Así vivían los anacoretas de "Las Ermitas" de Córdoba.
El pasado diez de Marzo, publiqué una entrada dedicada a Córdoba capital, y en la misma les hacía referencia de "Las ermitas", una zona rural cercana a la capital donde vivían personas dedicadas a la vida contemplativa, a trabajar la tierra, y a rezar sus plegarias a Dios.
Como el tema me pareció interesante o al menos curioso, me puse a buscar en la hemeroteca, donde encontré tres revistas de la época que hablaban de ellos, y es de donde he entresacado tanto el texto como las imágenes que les muestro a continuación, y que espero sean de su agrado.
El mirador de las Ermitas, en el que estaba situado el popular "Sillón del Obispo", que coronaba el maravillosos jardín de la sierra cordobesa, a cuyos pies se extiende la ciudad ceñida por el Guadalquivir.
Dice un antiguo cantar popular, que "Córdoba tiene fama por la Mezquita, por Gonzalo de Córdoba, y sus Ermitas". Pero aparte de la fama, las ermitas son algo genuinamente cordobés, que responde a una modalidad del pueblo y no a un capricho. Porque, aún antes de que hubiera ermitas, ya había en Córdoba anacoretas que habitaban las cavernas naturales de la sierra, y más todavía si hemos de creer a varios historiadores antiguos que afirman, que el gran obispo cordobés Osio fue el importador de la vida ascética a Occidente, y él mismo fue el primer penitente o asceta en la serranía cordobesa.
Después de él, desde el mismo siglo IV, los anacoretas se sucedieron en estos lugares. En 1606 otro obispo de Córdoba reunió en Congregación a todos los eremitas dispersos por las montañas, estableciendo entre ellos un hermano mayor, a quien obedecer y respetar. Y uno de estos hermanos mayores, en 1703 consiguió que la ciudad de Córdoba les cediese la cumbre de un monte, en el que se empezaron a construir las ermitas, entre olivares y naranjales.
Vista de la entrada del recinto tapiado, junto a la cual estaba la ermita del hermano portero, y de ahí partía una larga calle de viejos cipreses.
Una de las celdas habitadas por los ermitaños del Desierto de Nuestra Señora de Belén.
A principios del pasado siglo XX eran unas veinte ermitas esparcidas por esta cima, con su iglesia y su cementerio, y todo ello cercado por una tapia común, encalada de blanco, con aire de alegre cortijo; aunque en el interior, de este pedazo de campo andaluz lleno de sol, cipreses y de flores, no sonaba una voz, ni una risa, ni un grito humano, ni tan siquiera un trino de pájaro o un murmullo de aire ...¡Que terrible silencio!.
Las ermitas eran pequeñas construcciones de planta baja, formadas por dos habitaciones, una, destinada a dormir, con un lecho compuesto de tres tablas, colocadas sobre unos banquillos de madera, y encima de ellas una estera de esparto y una piel de oveja, con una o dos mantas para taparse; y la otra, para hacer los trabajos manuales y para cocinar.
Y en su cementerio, si algunos de los hermanos llegaba al final de esta dura y monótona vida de servicios al Señor, su cuerpo era piadosamente inhumado en una de las doce bovedillas que había en el mismo, que después se cerraba y se blanqueaba, sin fechas y sin nombre que dieran la más mínima indicación sobre el cuerpo que allí reposaba. ¡La eternidad no necesita indicaciones!.
En medio de estas soledades, que la Naturaleza cuida de mantener permanentemente florida, los ermitaños paseaban y hacían sus oraciones ante las cruces que están sembradas en su desierto.
La austera y dura vida de estos ermitaños, de alejamiento del mundo y de soledad constante, era tal, que incluso después de hacer los votos, muchos se marchaban; y en el noviciado, la mayoría de ellos se arrepentían antes de ingresar.
Su vida diaria consistía en levantarse todos los días a las dos de la madrugada para rezar, cada uno en su celda, hasta las cuatro. A las cuatro se volvían a acostar hasta las seis y media, que oían Misa y comulgaban; a las ocho empezaban con sus faenas que consistían en hacer rosarios, cilicios, disciplinas y cruces de palo que después vendían en la portería a todo el que lo quería.
Y después, labraban la tierra y cultivaban en el huerto que cada uno tenía junto a su ermita, así, hasta las doce, que comían, y a la misma hora y de la misma comida, se daba parte a todo el que acudía a pedirla, sin más. Diariamente eran unos treinta los desgraciados que no tenían que comer, y acudían con sus pucheros o escudilla, a que les dieran unos días potaje de legumbres, y otros, lentejas o patatas guisadas, y los sábados, además, un pedazo de pan.
El hermano cocinero va dejando en la ventana de cada ermita la comida del ermitaño que está dentro.
Del acto de bendecir los Ermitaños la comida que sirven a los menesterosos y desvalidos, están basadas las siguientes estrofas de Grillo, de 1892, que dice así:
Hay de la alegre sierra
sobre las lomas
unas casitas blancas
como palomas.
Allí olvidan las almas
sus desengaños;
allí cantan y rezan
los Ermitaños.
¡Muy alta está la cumbre!
¡La cruz está muy alta!
¡Para llegar al cielo
cuanto hace falta!
De legumbres y frutas,
pobres manjares,
parten con los mendigos
en los altares.
Allí la cruz consuela,
la tumba advierte.
¡Allí pasa la vida
junto a la muerte!
Esperando la sopa.
Los ermitaños con la sopa, por un camino de cipreses.
El hermano portero de las ermitas reparte la comida.
Comiendo.
Terminada la comida, a la una, se echaban a la siesta y dormían hasta las dos. Desde las dos hasta las cinco volvían a sus trabajos, y, de cinco a séis y media rezaban en la iglesia de la comunidad, y después se descansaba hasta la hora de acostarse.
Cogiendo fruta.
Los anacoretas iban y venían en sus trabajos y en sus rezos.
Un día tras otros, los ermitaños hacían una vida de austeridad y disciplina, donde no se les permitía tomar carne, vino, ni fumar; también tenían prohibido reunirse sin necesidad, ni hablar entre ellos más de lo preciso, ya que para comunicarse sin necesidad de juntarse, tenían las campanas, y si el superior tenía algo que decirles, tocaba su campana, y todos, cada uno desde su ermita le respondían, ya que tenían un lenguaje completo a través de las mismas; por ejemplo: dos campanadas lentas, querían decir que había que rezar la primera parte del Rosario; treinta y tres campanadas rápidas, que era la hora de ir a misa, y cinco campanadas lentas que se dediquen a los trabajos manuales.
Dentro de esta disciplina estricta, existía una ceremonia curiosa, que la describe el historiador de los ermitaños, el marqués de las Escalonías, de la siguiente forma:
"Inmediatamente después de haber rezado el Rosario por la tarde, y hecha la hora de meditación, comienzan por el acto de contrición, mientras cierran todas las puertas y ventanas de la iglesia; apagan todas las luces, incluso la lámpara del Santísimo, hasta quedar completamente a oscuras, desnudándose entonces de medio cuerpo abajo, dejando sus carnes al descubierto.
Hechos estos preparativos preliminares, el hermano mayor entona, con voz pausada, el Salmo "Miserere", y empieza la disciplina con unas hechas de ramales de cáñamo; al "Miserere" continúa el "De profundis", seguido de tres oraciones por los difuntos, con el "Pater Noster" y, para terminar, entonaban un acto de contrición peculiar de aquel acto, y a las últimas palabras, "Amén Jesús", cesaba la disciplina.
A continuación unas preciosas estrofas de Grilo, de 1893, y que dicen así sobre las ermitas:
Hay de la alegre sierra
sobre las lomas
unas casitas blancas
como palomas.
Allí olvidan las almas
sus desengaños;
allí cantan y rezan
los Ermitaños.
¡Muy alta está la cumbre!
¡La cruz está muy alta!
¡Para llegar al cielo
cuanto hace falta!
De legumbres y frutas,
pobres manjares,
parten con los mendigos
en los altares.
Allí la cruz consuela,
la tumba advierte.
Allí pasa la vida
junto a la muerte!
Según el diario ABC, el último ermitaño de Las Ermitas, falleció en 1957, esto y varias circunstancias más llevaron al Obispado de Córdoba a acabar con la vida eremítica, en ese mismo año.
Actualmente, son diez las ermitas de Córdoba que han sido recuperadas, gracias a la labor desarrollada por la Asociación Amigos de las Ermitas.
Fuentes: Bibliografia y archivo particular.
Si deseas ver otros temas de Córdoba capital y de los pueblos de su provincia, por favor, haz clic: AQUÍ.
Curiosa la vida de estos seres dedicados a la meditación, oración y sacrificio.
ResponderEliminarEstuve en Córdoba el año pasado y no vi nada que hablara de esta comunidad.
Un abrazo Manuel.
Muchas gracias.
EliminarUn abrazo, Alfred.
Unas fotos antiquísimas, me encantan. Gracias por compartirlas Manuel. Un abrazo
ResponderEliminarGracias, Carmen.
EliminarUn abrazo.
¡Holaa, Manuel!
ResponderEliminarCaramba, que vida tan esclava, pobres Ermitaños, y no solos los había en Córdoba, pues aquí en Galicia también existieron pues tenemos alguna Ermita en la Galicia profunda, por ahí están sus hullas. Nunca me puse a buscar… pero lo voy a intentar, a ver hago un hueco.
Gracias Manuel por este interesante post.
Te deja mi abrazo fraterno y bendiciones.
Muchas gracias.
EliminarUn fuerte abrazo, Marina.
Uma publicação profundamente interessante! Adorei ficar a conhecer bem mais sobre este movimento religioso de princípios tão rígidos! Fabuloso trabalho de pesquisa, Manuel!
ResponderEliminarJá vi que por aqui também tem uma nova caixa de comentários, tal como eu... espero que o comentário passe, sem problemas...
Um grande abraço! Bom fim de semana!
Ana
Gracias, Ana.
EliminarUn abrazo.
¡Cuántas historias olvidadas y desconocidas descubro en tu blog, amigo Manuel!
ResponderEliminarQue placer poder leer sobre estos capítulos de nuestro pasado aprendiendo cada día contigo.
Haces un trabajo de investigación y divulgación impagable.
Besos
Gracias.
EliminarUn beso, Isabel.
Thank you so much for this research - and a fascinating glimpse of the past. And showing my age, the last hermit died just before I was born.
ResponderEliminarMuchas gracias.
EliminarUn abrazo, amiga.
Todo esto se ha ido peardiendo con el tiempo y ahora solamente queda el recuerdo.
ResponderEliminarBesos
Muchas gracias, Antonia.
EliminarUn beso.
Desde esta perspectiva lo vemos raro y aburrido, pero...¿Te imaginas lo tranquilos y a gusto que estaban los hermanos ermitaños? A mi que no me gusta salir de casa me parece encantador esa manera de vivir.
ResponderEliminarEs mi opinión.
Un fuerte abrazo amigo
Muchas gracias, amiga.
EliminarUn fuerte abrazo.
Que hermosura de entrada Manuel, muy interesante todo este tema que desconocía completamente.
ResponderEliminarUna vida terrible por ser tanta la disciplina con la que vivían. Eso de no poder hablar entre ellos nada más que lo estrictamente necesario me parece incluso inhumano, pero bueno si ellos lo elegían así, bien estaba.
Me ha gustado muchísimo leer esta historia de los ermitaños de Córdoba, y me encantaría conocer el lugar donde están las ermitas. Las fotos son preciosas y muy expresivas sobre la vida que llevaban.
Un abrazo Manuel, y muchas gracias por todo lo que nos ofreces.
Muchas gracias, Elda. Y te puedo decir que están muy cerca de Córdoba en una zona alta que la llaman el Desierto de Nuestra Señora de Belén, y por lo que he visto en Internet a través de una congregación religiosa se hacen visitas guiadas.
EliminarUn fuerte abrazo.
Uma verdadeira aula de história que muito me fascinou ler. Grato pela partilha.
ResponderEliminar.
Poema: Dia da Mãe … Saudade …Abraço poético.
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Pensamentos e Devaneios Poéticos
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Muchas gracias, Ricardo.
EliminarUn abrazo.
Muy interesante lo que cuentas acerca de los eremitas.
ResponderEliminarUna vida dura, disciplinada, carente de afectos humanos y llena de renuncias.
Yo no lo podría soportar.
Llegar a la perfección moral y espiritual a través de una vida austera.
Tenía que ser vocacional, no cabe duda.
Gracias Manuel por tu valiosa aportación.
Un trabajo encomiable.
Abrazos.
Muchas gracias, estimada amiga, Maripaz.
EliminarUn fuerte abrazo.
Que gran vocación tenían que tener estos anacoretas para llevar una vida tan dura.me ha gustado muchísimo leer este artículo y me ha llamado la atención que cada uno de estos ermitaños tuviera su propia ermita. Es genial que la Asociación Amigos de las Ermitas las estén recuperando ya que son parte de nuestra historia y no se deben de dejar en el olvido.Saludos
ResponderEliminarGracias, Charo.
EliminarUn saludo.
Curiosidades de la Historia que se agradece conocer, Manuel.
ResponderEliminarLas fotografías, son joyas.
Un abrazo
Gracias, Enrique.
EliminarUn abrazo.
Amigo, Enrique, por si lees esto, te quiero comentar que se ha perdido toda conexión con tu blog, tanto si lo buscas a través de Google, a través del enlace que te puse en mi blog, como si intentas entrar a través del logo de tus comentarios, siempre sale "Blog eliminado.
EliminarManuel I thank you for the very interesting information. It's a big and important lesson for me. Unfortunately I have never been to Spain :( Manuel I greet you from Poland!
ResponderEliminarMuchas gracias, Anna.
EliminarUn abrazo.
Respetuosamente siempre me pregunté (también sobre los ascetas de Oriente) si acaso los movía una fe concreta, inquebrantable, o un profundo espíritu de búsqueda de algo en quien o en qué creer... lo que me parece aún más admirable.
ResponderEliminarAbrazo agradecido.
Muchas gracias.
EliminarUn abrazo, Carlos.
Los anacoretas y ermitaños son un fenómeno digno de seguir siendo estudiado y en esta cercanía cordobesa podemos encontrar muchas de las razones que les llevaron a esta vida tan austera y vocacional. Las fotografías, una vez más, nos entregan un testimonio único de unas vidas únicas.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, Manuel.
Muchas gracias.
EliminarUn fuerte abrazo, Miguel.
Los hilos columnares de las gracias divinas que sin dudas aportaban en la misericordia de Dios para todos los que de esa zona ellos elevaban al cielo...se nota este mundo de hoy cuanta falta hacen, seguro sus ruegos siguen allí presentes por esos suyos.
ResponderEliminarUna hermosa entrada.
Muchas gracias.
EliminarUn abrazo, amiga Meulen.
Muy bien documentada la vida de esos monjes. Me gusto mucho esta entrada te mando un beso.
ResponderEliminarMuchas gracias, Judit.
EliminarUn beso.
Interesante y bien documentado lo que compartes y que hermosas fotos. Es un gusto pasar a leerte y conocer. Saludos a la distancia amigo Manuel.
ResponderEliminarGracias, Sandra.
EliminarUn abrazo.
Que interesante y bonito reportaje. Feliz mes de mayo Manuel.
ResponderEliminarGracias, Teresa.
EliminarUn fuerte abrazo.
Estimado amigo, Manuel, gracias siempre por traernos tan bellos reportajes e historia de un pasado no tan lejano; y sobre todo, doblemente bello, tratándose de Andalucía, esa tierra a la que amo.
ResponderEliminarSiempre, es un placer leer tan buenas y documentadas publicaciones.
Un gran abrazo amigo y buen mes de mayo.
Muchas gracias.
EliminarUn fuerte abrazo, amigo Juan.
La verdad que es admirable elegir esa vida alejada de toda sociedad.
ResponderEliminarUna gran entrega espiritual.
Muy interesante lo que expones y con tan excelente documentación.
Un fuerte abrazo. Feliz mes de Mayo.
Muchas gracias, amiga Amalia.
EliminarUn fuerte abrazo.
He conocido de tu mano la historia de las Ermitas y me ha parecido de lo mas interesante Manuel. Gracias por tu documentación y fotos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Las gracias siempre a ti, estimada amiga.
EliminarUn abrazo.
Vaya si el tema es interesante. Pienso que los eremitas nacen de las misma comunidades, asentadas en lugares para vivir entre roquedales. El jefe espiritual o asceta, nace con éstas, y se acomoda en retiro a un espacios de estos. Luego con el crecimiento poblacional y las aldeas, crean sus propias comunidades en espacios de retiro, y se dedican, sin dejar la espiritualidad, a labores filantrópicas, como se observa en unas de las fotos, dándole sus sopas, a los desposeídos, a las puertas de sus comunidades. Una crónica excelente, no sólo por la buena escritura, sino la exhaustiva investigación, y el acompañamiento que destaca tu blog, las ilustraciones que expresan el color y la vida del tiempo y lugar de las vivencias.
ResponderEliminarUn abrazo desde mi apecio colombiano. Carlos
Muchas gracias, amigo Carlos.
EliminarUn abrazo.
Hola Manuel, una entrada muy interesante esta de las Ermitas y los Ermitaños, la verdad es que desconocía que tuviesen que guardar silencio riguroso, en cuanto a la vida que llevaban era toda de sacrificio y devoción, gracias por este gran aporte que como siempre es digno de agradecer, por que de esta clase de entradas no hay muchos blogs que las hagan, me alegro mucho de verte y leerte.
ResponderEliminarTe deseo una feliz mañana, besos de flor.
Muchas gracias.
EliminarUn beso, amiga Flor.
¡Qué estupenda entrada Manuel!
ResponderEliminarMe encantó conocer con tanto detalle la vida de estos eremitas.
Y las fotos que escogiste para esta crónica ¡preciosas!
¿Sin hablar? ¡Pues no cuenten conmigo! ¿Madrugar? ¡Jamás sería una anacoreta!
En fin, cada quien con sus gustos y seguramente los que elegían esa vida tenían una fe inquebrantable.
Fuerte abrazo amigo y ¡gracias! por tanta info
Muchas gracias, Lucía.
Eliminarun fuerte abrazo.
Vaya fotos y vaya historias nos traes, Manuel. Tu blog es un lujo cultural de primer nivel. Nada sabía de la vida de los eremitas. Muy interesante. Abrazos.
ResponderEliminarMuchas gracias, Castelo.
EliminarUn abrazo.
Interesante y bien documentada como todas amigo Manuel, los anacoretas tenían sin duda un sitio privilegiado donde vivir y orar.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.,
Gracias.
EliminarUn abrazo, José Antonio-
Muy interesante, Manuel. Un saludo y gracias por compartir esta información.
ResponderEliminarMuchas gracias, amiga.
EliminarUn saludo.
Me gusta aprender y viajar contigo.
ResponderEliminarSaludos
Muchas gracias, Maru.
EliminarUn saludo.
Alejados dle mundanal ruido, dedicados a la oración y la contemplación en la naturaleza, estos monjes servían de enlace entre dios y los hombres. En Béjar también hubo ermitaños, aunque hace muchos siglos, que también vivían en el monte, aunque no todos ellos eran monjes, ni varones.
ResponderEliminarUn saludo
Muchas gracias, Carmen.
EliminarUn saludo.
Muchas gracias, Carmen.
EliminarUn saludo.
Um belo e interessante artigo.
ResponderEliminarGostei.
Um abraço e continuação de uma boa semana.
Andarilhar
Dedais de Francisco e Idalisa
O prazer dos livros
Gracias, Francisco.
EliminarUn abrazo.
La vita di questi eremiti era molto dura, capisco che tanti se ne siano andati e che, alla fine il vescovo di Cordoba abbia deciso di chiudere tutto . Interessante sarebbe vedere ciò che rimane oggi, di quei luoghi. Ciao Manuel. Saluti
ResponderEliminarGracias, Mirtillo.
EliminarUn abrazo.
Amigo Manuel, está lendo seus artigo é sempre um grande aprendizado.
ResponderEliminarMuito obrigado pela partilha.
Um abraço
Muchas gracias.
EliminarUn abrazo, Fátima.
Pensándolo bien, cada uno vive como quiere, aunque la
ResponderEliminarcrónica del citado marqués no deja de tener su punto inquietante.
Me alegro de que se hayan recuperado parte de las ermitas cordobesas.
En un par de ocasiones hemos visitado las del norte de Castilla y las de
Cantabria, que forman un conjunto espléndido.
Muy interesante, Manuel.
Muchas gracias, Ana.
EliminarUn abrazo.
Um artigo espectacular, quer pela informação histórica, quer pelas fotos que apresenta.
ResponderEliminarBom fim de semana
Beijinhos
Gracias, María.
EliminarUn beso.
Que excelente publicación, mi querido amigo Manuel.
ResponderEliminarCordoba es y sera fascinante por siempre.
Que referencia histórica más nutrida.
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Mil gracias!!!!!!!!!!!!
Muchas bgracias.
EliminarUn fuerte abrazo, amigo Ricardo.
Great post and nice photos, happy sunday my friend manuel
ResponderEliminarGracias, amigo Nassah.
EliminarUn abrazo.
Otro de tus grandes reportajes en esta ocasión dedicado a los eremitas cordobeses de otros tiempos.
ResponderEliminarSaludos.
Gracias.
EliminarUn saludo, Tomás.