El campo andaluz.

El campo andaluz.
"Los Campanilleros"
(Villancico popular andaluz)

En los campos de mi Andalucía
los campanilleros en la "madrugá"
me despiertan con sus campanillas,
y con sus guitarras me hacen llorar.

Los gitanos que van por el monte
cantando y bailando al amanecer
van tocando tambores, panderos,
cantándole coplas al niño de Dios.

En la noche de la Nochebuena
bajo la estrella de la "madrugá"
los pastores con sus campanillas,
Adoran al Niño que ha nacido ya.

En los campos de mi Andalucía
los campanilleros en la "madrugá"
me despiertan con sus campanillas
adoran al Niño que ha nacido ya.
...que ha nacido ya.
Os deseo a todos, una Feliz Navidad.
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Hablar del  campo andaluz es hablar del factor humano, esto es, el hombre de campo que constituye la mejor y más espiritual belleza del agro bético. Tan amplia es Andalucía que por fuerza han de existir variantes y alternancias en tipología psicológica de sus hombres campesinos. Dista así mucho el marismeño sevillano del uvero almeriense. Pero circunscribiéndonos al área de Andalucía occidental, se adivina facilmente en las almas de los que trabajan la tierra, un denominador común: la cordialidad. El cielo, el aire, el esplendor fértil de la tierra han repercutido en el complejo humano, elaborando un espíritu abierto al que solo aprisiona la cortedad de la incomunicación. Prieto de carnes, enjuto de cara, moreno, de ojillos vivos y afectuosos, el campesino bético está curtido por todos los trabajos y templado para todos los lances adversos. Si le abordáis, se mostrará taciturno y concentrado. Pero insistid. Llevad la conversación a lo suyo, a las faenas agrícolas, al aspecto del tiempo y de la cosecha. Dejadle poco a poco hablar y os sentiréis cautivados de admiración y de respeto. Pendientes de su monologo, de la agudeza de sus observaciones, del acervo de sus refranes, que saca a relucir, para el tiempo, para el cultivo, para las cualidades de las especies ganaderas, habréis aprendido en pocos instantes todo un tratado de sabiduría del campo y de la vida.

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El olivar 

El Olivo, árbol mediterráneo por antonomasia, representa el cultivo clásico de Andalucía. Muchos siglos antes de Jesucristo, Grecia explotaba los olivares. La diosa Minerva fue protectora del Atica, en lucha con Neptuno. Y Minerva triunfó porque había prometido a los helenos la abundancia de olivos y ellos lo prefirieron al don del caballo, ofrecido por el numem del Océano. Pero aquí en Andalucía no existe leyenda mitológica sobre las fuentes de riqueza y abunda el obsequio de Minerva (olivo) y el de Neptuno (caballo). Y hay tal calidad y extensión de olivares, que bien podemos considerarlos dones celestes. El olivo, que ya en tiempos de Homero servía para coronar la cabeza de vencedores, es aquí de origen desconocido. No parece probable que pueda averiguarse el nombre de su primitivo importador. Ello resulta tanto más imposible cuanto que el olivo salvaje, borde, o acebuche, se halla forando pequeños bosquecillos en diversas zonas montañosas de la propia Andalucía. En cambio sabemos quienes lo llevaron a diversos países americanos. El español Antonio Ribero lo introdujo en Méjico en 1560. Durante el mismo siglo XVI ya había aceite natural del país en Perú y en Chile. Norteamérica debe su actual riqueza aceitera a los misioneros franciscanos españoles, fundadores de California, que lo plantaron allí en los comienzos del siglo XVIII.

Recogiendo aceitunas.

La aceituna, el fruto más abundante del campo andaluz.

Mi olivo.

Describirte quisiera

con rima certera,

¡eres árbol noble,

longevo, guerrero....!

retorcido y rugoso de vejez.

Son tus ramas la esperanza

tu tronco tus ancestros

por millones de hectáreas

pueblas nuestra España.

¡Centenario? ¡milenario?

¡qué más da

si tus años militan en tu savia!

Es tu escudo de armas

una proclama,

aun siendo mediterráneo

surcas mares y océanos,

el mundo te reclama

y en su pico porta rama.

Tu fruto "oro" líquido es

tu suelo la grandeza,

te cuentan por leyendas

desde Poseidón a Atenea,

hasta mi mente,

recrea duendes.

Poema de Juan Tarrero Sarabia.

Con mi agradecimiento a mi amigo, Juan Tarrero.

Recomiendo visiten su blog: "Retazos mios".

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Trigales 

Cosecha de nuestro campo que da también un rendimiento notable y no se glosa a menudo como producto típicamente turdetano. El trigo alterna con otros cultivos en amplias comarcas. Como recibe más agua que en Castilla, el trigo andaluz produce más por hectárea de sembrado que el castellano. Con frecuencia se acusa de poco fecundo el campo triguero, achacando nuestra insuficiencia a procedimientos atrasados de cultivo. Nada más falso. Los países que sobrepasan nuestro rendimiento por hectárea son sencillamente lugares donde llueve más. El labriego español saca trigo de donde no podría extraerlo el "mujik" ucraniano o el labrador húngaro. En Andalucía las cosechas trigueras resultan pródigas, pero no se dedica la gran comarca a un cultivo especializado de este cereal.

Arando la tierra.

Las faenas de la trilla.

Aventando el grano.

Cribando los garbanzos.

Cargando los carros de gavillas.

Un alto en las tareas agrícolas.

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La vid 

Casi toda la Bética goza de fama remota por su riqueza vitícola que en cantidad y calidad alcanza extraordinario relieve internacional. Como que con la aportación andaluza, principalmente de Almería y Málaga, España ha llegado a ser el primer país uvero del mundo. A ese empuje de la Andalucía oriental responde nuestro occidente bético con el prestigio inmarcesible de su vinos. ¡Oh los "elíseos jerezanos prados", los fértiles viñedos del sevillano mediodía, las cepas de Sanlúcar, las vides de la inagotable campiña cordobesa! Por algo la mitología trajo al Dios Baco a las llanuras marismeñas de la dulce Nebrissa y sus aledaños, que desde entonces quedaron teñidos en su sangre fertilizante, para que todas las otoñadas alzase por entre los campos su cabeza coronada de pámpanos o de la misma uva, émulas de la púrpura y la mejor ofrenda para Príapo y para Silvano....

La vendimia.

Uva dorada que dará después oloroso vino.

Amontonando la uva.

Grupo de cargadores de uva.

Cortando la uva de la cepa.

Espuertas con la rica cosecha.

Un típico vendimiador andaluz.

Fuentes: Bibliografía.

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