto en algún día de nuestra vida.
ResponderEliminarBesos
Gracias, Antonia.
EliminarBesos.
Hola, mi querido amigo!
ResponderEliminarGracias por tu visita e palabras tão gentis, qto ao vídeo k coloquei en mi blog y k tal como tu acho merveilleux. Me gusta muitíssimo la música francesa.
Tu post es tão completo, k no sé como lo comentar y también como soy portuguesa, nunca ouvi hablar de estas personagens.
Las fotos son un encanto, palácios, calles, etc.
Te prepara k o calor vem 5ª feira.
Besos y dias muy felices.
Gracias, Cielo.
EliminarUn beso.
Oi Manoel, muito interessante gostei de ler e
ResponderEliminarconhecer.
Obrigada pela sua sempre presença lá na casa, lembrando que
todo o dia primeiro de cada mês tem post novo por lá...
PAZ E BEM e uma boa entrada de mês de agosto.
janicce.
Muchas gracias.
EliminarUn abrazo.
Realmente genial
ResponderEliminarGracias
Muchas gracias, Mark.
EliminarSaludos.
Que bonita leyenda. No estaría nada mal que a los poderosos de vida dudosa por diferentes causas, les pasara lo que a D. Miguel y se vieran en su propio ataúd, todo iría mejor en el mundo, jajaja.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho Manuel.
Un abrazo.
Gracias, Elda.
EliminarUn fuerte abrazo.
Una historia muy de la época, de arrepentimientos y visión de la muerte ante la cual se produce la caída del caballo, como san Pablo. Así se entiende el encargo de los cuadros a Valdés Leal para el Hospital de los Venerables, que tan representativos son del barroquismo más puro.
ResponderEliminarUn saludo
Gracias, Carmen.
EliminarSaludos.
Verse en un ataúd da para mucho, que susto!
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Alfred.
EliminarUn abrazo.
Conozco el Hospital de la Caridad, la leyanda de los rosales de D. Miguel, la impresioanante y maravilloa capilla, la fachada del edificio, ya es en sí, una joya de retablo. Pasear por tu blog es complementar y valorar con minuciosos detalles lo que has visto de Sevilla, yo te lo agradezco, es un trabajo impagable.
ResponderEliminarBuen verano, con abanico, búcaro, y todo lo que valga para defenderte del calor ¡Ofú!
Un besote.
Gracias, Mari Carmen.
EliminarBesos.
Gracias.Don de sabiduría que nos hace comprender la maravilla insondable de Dios y nos impulsa a buscarle sobre todas las cosas y en medio de nuestro trabajo y de nuestras obligaciones. Gracias, por darnos a conocer esa sabiduría que Dios le ha regalado, gracias por su amistad y sencillez, que Dios ilumine sus paso y le conceda lo que pide su corazón un feliz y bello verano, gracias. La amistad es un don que se recibe en la medida en la que la das! gracias por ser un don para todos nosotros que nos acercamos a este sagrado lugar, un fuerte abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Flor.
EliminarUn fuerte abrazo.
Hola Manuel, no me extraña que cámbiese ya que menudo susto el verse metido en un ataul, creo que lo haríamos todos:), interesante leyenda y magnifica colección de imágenes antiguas.
ResponderEliminarSi no te molesta te sigo.
Besos.
Piruja, de molestar nada sino todo lo contrario, es siempre un placer tenerte por aquí.
EliminarUn beso.
Toda una leyenda esta que nos muestra el arrepentimiento de este joven. Quizás esta y otras le sirvieron a Zorrilla de inspiración para su obra.
ResponderEliminarSaludos.
Gracias, Tomás.
EliminarSaludos.
Hola Manuel, un placer volver a leerte y disfrutar de esta detallada información con fotos del pasado que nos regalas de tu querida Sevilla.
ResponderEliminarEstas fotos antiguas nos transportan al pasado.
Me gustaría poder volver a Sevilla y visitar esos lugares un día.
Un abrazo.
Ambar
Muchas gracias, Ambar.
EliminarAbrazos.
Un buen resumen de leyendas que nos llevan a vivir el momento de la realidad del lugar.
ResponderEliminarUn feliz fin de semana.
Gracias, Mari.
EliminarUn abrazo.
Me han encantado las leyendas que has recopilado. ¡¡Ya he vuelto de mis vacaciones!! Pronto empezare a daros la murga con mis cuentos, leyendas y realidades.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo amigo Manuel
Gracias, María de los Ángeles.
EliminarUn fuerte abrazo.
Qué interesante!!.
ResponderEliminarTodo un placer leerte.
Un fuerte abrazo y muy feliz Agosto.
Muchas gracias, Amalia.
EliminarUn fuerte abrazo.
Cuánto aprendo contigo Manuel, fabulosa entrada, muchas gracias, un fuerte abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Lola.
EliminarUn fuerte abrazo.
Sin duda que los sevillanos gozan de una imaginación prodigiosa!!
ResponderEliminarSimpática la leyenda e interesante el fondo.
Un fuerte abrazo Manuel.
Gracias, Ángela.
EliminarUn fuerte abrazo.
Como siempre tu Manuel mostrando bellezas antiguas que formaron parte de tu historia...bello.....besos :*
ResponderEliminarGracias, Patty.
EliminarUn beso.
Hola Manuel.. el mundo no sería mundo si no estuviera escrito por sus innumerables leyenda.. Una entrada muy bonita y con mucho duende.. Feliz día..
ResponderEliminarMuchas gracias, Ana.
EliminarUn saludo.
Siempre me encanta pasar por este blog y conocer más curiosidades como estas
ResponderEliminarUn saludo, Manuel.
Muchas gracias, María.
EliminarUn abrazo.
Qué aburrido sería el mundo, apreciado Manuel, si no fuera por las leyendas, sobre todo sevillanas.
ResponderEliminarSaludos australes.
Muchas gracias, esteban.
EliminarUn abrazo.
Son figuras alimentadas por la fantasía popular, pero que al final las dos historias la real y la imaginaria siempre intenta dar una lección al personaje de la misma manera y por los mismos motivos, un castigo a una vida disoluta.
ResponderEliminarEncantada de leerte y aprender más.
BESOS
Gracias, María José.
EliminarUn beso.
Ancora un bel post su Siviglia. Complimenti Manuel, sei veramente un innamorato della tua terra, come io di Venezia. Buon proseguimento di settimana.
ResponderEliminarMuchas gracias, amigo Elio.
EliminarUn abrazo.