Poeta, Gustavo Adolfo Bécquer.
Tenía preparada esta entrada, con un resumen de la vida de Gustavo Adolfo Bécquer, de su obra, algunos datos biográficos del poeta, más las fotografías que van a ver a continuación; pero, hace unos días, leyendo un periódico de 1930, -sí, porque muchas noches, suelo leer y rebuscar noticias que poderles contar, en periódicos antiguos-, encontré un artículo sobre Bécquer, firmado por Alonso de Contreras, que para mi modesto entender, es de gran valor literario, así, que he decidido incluirlo en esta entrada, esperando que sea de su agrado.
Retrato de Gustavo Adolfo Bécquer, tomado en el estudio de Pedro Martínez de Hebert, en 1867, es decir, tres años antes de su muerte.
"Por aquí, con este cielo, y con esta luz y con este carácter que nos cupieron en suerte en el reparto general de dichas y desdichas, se siente como en ninguna otra parte del mundo la hermosa y sana alegría de vivir. Nada tienen que hacer en esta tierra los melancólicos sino emigrar o morirse de tedio. Todo en Sevilla se echa a broma y es asunto de regocijo o de burla...
El maestro Rodríguez Marín, espíritu optimista, jocundo, cuya prosa rezuma la gorja retozona de la tierra bética, desahucia con sus frases del predio sevillano a los ingenios macerados y entristecidos. "Nada tienen que hacer en esta tierra los melancólicos..". Yo veo surgir frente a esta palabras, la sombra augusta del espíritu más sutil, más tierno, más sensible y melancólico que ha brotado de esta raza española: Bécquer."
Gustavo Adolfo Bécquer, a los veinticuatro años. Pintado por su hermano Valeriano Bécquer.
"El gran poeta sevillano, como avecica herida, cantó con gorjeos celestiales en el tejaroz de su alma las penas, tribulaciones y amarguras de los corazones que sufren congojas de amor, recios embates de la fortuna. Su palabra no es cortadora espada, ni peligrosa catapulta, ni su ademán tiene el empaque ni gallardía de otros vates españoles, enfáticos, rudos y prestos siempre a los combates y a la pelea. Bécquer, es una mariposa evangélica y el santo Job lo hubiera estrechado contra su pecho, llamándolo hermano.
Dios cargó sobre los hombros del peregrino trovador, una tan fuerte carga sentimental, que hizo que a los primeros pasos el poeta cayera sangrando las manos y las rodillas.
Bécquer come su pan de lágrimas a la vera del camino entre la indiferencia de los hombres, y su queja es tierno balido de ovejuela perseguida, y su palabra es blanda y tierna, como vaho de niño.
¡Y es Sevilla, la tierra alegre y bulliciosa, la que da al mundo el poeta más profundamente melancólico que ha visto los siglos!, ¡y es que las musas béticas hilan y tejen en las floridas campiñas andaluzas los áureos pañales que ha de envolver los corpezuelos blandos de los dos ángeles de luz y de sombras: la Risa y la Tristeza!.
Una mujer envenenó mi alma,
otra mujer envenenó mi cuerpo;
ninguna de las dos vino a buscarme,
y de ninguna de las dos me quejo.
¡Y es Sevilla, la tierra alegre y bulliciosa, la que da al mundo el poeta más profundamente melancólico que ha visto los siglos!, ¡y es que las musas béticas hilan y tejen en las floridas campiñas andaluzas los áureos pañales que ha de envolver los corpezuelos blandos de los dos ángeles de luz y de sombras: la Risa y la Tristeza!.
Un rincón de "La Venta de los Gatos", lugar donde se desarrolla la acción de una de las más bellísimas narraciones, del gran poeta sevillano.
En presencia del teniente alcalde de Sevilla, Sr. Zibitrosky, se celebró el acto de descubrimiento de una lápida en memoria de Bécquer, en la famosa Venta de los Gatos, en el año 1928.
En presencia del teniente alcalde de Sevilla, Sr. Zibitrosky, se celebró el acto de descubrimiento de una lápida en memoria de Bécquer, en la famosa Venta de los Gatos, en el año 1928.
Casa de la calle Conde de Barajas, de Sevilla, donde nació Bécquer el 17 de Febrero de 1836, y posterior residencia del famoso torero "Fuentes".
Las dos Mujeres. Y será esta tierra, por obra y gracia del poeta, la Jerusalen de los melancólicos, de los dolientes y míseros, a los que el Amor los pungió tan exacerbamente, que sus espíritus, envueltos en cendales de nostalgia y melancolía, buscan para su consuelo al espíritu hermano. Los tímidos y débiles, las almas exquisitas que buscan en la resignación un lenitivo a sus pesares, acudirán a la fuente becqueriana a saciar su sed.Una mujer envenenó mi alma,
otra mujer envenenó mi cuerpo;
ninguna de las dos vino a buscarme,
y de ninguna de las dos me quejo.
- - * - -
Me ha herido recatándose en las sombras,
sellando con un beso su traición;
los brazos me echó al cuello,
y por la espalda partióme a sangre fría el corazón.
Y ella prosigue alegre su camino,
feliz, risueña, impávida.... ¿Y por qué?,
porque no brota sangre de la herida,
porque el muerto está en pie.
En esta pila de la parroquia de San Lorenzo, fue donde Bécquer, insigne autor de las rimas, recibió las aguas bautismales.
"Su reino no es de este mundo". En la interesante biografía de Bécquer, hecha por un escritor del talento y de la exquisita sensibilidad de José Andrés Vázquez, hay una página -entre otras- de gran fuerza emotiva. Es cuando muere el insigne vate en Madrid.
"De madrugada -dice el biógrafo-, entró enfermo en el periodo agónico, y a las diez de la mañana expiró. No había cumplido aún los treinta y cuatro años de existencia, ni habían transcurrido todavía cuatro meses completos del fallecimiento de Valeriano.
Sus postreras palabras enigmáticas, fueron: "Todo mortal..."
Durante el transcurso de la enfermedad fueron a visitarle sus amigos más fieles, entre ellos Eusebio Blasco, que refiere así la impresión de su visita al compañero doliente:
"....En sus últimos días de la enfermedad, fui a ver a mi pobre amigo, y su interior me hizo desear que muriese pronto.
Da placer al ánimo y envidia de la vida matrimonial, ese hogar pobre y limpio, donde compiten en delicadeza los niños y las flores, la alegría de la felicidad íntima e ignorada....Pero la casa descuidada, el cuarto en desorden, la compañera del poeta, que no sabe hablaros de nada; el enfermo solo y entregado a la desesperación sorda....¡Oh que triste fin, que horrible martirio para quien nació con alas de águila y debía morir como el último de los más pedestres!
La luz en un vaso
ardía en el suelo...
iluminaba el moribundo rostro de Bécquer la noche en que su alma enamorada dejaba la tierra.
La mujer mascullaba un sollozo en otro aposento....Sentíase en derredor del fementido y solitario lecho, como un revolotear de ángeles invisibles.
-Hacía bien en morir- le dije a un compañero-, porque su reino no es de este mundo"
El templo de la melancolía. Amaba sus desdichas. Sus labios besaban con amoroso afán la garra impecable que lo iba despedazando. A cada golpe de hacha brotaba de su corazón la encendida flor de una estrofa o una rima, y su fantasía va convirtiendo el andrajo en púrpura; el duro cacho de pan, en manjar deleitoso, y el lecho de guijas, en blanda cama principesca.
Junto al poeta desventurado camina, sin pereza, el fantasma de su propio destino, el sembrador fatídico de malandanzas y tristezas, que hostiga a su víctima implacablemente.
Mi vida es un erial,
flor que toco se deshoja;
y en mi camino fatal,
alguien va sembrando el mal
para que yo lo recoja.
Su voz es arrullo dulce, suave plañido, retiñir triste de campana llamando a la comunión, en el templo de la Melancolía, a todas las almas prisioneras y heridas por la desventura. Y en el negro hoyo de su vivir arde su corazón como tea, soportando las nieves de las realidades agobiantes. Y no enjuicia al mundo, ni lo hiere con su estro, ni lo anatematiza.
No devuelve tampoco el mal que le dieron, levantando así un monumento a la Resignación; Bécquer es el poeta representativo de la raza, la voz articulada de un pueblo que soporta los golpes de la fortuna con estoicismo admirable.
Es una golondrina que se escapa de los templos cristianos, llevando en sus alas -de febles apariencias- la fuerza extraordinaria que abatió el Imperio de los Césares y dictó al mundo la nueva ley.
Y no es extraño ver en aquel delicado rincón, donde revolotean las pintadas mariposas, algún viajero taciturno que se para frente a la efigie del vate y lee las páginas de un libro con unción y recogimiento; y a veces cruje la fina arena del paseo, y asoma por entre las cortinas de hojas el busto de una mujer, cubierta la cara con negro velo, que avanza temerosa y anhelante, como si acudiera a una cita de amor.
La dama deja en el mármol la ofrenda de un ramo de flores, envuelto en la invisible e impalpable envoltura de los suspiros, y se marcha.
Y esta silenciosa romería de las almas enamoradas, es el tributo y desagravio hecho al poeta que sembró su vida de amor, y ahora recoge la próvida cosecha.
Junto al poeta desventurado camina, sin pereza, el fantasma de su propio destino, el sembrador fatídico de malandanzas y tristezas, que hostiga a su víctima implacablemente.
Mi vida es un erial,
flor que toco se deshoja;
y en mi camino fatal,
alguien va sembrando el mal
para que yo lo recoja.
Su voz es arrullo dulce, suave plañido, retiñir triste de campana llamando a la comunión, en el templo de la Melancolía, a todas las almas prisioneras y heridas por la desventura. Y en el negro hoyo de su vivir arde su corazón como tea, soportando las nieves de las realidades agobiantes. Y no enjuicia al mundo, ni lo hiere con su estro, ni lo anatematiza.
No devuelve tampoco el mal que le dieron, levantando así un monumento a la Resignación; Bécquer es el poeta representativo de la raza, la voz articulada de un pueblo que soporta los golpes de la fortuna con estoicismo admirable.
Es una golondrina que se escapa de los templos cristianos, llevando en sus alas -de febles apariencias- la fuerza extraordinaria que abatió el Imperio de los Césares y dictó al mundo la nueva ley.
Monumento a Bécquer, erigido en el Parque María Luisa, de Sevilla.
La dama de las flores. Los ilustres dramaturgos señores Alvarez Quintero, en los cuales se aúnan en feliz maridaje el talento, el ingenio y la caballerosidad, prohijaron hace años la idea de elevar un monumento a Bécquer, en Sevilla.Y no es extraño ver en aquel delicado rincón, donde revolotean las pintadas mariposas, algún viajero taciturno que se para frente a la efigie del vate y lee las páginas de un libro con unción y recogimiento; y a veces cruje la fina arena del paseo, y asoma por entre las cortinas de hojas el busto de una mujer, cubierta la cara con negro velo, que avanza temerosa y anhelante, como si acudiera a una cita de amor.
La dama deja en el mármol la ofrenda de un ramo de flores, envuelto en la invisible e impalpable envoltura de los suspiros, y se marcha.
Y esta silenciosa romería de las almas enamoradas, es el tributo y desagravio hecho al poeta que sembró su vida de amor, y ahora recoge la próvida cosecha.
Fuentes: Bibliografía y archivo particular.
Buena información sobre el poeta. Gracias!
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Alfred.
EliminarUn abrazo.
Maravillosa y emotiva entrada.Cuando estuve en Sevilla fui a visitar al parque de Mª Luisa a visitar el monumento a Becquer y me fascinó......que triste y corta la vida de este gran poeta.Saludos cordiales
ResponderEliminarGracias, Charo.
EliminarUn saludo.
Estupenda entrada! Como siempre te digo, haces un trabajo excelente.
ResponderEliminarUn abrazo
Clara
Muchas gracias, Clara.
EliminarUn abrazo.
Otro muy buen reportaje. Bécquer es uno de mis poetas favoritos. Gracias y abrazos.
ResponderEliminarMuchas gracias, Teresa.
EliminarUn abrazo.
Estimado Manuel me encanta este poeta, así que leer tu trabajo es un lujo, muchas gracias. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Lola.
EliminarUn fuerte abrazo.
!Pensar, Manuel, que una pluma de excelencia como la de Becker, capaz de recoger con tanto arte las emociones de los enamorados, vio morir a su dueño a tan temprana edad!
ResponderEliminarSu temprana partida privó a la lengua castellana de quizás cuántas otras maravillas sobre las penas de amor.
Muchas gracias, Esteban. Me ha gustado mucho tu comentario.
EliminarUn fuerte abrazo.
Poco sé de Becquer, pero ahora estoy listo a leerlo
ResponderEliminarPaz
Isaac
Gracias, Isaac.
EliminarSaludos.
¡Un post imperdible, Manuel!
ResponderEliminarFue una pena que muriese tan joven. Siempre me llamo la atención esa melancolía inherente a su producción literaria.
Besos
Gracias, Isabel.
EliminarUn beso.
Toda una reflexión ...
ResponderEliminarSaludos
Mark de Zabaleta
Gracias, Mark.
EliminarSaludos.
Loas a la creación lírica de Bécquer, a su sentimiento poético, muy del gusto de la época. Me llaman la atención las fotografías que nos enseñas con un poeta de rostro un poco diferente del que nos tiene acostumbrado el retrato extendido y que todos conocemos (y que incluyes también en la entrada).
ResponderEliminarUn saludo
Gracias, carmen.
EliminarUn saludo.
Una preciosa e interesante información, toda ella me ha parecido una prosa poética contando avatares de la vida de este poeta que a decir verdad, fue el primero que comencé a leer en Rimas y Leyendas, un libro de mis hijas cuando estudiaban, eso sí, muy tarde porque nunca me llamó la poesía... y poca leo :)))
ResponderEliminarMe encantó esta entrada Manuel.
Un abrazo.
Gracias, Elda.
EliminarUn abrazo.
Mais uma interessante partilha.
ResponderEliminarAbraço.
Olhar D'Ouro - bLoG
Olhar D'Ouro - fAcEbOOk
Olhar D'Ouro – yOutUbE * Visitem & subcrevam
Gracias, Rui.
EliminarUn abrazo.
Bécquer es uno de mis poetas favoritos . Soy muy romántica y sus poemas me encantan.
ResponderEliminarLástima su prematura muerte.
Ha sido un placer visitarte.
Un fuerte abrazo.
Gracias, Amalia.
EliminarUn fuerte abrazo.
Me ha gustado leerlo Manuel.
ResponderEliminarGuardo con mucho cariño un libro de Rimas de él, una edición 1945. Era de mi madre.
Gracias por esta entrada.
Besos.
Gracias, Laura.
EliminarBesos.
Amigo Manuel,es una gozada entrar en tu blog
ResponderEliminarGracias, Juan.
EliminarUn abrazo.
Mi primera impresión al ver la primera foto pensé que seria algún familiar pero no el ya que tiene poco que ver con el celebre cuadro de su hermano.
ResponderEliminarQuizás me adelante pero los dos hermanos pasaron por tierras sorianas.
Saludos.
Gracias, Tomás.
EliminarUn saludo.
Hola, Manuel.
ResponderEliminarMuy interesante esta información de Bécquer... Yo poco sabía de este poeta pues como ya sabes, soy invidente y nunca pude leer un libro hasta hace 16 años que aprendí el método Braille, el cual me abrió paso a mi autonomía personal... y cómo no, a la lectura. Pero todavía no he leído nada de él.
De las fotos poco puedo opinar, pero estoy segura que también tendrán su encanto.
Te dejo un fuerte abrazo.
Gracias, Piedad.
EliminarUn fuerte abrazo.
Un romántico cuya obra enamora.
ResponderEliminarTanto sus poemas, como rimas y leyendas, son una verdadera joya.
Te agradezco esta preciosa entrada con un rico y detallado contenido.
Cariños.
kasioles
Muchas gracias, amiga.
EliminarUn abrazo.
Hola Manuel.Me ha parecido muy triste la vida y muerte de este gran poeta.¡Que descanse en paz!
ResponderEliminarMuchas gracias por tu trabajo tan bien elaborado y por las fotografías de la época que lo acompañan.Me ha gustado mucho.
Un abrazo
Gracias, carmen.
EliminarUn abrazo.
Manuel, bravo por ti, Bécquer fue el poeta favorito de mi adolescencia, le llevaba siempre en mi mochila y si sus rimas me elevaban al cielo, sus leyendas, esas ya, desbordaban mi imaginación. Nunca, ningún chaval del Instituto a los que doy clases de literatura, se ha resistido a leer las leyendas de Bécquer, y sobre todo El monte de las ánimas.
ResponderEliminarSiempre he puesto cara al poeta con la foto que tú has puesto cuando tenía 24 años y le pintó su hermano.
Desconocía muchas de las cosas que tú has dejado en tu entrada, por eso, NARRADOR DE CRÓNICAS, te doy las gracias desde el alma.
UN gran abrazo con cariño, Manuel.
Muchísimas gracias, Ángeles.
EliminarUn gran abrazo.
Querido amigo, Manuel te felicito una vez más por este magnífico reportaje sobre la vida y muerte del poeta. Me encanta venir a este rincón tuyo y llenarme de tantas cosas interesantes que nos ofreces tan bien documentadas y de manera tan generosa. Recuerdo en mis largos años en Sevilla visitar el monumento a Bécquer. La última vez que visité la ciudad también estuve en el parque e incluso me hice una fotografía al lado del monumento. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarGracias, Maripaz.
EliminarUn fuerte abrazo.
Hola Manuel, un merecido homenaje preciso y precioso en el trenzado narrativo que has realizado en esta semblanza tan encantadora y emocionante. Junto con Neruda, Bécquer es mi poeta preferido y alguna vez he abierto alguna reseña con una frase suya. Me gusta especialmente esta: El alma que puede hablar con los ojos, también puede besar con la mirada. -Gustavo Adolfo Bécquer.
ResponderEliminarUn gran abrazo y gracias por este regalazo en forma de entrada.
Muchas gracias, Miguel.
EliminarUn fuerte abrazo.
Siempre es un placer pasar a leerte, Manuel, pero hoy me ha gustado especialmente, ya que Bécquer me apasiona. Antes incluso estudiaba sus versos para sabérmelos de memoria. Precioso artículo el que nos traes. Besos.
ResponderEliminarGracias, Verónica.
EliminarUn beso.
Gracias, por este sencillo compartir, donde se mezcla el saber la belleza y la poesía.En el fondo, un poema no es algo que se ve, sino la luz que nos permite ver. Y lo que vemos es la vida. Gracias, un fuerte y grande abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Flor.
EliminarUn fuerte abrazo.
Muy interesante y muy ameno, Manuel! Gracias!
ResponderEliminarUn fuerte abrazo :)
Gracias, Gumer.
EliminarUn fuerte abrazo.
Sólo puedo agradecerte que hayas compartido este artículo Manuel, muy ilustrativo sobre el lenguaje, la narrativa de la época y la vida de ese gran personaje.
ResponderEliminarBécquer es el ídolo y el maestro que me hizo descubrir la poesía en mis años estudiantiles, musicalidad, frescura y melancolía en sus rimas, siempre vigentes como los sentimientos y emociones humanas.
BESOS … Feliz Domingo !!
Muchas gracias, maría José.
EliminarUn beso.
Me ha gustado mucho aprender más de Bécquer, el gran romántico y me has hecho pensar en alguno de esos versos que aún recuerdo de la escuela.
ResponderEliminar"Su reino no es de este mundo" acertada la reflexión porque esos pobres poetas románticos eran de lo más triste y parecían no encajar en ningún lado.
Besos
Muchas gracias, Conxita.
EliminarUn beso.
Muy buena entrada, Manuel. Saludos.
ResponderEliminarGracias, amiga.
EliminarUn saludo.
Por un momento me has hecho recordar mi tiempos de estudiante, cuando tenia que memorizar algunos datos, entre otros a este personaje, o Miguel Delibes, a Quevedo, o Fernando Rojas y algunos más, como siempre ha sido un placer leerte.
ResponderEliminarMuchas gracias, Margot.
EliminarUn abrazo.
Hola Manuel.
ResponderEliminarDe Bécquer conozco bastante y en mi profesión también lo he dado a conocer.
Por eso he disfrutado tanto con tu entrada magistral.
Me quedo con estas palabras de tu último párrafo "sembró su vida de amor". Y queda dicho todo.
Un abrazo.
Gracias, Ángela.
EliminarUn abrazo.
Una historia muy completa de un extraordinario personaje.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias, Mari.
EliminarUn abrazo.
Qué disfrute, Manuel, con este post, lleno de poesia y de una prosa que enamora.
ResponderEliminarQué gracia tiene Rodríguez Marín,diciendo que nada tienen que hacer en Sevilla los melancólicos, y va esa tierra jaracandosa y pare a Béquer.
Su reino no era de este mundo, porque este mundo esta lleno de cristales rotos, demasiado dolor para los pies de los poetas que sueñan con volar mientras caminan.
..."Cuando me lo contaron sentí el frío de una hoja de acero en las entrañas",
...podría decir emulando al poeta al enterarme de como fueron sus últimos momentos, Manuel, tan solo y además tan joven.
Me ha encantado, gracias, Manuel por este rato tan bueno que he pasado.
Un abrazo,
Las gracias siempre a ti, querida Tesa.
EliminarUn abrazo.
Ya lo creo que es un delicado rincón aquel donde se halla el monumento al poeta dedicado, en el Parque de María Luisa. La primera vez que estuve en Sevilla pasee solo por allí y tuve la suerte de encontrar aquel sitio al caer la tarde, y que no hubiera nadie. Me senté un rato en uno de los bancos y, no me diga cómo ni por qué, el lugar parece predisponer, si no a la melancolía, sí a la tranquilidad del espíritu.
ResponderEliminarSaludos.
Gracias, amigo.
EliminarUn saludo.