Cabalgata de los Reyes Magos, de Sevilla.

Los Reyes Magos en Sevilla.

Hubo una vez en Sevilla un hombre bueno, de alma limpia. como aquellas que, al decir de la Escritura, están engalanadas con la dulce sabiduría del corazón. Era - ¿como no?- escritor y poeta y solía divagar por la ciudad de la gracia, para descubrir en el silencio nocturno los matices de los claros de luna, o bañarse el espíritu en las luces moradas del atardecer sevillano. Cuentan sus amigos que una noche fría del 5 de Enero en una calle estrecha del barrio de Santa Cruz, un golfillo harapiento, le pidió una limosnita y el poeta sintió, como el héroe de la anacreóntica el dardo cupidinesco de la caridad. Aquella noche José María Izquierdo debió parecer al mendigo un verdadero Rey Mago. Porque en su hogar hubo pan y, como la ocasión pedía, golosinas y juguetes. Pero las cosas de los poetas. Una mente fecunda, una imaginación fértil no podía contentarse con la obra caritativa esporádica y aislada. Con toda seguridad que aquella noche de 1917, José Marías Izquierdo vio en sueño venir de Oriente a los Reyes Magos, en impresionante cabalgata, cargada de tesoros fabulosos, para que ya nunca más los niños pobres de Sevilla mendigaran y pasaran frío la víspera de Reyes. Como don Miguel de Mañara, a quien el joven escritor y ateneísta, se parecía en la adustez y severidad del semblante, Izquierdo sería fundador. Y su religión tendría por norma una fiesta institucional, toda ilusión y fantasía: La Cabalgata de los Reyes Magos.

La estrella de Oriente.

Ya en el año 1918, Sevilla entera soñó también el mismo sueño de José María Izquierdo, porque el Ateneo aceptando plenamente la feliz iniciativa, invitó a los Reyes de Oriente a pasearse por las calles, regalando a los niños sus dones. De entonces a ahora, sevilla, que siempre sabe crear tradiciones estéticas, incorporó definitivamente a sus efemérides más brillantes, la fantástica Cabalgata, en la que por un milagro poético se producían cada año las más originales metempsicosis.

Esta primera Cabalgata de los Reyes Magos de Sevilla estuvo formada de la siguiente forma: al frente iba la Guardia Municipal seguida de 4 trompeteros, 20 heraldos con hachones y banderas, y detrás los Reyes Magos: Melchor en un caballo blanco  y Gaspar y Baltasar en sendos camellos.

La comitiva salió de la sede del Ateneo en la calle Lombardos y siguió por Méndez Núñez, Plaza de San Francisco, Plaza del Salvador, Plaza de Mendizabal (Alfafa) y Plaza de San Leandro, deteniéndose en el Asilo de San Fernando, continuó por Santa Catalina y San Luis e hizo un alto en el Hospicio. Una vez hecho el reparto de juguetes volvió al Ateneo por San Luis, feria, Dr Letamendi, Amor de Dios, Tetuán y Lombardos.

El Rey Melchor.

El Rey Gaspar.

El Rey Baltasar.

En 1924 transmigró nada menos que a forma de Rey Mago, el ala de D. Jacinto Benavente. Años después espíritus celestes, como era la obra inmortal ovidiana, tramutaron al ilustre pintor Alfonso Grosso en Baltasar, a Casimiro Ortas en Gaspar, a Eduardo Marquina en Melchor. Las crónicas de la ciudad hablarán siempre de aquellos Magos, en quienes vivía el rostro del malogrado Pepe Losada, o la cara triste netamente oriental, como hecha para poblar de armonía un Alcázar árabe, de Joaquín Romero Murube.

El Rey Gaspar saluda por radio a los sevillanos

Los Reyes Magos son recibidos por el Ayuntamiento

Los niños del Hospicio obsequiados por los Reyes

Es costumbre tradicional en los anales de esta fiesta, que los Reyes Magos, después de su paseo triunfal por la ciudad de Sevilla, vayan a los más lejanos de los barrios a encender una centella de alegrías y de ilusión en el alma de los pobres niños, que o no conocieron a sus padres, o viven acogidos a la caridad pública en las instituciones benéficas y religiosas.

El Rey Gaspar con un grupo de pequeñuelos del Hospicio.

Grandes y fastuosos cortejos, centenares de jinetes con faroles y estandartes, elefantes, camellos, carretas tiradas por enjaezados bueyes y cargadas de regalos, borriquillos que llevan a cuestas verdaderos bazares, música, coros pastoriles cantando villancicos, carrozas de hadas y hechiceros, todo un equipo, en fin, de lujosa comitiva oriental ha venido escoltando en estas diez décadas la regia aparición de los Magos en la calles de Sevilla.

Don Jacinto Benavente (Gaspar), el día 6 de Enero de 1924 en el Hospicio, para hacer la entrega de juguetes a los niños de este Centro. Le acompañaron en la Cabalgata Don Adolfo Lama Collado (Melchor), y Don Santiago Martínez Martín (Baltasar).

No puedo dejar en el olvido, la magnífica labor que desde antaño han llevado a cabo también, las Hermandades de todas las parroquias sevillanas, donde todos los años, en Enero, se reparten juguetes a los niños más necesitados. Se distinguen en esta foto del año 1932: muñecas, aros de madera, mueblecitos, recortables, saltadores, etc.

Fuentes: Bibliografía y archivo particular.