Los artesonados de Lucena (Córdoba)

Los artesonados de Lucena (Córdoba)

El valor español más unánimemente reconocido en todas partes, es el de nuestro arte. Propios y extraños hombres de ciencia y devotos del arte convienen en que nuestra patria, por su gran caudal de reliquias artísticas, ocupa lugar primerísimo entre todas las naciones del mundo. Cuna de ensueño y de belleza, nuestro país recibe homenajes, acepta devociones, recoge entusiasmos que proceden de los más diversos orígenes, pero que confluyen a un mismo apasionamiento hacia las glorias que son orgullo inmarcesible de nuestra patria.

El patio del convento franciscanos de Lucena.

Este mismo entusiasmo que en todos levanta nuestra espléndida floración artística hace que nazca también un ávido deseo de poseer esas riquezas de tan alta cotización en los mercados del arte. De ahí la frecuencia con que entre nosotros se daban y se sigue dando, las ventas y los robos de objetos de arte, aunque en la década de los años veinte, del pasado siglo, se tomó el asunto muy en serio y se  adelantó mucho en evitación de que tales hechos se repitieran.

La labor de nuestros delegados regios de bellas Artes, de la época, fueron altamente plausible en este sentido, y eran innumerables los actos de aquella índole que  pudieron ser evitados. El último asunto de este género que  apasionó a la opinión pública, fue en el año 1924, y conocido como el de los "artesonados de Lucena", (Córdoba), de lo cual se ocuparon ampliamente los diarios.

Una galería del patio del convento, de la cual fue desmontado con objeto de venderlo. La venta fue suspendida merced a la gestión de las autoridades.

Un detalle del bellísimo artesonado que había sido vendido en Lucena, por la Comunidad de religiosos franciscanos, existentes en dicha localidad.

El edificio del convento de San Francisco, existente en el citado pueblo cordobés, tenía en las galerías de su claustro unos bellísimos artesonados de gran valor artístico. Viéndose necesitada la Comunidad, procedió, contraviniendo las disposiciones dictadas para estos casos, a la venta de los artesonados de dos de estas galerías, que fueron empezados a desmontar, y una vez completa la labor de arrancar uno de ellos, lo trasladaron a la estación para proceder a su envío a Madrid, con destino al anticuario que lo había comprado, pero, por fortuna, el delegado gubernativo supo a tiempo el lamentable hecho y comenzó a hacer las gestiones oportunas para que no se consumase la venta.
Sus voces fueron secundadas enérgicamente por la Prensa de todo el país, entre ellos, la revista La Esfera, que es, de donde he tomado esta información; y por cuantos se interesaban en la bellísima ciudad andaluza por nuestro glorioso arte.

El artesonado de una de las galerías, detenido por orden gubernativa en la estación de Lucena, con objeto de evitar su venta.

Don Enrique Romero de Torres, director del Museo Provincial y delegado regio de Bellas Artes, intervino eficazmente en el asunto y se pudo lograr del Gobierno la detención de los artesonados que estaban ya preparados en la estación para el envío. Se evitó también el traslado de la otra parte del artesonado ya vendida y de unos magníficos sillones que poseía la Comunidad.
Por esta vez, y merced al entusiasmo con que todos intervinieron en la defensa de nuestro patrimonio artístico, pudo evitarse la consumación del lamentable hecho.

Magníficos sillones del convento de franciscanos de Lucena, que también iban a ser vendidos y que posteriormente fueron ofrecidos para su adquisición al Estado, por la Comunidad.

Como era de esperar, en bien de la integridad de nuestro tesoro de arte, en esa década se tomaron medidas más enérgicas, con el fin de que no se volvieran a repetir hechos de esta índole pero, la necesidad en muchas ocasiones, como verán a continuación, y la codicia humana que no tiene límite, en otras tantas, siguen aún por las zonas rurales de España, haciendo estrago sobre nuestro patrimonio cultural.

... y le suplica haga la caridad, cuando sus ocupaciones se lo permitan, de pasarse por este Santo Monasterio para apreciarnos un Sto. Cristo que la necesidad nos obliga a desprendernos de él; Dios N. Sr. se lo premiará, y nosotras con nuestras oraciones.

Esto que acaban de leer, es parte de un documento original de mi propiedad, con fecha 10 de Agosto de 1946, y que va dirigido a un ilustre personaje de Sevilla, por la Abadesa de una Comunidad religiosa de esta ciudad, quienes me han autentificado que el documento es verdadero.

Estoy a la espera de que me concedan una entrevista, ya que la madre que me podía hablar del tema, se encontraba enferma, por lo que lo hemos pospuesto para otro momento.  Así que espero poderles contar algo, más adelante, ya que vi en la madre que me atendió, buena disposición para ello, es más, al despedirme me regaló un magnífico libro, con la Historia del Monasterio, lo cual, le agradecí muchísimo.

Fuentes: Archivo particular.

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