Alameda de Hércules, de Sevilla.
La Alameda de Hércules a principios del siglo XX.
En la segunda mitad del siglo XVI el asistente de Sevilla D. Francisco Zapata de Cisnero, Conde de Barajas, que gobernó la ciudad desde 1573 a 1577, entre otras reformas urbanas que efectuó, llevó a cabo en el año 1574 la continuación del amplio paseo llamado Alameda de Hércules, levantado sobre el lugar que ocupaba una infecta laguna que de tiempo inmemorial existía en aquella parte y cota más baja de la ciudad, y por la que en lo antiguo atravesaba un río. Hizo las trazas de este famoso y típico paseo don Asencio de Maeda.
Convertido el terreno en punto de recreo y esparcimiento, dotado de frondosa arboleda y marmóreas fuentes, se completó el adorno erigiendo a la entrada del paseo dos columnas romanas procedentes del templo de Isis de la calle Mármoles y Abades y que se encontraban abandonadas de mucho tiempo atrás junto al Hospital de santa Marta, trasladadas allí, no sin gran dificultad por el Asistente Conde de Barajas en tiempos de Felipe II. En el año 1574, el escultor Diego de Pesquera esculpió las estatuas de Hércules y Julio Cesar que coronan las columnas dedicadas a Carlos V y a su hijo Felipe II. En la basa de la columna de Hércules, se lee la siguiente inscripción: "A D. Francisco Zapata, conde de Barajas, asistente vigilantísimo de esta ciudad, mayordomo del rey amante muy equitativo de la justicia, por haber limpiado esta antigua y abandonada laguna de las aguas inmundas de toda la ciudad, convirtiéndola en un espacio muy extenso sembrado de frondosos árboles y regados con fuentes perennes, dando a los ciudadanos un cielo más saludable y un viento más fresco en los ardores del estío, y por haber restituido a su nativo origen el arroyo de las aguas del Arzobispo, interrumpidas por la antigüedad y abandono, trayendo sus aguas a varias calles de la ciudad, para grande consuelo del pueblo sediento. Por haber trasladado aquí las columnas de Hércules con un trabajo comparable a los del mismo Hércules; por haber hermoseado la ciudad con puertas magníficamente fabricadas, y haberla gobernado con suma humanidad, el Ayuntamiento y pueblo de Sevilla le consagran este monumento en testimonio de su amor y gratitud. Año de 1578"
Siendo asistente D. Ramón de Larrumbe, en el siglo XVIII, se construyeron dos columnas en el lado Norte del paseo. Más pequeñas que las anteriores citadas, estaban compuesta de ocho piezas cada una, y rematando en dos leones, que sostienen los escudos de España y Sevilla, ejecutadas estas figuras en piedra por Cayetano de Acosta, escultor avecindado en la ciudad, y colocadas en 1764.
La nomenclatura de este concurrido espacio de la ciudad, fue cambiando con el paso de los años de la siguiente forma: La Laguna, La Alameda, Alameda Vieja, Plaza de la Alameda, Alameda de los Hércules y Plaza de la Alameda de los Hércules.
La nomenclatura de este concurrido espacio de la ciudad, fue cambiando con el paso de los años de la siguiente forma: La Laguna, La Alameda, Alameda Vieja, Plaza de la Alameda, Alameda de los Hércules y Plaza de la Alameda de los Hércules.
Litografía de Legrand. 1810. Abengoa.
Dibujo de F. Parcerisa, 1850.
La Alameda de Hércules en 1876 (foto J. Laurent)
En el siglos XVII, en la Alameda comenzaron a celebrarse, las veladas de las noches de San Juan y San Pedro, con gran animación y regocijo. Foto: Lucién Levy, 1882.
Velada de San Juan y San Pedro.
Los tres fotograbados del año 1913 que verán a continuación, les dará una idea exacta de lo popular e interesante que era este festejo, entre los vecinos de la Alameda.
Las veladas de San Juan y San Pedro, se remontan a los años de la décima séptima centuria. con grandes fiestas y algaradas, se celebraban estas verbenas. Más tarde y mientras la célebre de Santiago y Santa Ana de Triana, llegaba a su apogeo, ésta, cayó en una lánguida y aburrida existencia. En el año de las imágenes (1913), el ayuntamiento quiso devolverle su antiguo prestigio, y entre otros muchos números del programa de festejos, figuró el concurso de carros exornados, que fue quizás el número más atrayente de la fiesta, no ya solo por la variedad y exquisito gusto del exorno de los vehículos, sino por los preciosos racimos de muchachas de que eran portadoras.
Son, quizás, las once de la mañana y el sol está casi vertical. Primeros días de Mayo donde el calor aún aprieta en exceso. No corre el viento, los árboles están ya cubierto de hojas y acaban de regar sobre el encachado de piedra. Aún hay poca gente y los kioscos y casetas se están preparando para la velada. Es un domingo de poco ajetreo y la Alameda de Hércules, reorganizada en 1851 por Balbino Marrón, con un paseo central y arboleda lineal sobre los bancos de piedra con respaldo de fundición, se presta a recibir, por los arcos triunfales de luminarias de gas, a los vecinos.
La escala de las columnas romanas traídas del templo de la calle Mármoles y plantadas por el asistente de Sevilla Conde de Barajas en el siglo XVI, con las estatuas de Hércules y Julio Cesar como remate, muestran la escala del caserío circundante aún no alineado. Aquí la visión pintoresca del monumento de escorzo, defendido por verjas, contra la linealidad del paseo neoclásico.
Foto: Lucien Levy, década de los 80 del siglo XIX.
Seguramente esté tomada el mismo día que la fotografía anterior; la cámara ha congelado una visión bucólica de serenidad y quietud. Lo pintoresco aparece como costumbrismo. ¿Una vaquería en la Puerta de Europa? Quizás el café "La Granja" tuvo alguna relación con esta imágenes.
Interesa poderosamente esta fotografía por la referencia del caserío histórico. Aún no ha aparecido la técnica higienista de las alineaciones y consecuentemente la sección de calle-acerado no ha estructurado la separación entre hombre y máquina.
Puesto de agua y Kiosco de la Alameda. Foto: Leopoldo Olarte Ferreira, 1892.
Postal editada entre 1901-1906.
Postal de 1901.
Postal editada entre 1901-1906.
Postal de 1901.
La Alameda entre 1901/1906.
En el entorno de la Alameda estuvo hasta 1810 el Tribunal de la Inquisición en el llamado Colegio de las Becas, allí también se hallaban en este mismo siglo, el Cuartel de Caballería conocido por San Francisco de Paula; el Colegio de señoritas, Santa Bárbara, bajo la dirección de doña Eloisa Menard y Sólves; el Almacen de Aceitunas, propiedad de D. José María Matienzo; el Gran Almacen de Maderas, con máquinas para aserrar de D. Antonio Gomez Ariza, y allí también, se instauró el primer Cuartel urbano de la Guardia Civil hacia finales del XIX. Lugar de paseo de los sevillanos, se tornó durante las primeras décadas del siglo XX en el sitio por excelencia de la vida nocturna y disipada, y el principal sitio de aglutinación de flamencos procedentes de dentro y de fuera de Sevilla, en la época dorada.
La Alameda con sus entrañables quioscos de cristales, rodeados de veladores, mudos testigos de alcahuetas actividades. Postal 1903.
La Alameda a principios de siglo XX.
Niños jugando en la Pila del Pato. Postal de 1907.
La Pila de Pato, en la Alameda.
Esta viajera Fuente estuvo en 1850 donde actualmente se encuentra la Fuente de Mercurio en la Plaza de San Francisco, y posteriormente en la misma Plaza, pero frente a la calle Chicarreros. Más tarde, en 1881, fue instalada en el centro de la Alameda. En 1953 se llevó a la Plaza de San Sebastián, como exorno de la Estación de Autobuses, y trece años después, en 1966, la Pila fue colocada en su emplazamiento actual: la plaza de San Leandro. (Foto Serrano).
Fuentes: Bibliografía y archivo particular.
La Alameda de Hércules, en la actualidad:
Si haces clic sobre las imágenes, las puede ver ampliadas.
Gracias por su visita.
Hola, Manuel. Por fin te localizo. Enhorabuena por tu blog. Es muy acogedor. Las fotografías son preciosas.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias Rafa.
EliminarHola, Manuel. Soy Rafael Medina, director de sevilladesaparecida.com. Sólo para felicitarle por su espléndido blog y trabajo al frente del mismo, indicándole mi predisposición para colocar la dirección de su portal entre las páginas favoritas que indico en mi espacio. Un saludo.
EliminarHola Rafael, acabo de visitar tu espacio y me ha gustado mucho. Te agradezco y acepto tu ofrecimiento de colocar un enlace mio en tu blog; y si me lo permites me gustaría corresponderte con mucho gusto.
EliminarGracias por todo y ya tienes puesto aquí el enlace.
Un abrazo.
Por el comentario que has hecho en mi blog he tenido conocimiento de éste. Es un blog de lujo, me ha encantado, tiene ese sabor antiguo que tanto me gusta.
ResponderEliminarDesde aquí te felicito y te animo a que lo continúes, es un regalo que nos haces a los que disfrutamos con todo lo "añejo".
Aprovecho para desearte Felices Fiestas.
Un cordial saludo.
pd: aunque me hago seguidora tuya directamente, te recomiendo que pongas el Gadget de "Seguidores", seguro que te salen muchos.
Gracias Sabor Añejo, no sé si te llegó un comentario que te he hecho
ResponderEliminarantes, aunque pienso que no, ya que soy un desastre con esto de Internet, en fin, tarde pero de corazón muchas gracias por tus palabras de ánimos me han servido de mucho. Un abrazo.
Preciosa esta entrada de la Alameda y muy interesante. Me ha traído recuerdos de infancia, correteando alrededor del estanque. Enhorabuena por el trabajo de su blog.
ResponderEliminarHola, Cristina. Me alegro mucho que te hayan traído estas fotos recuerdos de tu infancia, ya que son siempre bonitos de recordar.
EliminarMuchas gracias y bienvenida.
Gracias, muchisimas gracias, de un sevillano que se lo llevaron de niño para venezuela, y que nunco pudo volver a ver a Sevilla, hoy, ya viejo y en mal estado de salud, agradezco que paginas como estas, me rivivan los recuerdos de mi niñez, donde viajaba en tranvia, en la jardinera y que tanto me gustaba
ResponderEliminarEstimado señor, me alegro mucho que le haya traído, esos bonitos recuerdos de su infancia. Como me dice que le gustaba mucho viajar en tranvía, le comento, que estoy preparando un trabajo de tranvías en Sevilla, y aunque me quedan unos meses para terminarlo, me comprometo en avisarle tan pronto lo publique.
ResponderEliminarMuchas gracias por su visita y amable comentario.
Un fuerte abrazo.
Qué preciosidad!
ResponderEliminarDesde niña he escuchado, con curiosidad, las historias que me contabami abuela sobre la Alameda. Lo bien que se lo pasaba cuando acudía con sus padres a ver las murgas de"Regaera".
Contaba que todo era bullicio y diversión! Ella seguía viéndolo con sus ojos de niña, transmitiéndo a los míos esas bellas imágenes, como si yo misma, fuera espectadora en la lejanía del tiempo y el espacio, de esa Sevilla añorada y nunca disfrutada...fruto de la emigración, de tantos de los nuestros, en la década de los cincuenta a tierras catalanas.
Gracias, por haber puesto imagen al relato de mi abuela.
Estimada Carmen, me alegro muchísimo de que te haya traído bonitos recuerdos y le hayas puesto imagen a las historias que te contaba tu abuela.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu amable comentario y por tu visita.
Un fuerte abrazo, y disculpas por no haberte podido responder antes.