El "desolladero" de la Plaza de Toros, de la Maestranza.
(Advierto, de que el contenido y las imágenes de esta entrada, pueden herir su sensibilidad.)
En el desolladero de la plaza de toro de la Maestranza, tenía lugar un espectáculo curioso, donde "se acababa de acabar" con los toros que los toreros y el puntillero dejaban muertos en el ruedo.
El desolladero era un lugar limpio y repugnante, barrido, baldeado y donde la sangre corría en arroyitos por su sitio, y donde todo olía a haber desollado recientemente algo casi vivo...
La estocada.
La muerte del toro.
Las "mulillas" arrastran al toro, y de aquí en adelante tenía lugar otro espectáculo curioso, en el desolladero de la plaza...
Eran cinco hombres los que había en el desolladero, y entre los cinco se encargaban de dejar al toro en condiciones para la carnicería.
No eran cualquier cosa cualesquiera de estos empleos, que se obtenían por solicitud a las empresas taurinas. El más humilde de estos cargos (aunque allí todos eran iguales porque la afición les unía) era el de "despojero", habitualmente un chavalete que barría, baldeaba y recogía el "tripamen", etc.. Los demás del equipo desollador lo componían un "jefe", dos "pellejeros", un "cuartero" y un "romanero". Veamos para que servían cada uno y cual era su mérito:
Después de dejarse arrastrar, la primera obligación del toro muerto era dejarse pesar, en cuya faena intervenían los "romaneros".
A algunos de estos hombres, solo por como se denominan, les sacará el lector su especialidad; a otros, no, por ejemplo: eso de "cuartero"... Al mismo jefe de seguro que no le aciertan ustedes cual era la misión que principalmente le estaba encomendada: la de "descornar".
Respecto al "cuartero", era el que hacía al toro cuartos, el que lo dividía en cuatro partes, que luego los clientes del carnicero se encargaban de ir reduciendo a "bisteles".
La habilidad para descornar era una operación complicada, impensable para un profano, pero aún entre los más diestros matarifes, descornar a una res en el desolladero de la plaza, acusaba una maestría, una admirable especialidad y una práctica de difícil logro. ¡Por algo lo hacía el "jefe", el que mandaba, el que estaba por encima de los demás en experiencia y en gobierno!.
Hay que advertir una cosa: todo ese trabajo que se tomaba el "jefe", igual que los "subordinados", era tan solamente por presenciar de las corridas, el tercio de banderillas y la faena de las muletas, y no era porque lo demás de la fiesta no les gustase, es que les resultaba imposible verlo, porque se lo impedía la premura del tiempo, pues dejar al toro escrupulosa, acabadamente descornado, desollado, pesado, despedazado y colgado en los ganchos del desolladero, era tarea en la que solo se empleaban ¡de once a doce minutos!, único modo de cumplir con su misión y con su afición, satisfaciendo esta última incompletamente, pero no dándose nunca el caso de que se les atrase, de toro a toro, la faena lo más mínimo.
- El "jefe" del desolladero de la Maestranza, llevaba descornando, desde 1884, y aunque le habían ocurrido incidentes pintorescos y uno de ellos grave, seguía en los años treinta del siglo pasado, descornando magistralmente. Daba dos, cuatro, cinco golpes en cada "penca" de cuerno, y ni un amago inútil, ni un fallo, ni una distracción de décima de segundo. Con el primer golpe de hacha, daba comienzo a una serie veloz de sabios cálculos; el tercero iba sobre seguro; al cuarto...¡tras!, el cuerno abajo. ¡No había cuerno que se le resistiera!. Un minuto... minuto y cuarto; como los astrónomos, este hombre apreciaba el tiempo por sus porciones sutilísimas, como esa lluvia fina que parece que no moja, y cala.
Hay que advertir una cosa: todo ese trabajo que se tomaba el "jefe", igual que los "subordinados", era tan solamente por presenciar de las corridas, el tercio de banderillas y la faena de las muletas, y no era porque lo demás de la fiesta no les gustase, es que les resultaba imposible verlo, porque se lo impedía la premura del tiempo, pues dejar al toro escrupulosa, acabadamente descornado, desollado, pesado, despedazado y colgado en los ganchos del desolladero, era tarea en la que solo se empleaban ¡de once a doce minutos!, único modo de cumplir con su misión y con su afición, satisfaciendo esta última incompletamente, pero no dándose nunca el caso de que se les atrase, de toro a toro, la faena lo más mínimo.
- El "jefe" del desolladero de la Maestranza, llevaba descornando, desde 1884, y aunque le habían ocurrido incidentes pintorescos y uno de ellos grave, seguía en los años treinta del siglo pasado, descornando magistralmente. Daba dos, cuatro, cinco golpes en cada "penca" de cuerno, y ni un amago inútil, ni un fallo, ni una distracción de décima de segundo. Con el primer golpe de hacha, daba comienzo a una serie veloz de sabios cálculos; el tercero iba sobre seguro; al cuarto...¡tras!, el cuerno abajo. ¡No había cuerno que se le resistiera!. Un minuto... minuto y cuarto; como los astrónomos, este hombre apreciaba el tiempo por sus porciones sutilísimas, como esa lluvia fina que parece que no moja, y cala.
El descornado.
- El "Pellejero" había de desollar con tino inconcebible, llevando la diestra armada de cuchilla y la siniestra, ayudando, sin "picar" la piel, esto es, sin "quitarle demasiado", sin "des-sebarla" con exceso, porque implicaría desmejorarla para el mercado de pieles, debilitarla, hacerla más fina de lo conveniente; pero tampoco había de dormirse en el fácil despellejar, no sorteando los obstáculos (los naturales y los del toro defectuoso, bultos, hernias, etc.), ahondando el filo y embasteciendo la piel de exceso de sebo, difícil luego de separar convenientemente... Señores, ¡maravilloso!. Así daba gusto "dejarse quitar la piel". Claro que...
Contaba el Jefe del desolladero de la Maestranza, de Sevilla: que una vez se le levanto un toro "muerto", era de Otaolaurruchi y le infirió una grave cornada en el vientre, de la que tardó en ponerse bien del todo más de veinte años.
Decía también que algunas veces solía ocurrir esto de que los puntilleros manden al desolladero "muertos de mentirijillas"; pero casi nunca ocurría nada, porque la poquísima vida que se les olvidó a los toreros y a los puntilleros arrebatarle al bicho, no era difícil quitársela allí, sangriento, agujereado y agotado el pobre animal, donde los membrudos brazos, la pericia y las cuchillas de los matarifes mandaban.
Por cierto, que les interesará a ustedes saber en que consiste, esto de que un toro muerto resucite, porque "la resurrección de la carne", ya se la han explicado a ustedes, pero la resurrección de los toros, no.
A eso que arrastran las "mulillas" "totalmente" muerto, pero que aún tiene vida (si bien nadie sospecha) se les llamaba, en el argot de los desolladores,"un toro dormido", y no es que estuviera dormido el pobrecillo, ¡que más quisiera él!; lo que pasa es que el espada despachó con una estocada "tendida y pellejera", desangrando al pobre animal por dentro, sin hemorragia visible, en vista de lo cual, el noble cornudo decide darse por muerto para no exacerbar la saña del torero. Harto, vencido, agotado, desengañado de este pícaro mundo, donde tan mal se portan con la nobleza y la bravura, sintiéndose sordamente embotado todo él, se desploma el astado, volviendo los ojillos, atiesando las patas y haciendo en fin, cuanto de ritual hay que hacer para morirse. El puntillero ve el cielo abierto en esa "segura" muerte del toro y apuntilla de prisa, o con desacierto, o con ventaja, que cada uno busca los modos de ganar su jornal con la menor fatiga posible, y, en vez de apuntillar como Dios manda (valga el contraste con el quinto mandamiento, que es, no matar), "picó" solamente y no le atizó al toro por su sitio, que es, en fin de cuentas, lo mejor y más caritativo que se puede hacer con un moribundo... de esta clase, claro está. Y esto es "un toro dormido".
¿Aún no les entra sueño?. Pues sigan leyendo, que ya termino.
Y ello es todo cuanto se hacían pagar estos cinco admirables matarifes, punteros en su oficio, por el acuciante y fatigoso trabajo que más arriba ya hemos dejado indicado.
Decía también que algunas veces solía ocurrir esto de que los puntilleros manden al desolladero "muertos de mentirijillas"; pero casi nunca ocurría nada, porque la poquísima vida que se les olvidó a los toreros y a los puntilleros arrebatarle al bicho, no era difícil quitársela allí, sangriento, agujereado y agotado el pobre animal, donde los membrudos brazos, la pericia y las cuchillas de los matarifes mandaban.
Por cierto, que les interesará a ustedes saber en que consiste, esto de que un toro muerto resucite, porque "la resurrección de la carne", ya se la han explicado a ustedes, pero la resurrección de los toros, no.
A eso que arrastran las "mulillas" "totalmente" muerto, pero que aún tiene vida (si bien nadie sospecha) se les llamaba, en el argot de los desolladores,"un toro dormido", y no es que estuviera dormido el pobrecillo, ¡que más quisiera él!; lo que pasa es que el espada despachó con una estocada "tendida y pellejera", desangrando al pobre animal por dentro, sin hemorragia visible, en vista de lo cual, el noble cornudo decide darse por muerto para no exacerbar la saña del torero. Harto, vencido, agotado, desengañado de este pícaro mundo, donde tan mal se portan con la nobleza y la bravura, sintiéndose sordamente embotado todo él, se desploma el astado, volviendo los ojillos, atiesando las patas y haciendo en fin, cuanto de ritual hay que hacer para morirse. El puntillero ve el cielo abierto en esa "segura" muerte del toro y apuntilla de prisa, o con desacierto, o con ventaja, que cada uno busca los modos de ganar su jornal con la menor fatiga posible, y, en vez de apuntillar como Dios manda (valga el contraste con el quinto mandamiento, que es, no matar), "picó" solamente y no le atizó al toro por su sitio, que es, en fin de cuentas, lo mejor y más caritativo que se puede hacer con un moribundo... de esta clase, claro está. Y esto es "un toro dormido".
¿Aún no les entra sueño?. Pues sigan leyendo, que ya termino.
Once minutos de trabajo equivalente a muchas horas, por lo duro, peligroso. apremiante y difícil... Y a ver la corrida.
Con el comienzo de la segunda República, en 1931, los desolladores eran todos o socialistas, o sindicalistas, o comunistas, o anarco-sindicalistas, o rentistas, y, relegando un poco, un poquito nada más, la pura afición, se habían puesto tontos y pedían ¡nada menos! que la mollera del toro (unos sesos que creo que no sirven, fuera de la cabeza del toro, para nada) y siete duros para repartir entre los cinco... La mollera la complicaban con unos chatos en el bar de turno, donde, en alegre camaradería comentaban la corrida vista a medias.Y ello es todo cuanto se hacían pagar estos cinco admirables matarifes, punteros en su oficio, por el acuciante y fatigoso trabajo que más arriba ya hemos dejado indicado.
En la actualidad.
Estas tareas o ritos que les he contado, y que desde antaño se ha repetido siempre de forma invariable, tuvo su fin en el año 2001, a raíz de la pandemia global, conocida popularmente como el "mal de las vacas locas"; esto conllevó, a que las reses que se lidiaban en la Plaza de la Maestranza y todo el material que había tenido contacto con la sangre del animal, se transportara en camiones precintados hasta la población de Cártama (Málaga), donde era todo incinerado.
El 8 de Marzo del 2002, por Real Decreto, se fijan nuevas condiciones sanitarias aplicables a la producción y comercialización de carnes de reses de lidia, y que son las que se aplican en todas las plazas de toros de España, por lo que el personal de estas antiguas carnicerías o desolladeros se redujo considerablemente. En la actualidad, en la Plaza de la Maestranza se encarga de forma respetuosa y profesional, de la labor de sangrar el toro o novillo, que es la única tarea que por higiene se lleva a cabo en las Plazas, el matarife y gran aficionado a los toros, D. Miguel Ángel Puerta y su hijo Alejandro Puerta, quienes también se preocupan y se encargan, de que las reses salgan en el tiempo estipulado, y en camiones refrigerados, como obliga la Ley, hacia el matadero, y a quien le agradezco mucho las facilidades dadas para este reportaje, y parte de la información actual facilitada, que les acabo de contar.
Los "mulilleros" en el callejón, a la espera de la muerte del astado.
Las mulillas al galope, arrastran el toro por la Plaza, acompañadas de los mulilleros, y de un "arenero" detrás del animal, barriendo cualquier resto de sangre del albero.
Las mulillas entrando en el callejón de arrastre entre los tendidos 5 y 7, camino del desolladero.
Con la última gran reforma en 1880, obra del arquitecto Juan Talavera, y que sirvió para terminar de construir la Plaza, se llevaron también a cabo importantes mejoras en los bajos de los tendidos, y entre ellas, la mejora del desolladero y que es tal como ha llegado hasta hoy en día
FUENTES: Bibliografía y archivo particular.
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Che brutto spettacolo.Devono abolire le corride.
ResponderEliminarGracias, Olga.
EliminarSaludos.
Le foto e la tua descrizione sono sempre interessanti e complete . So che la corrida , da voi, è una tradizione antica. Io, personalmente , non amo questo genere di cose, non potrei mai assistere ad una corrida, farei il tifo per il toro!! Saluti cari.
ResponderEliminarGracias, Mirtillo.
EliminarUn saludo.
Hola Manuel! confieso que esta entrada la he pasado un poco rápida, sin fijarme demasiado en los detalles y leyendo frases y párrafos sueltos. Todo pertenece a la historia, es muy válido y bien documentado, tal y como nos tienes acostumbrados. Un gusto pasar por tu blog, digno de ser publicado en un libro. Has considerado esa opción? Amazón lo hace y gratis! ahí lo dejo.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo! y feliz finde :)
Gracias, Gumer, y si lo he considerado, ya que además tengo dos editoriales que también me lo ofrecen, pero no tengo tiempo ni para comeeeer.
EliminarUn fuerte abrazo.
No soy especialmente amante de las corridas de toros aunque les reconozco su valor antropológico y cultural.
ResponderEliminarEl post de hoy es duro pero realista y he podido conocer que ocurre con el toro tras la corrida.
Un saludo, Manuel
Gracias, Isabel.
EliminarSaludos.
La verdad que me ha resultado duro este reportje, nunca me gustaron los toros así que ignoraba todo lo que se hacía con ellos después de una corrida y me ha resultado muy fuerte, también es verdad que soy muy sensible al sufrimiento tanto de las personas ( para mi mucho más importante) cómo de los animales. Saludos
ResponderEliminarGracias, Charo.
EliminarUn saludo.
I mourn for the bull and for the necessity of these skilled workers.
ResponderEliminarGracias, amiga.
EliminarUn abrazo.
Otro interesante post de esos entre bastidores y que normalmente no es conocido por el público en general , todo un trabajo profesional que comienza cuando las mulillas arrastran el toro una vez muerto en el ruedo.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Muchas gracias.
EliminarUn abrazo, José Antonio.
Tu investigación e informe, como siempre impecables, amigo, pero todo lo concerniente a la tauromaquia, las corridas, el supuesto coraje del torero y demás nunca pude entenderlo ni jamás avalarlo ni disfrutarlo...
ResponderEliminarAbrazo igualmente sincero y admirado.
Gracias, amigo Carlos.
EliminarUn abrazo.
Já gostei muito de touradas. Atualmente nem tanto.
ResponderEliminar.
Feliz fim de semana … Cumprimentos poéticos
.
Pensamentos e Devaneios Poéticos
.
Gracias, Ricardo.
EliminarAbrazos.
Lo que escribes aquí, Manuel, no es un texto cualquiera, es un verdadero libro de historia.
ResponderEliminarMaravilloso, texto e imágenes.
Gracias.
Gracias.
EliminarUn abrazo, Enrique.
Hi Manuel! I know that bullfighting is a tradition in Spain, but I didn't exactly know the story. I thanks you for informations.
ResponderEliminarI wish you a good Sunday . And sunshine, outside my window it’s just snowing now (unfortunately!).
Muchas gracias.
EliminarUn abrazo, Anna.
Siempre interesante todo lo que nos cuentas. No sabía nada después de la muerte del toro en la plaza, lo he leído todo aunque con mucha pena, seguro que el toro sufriría mucho. Un abrazo Manuel.
ResponderEliminarGracias, Teresa.
EliminarUn abrazo.
🎅🎅🎅 Interesante e impresionante reportaje, amigo Manuel. Buenas reformas realizo don Juan Talavera.
ResponderEliminarSaludos!
Muchas gracias, Carolina.
EliminarUn saludo.
Impresiona las imágenes de tus fotos. Siempre con lo que te has quedado es con la vistosidad de la fiesta y no reparas en esas otras imágenes, que has mostrado con tanta crudeza.
ResponderEliminarFeliz domingo.
Gracias, Antonia.
EliminarAbrazos.
Ayyy amigo!
ResponderEliminarNo puedo entender tanta crueldad. Tanto regocijo ante el sufrimiento de un ser viviente.
Seguramente has hecho otro gran informe, con datos precisos, con fotos y más. Que yo no lo avale no quita que sea una realidad,
Pero...no he podido esta vez terminar de leerlo.
Abrazo va ¡feliz domingo!
Gracias, Lu.
EliminarUn abrazo.
I had a hard time looking at the photos but your information looks very good. Thanks for sharing..
ResponderEliminarMuchas gracias.
EliminarUn saludo.
Estimado Manuel, no he podido fijarme bien en las imágenes. Soy antitaurina, odio este no arte, porque no lo es. Son asesinatos. No lo puedo entender, me supera. Que pases una feliz semana estima amigo. Un abrazo
ResponderEliminarGracias, Carmen.
EliminarUn abrazo.
Excelente reportaje y crónica fotográfica. Recuerdo que en Las Ventas, allá por los años 90, parte de los trabajos del desolladero se permitían ver a los aficionados y desde luego en silencio y con máximo respeto hacia los astados. La carne de toro fue muy codiciada en los diferentes mercados de Madrid al igual que lo sería en Sevilla. De hecho, el rabo de toro sigue siendo uno de los platos estrella de nuestra gastronomía.
ResponderEliminarGracias por este trozo de historia traída al blog.
Un fuerte abrazo, Manuel.
Gracias, Miguel.
EliminarUn fuerte abrazo, amigo.
I don't see anything wrong with this post. I think it tells Spain's history and is very interesting. We have to remember the time they lived in and why they did what they did with the bulls. The same is here in Norway with whaling which they almost eradicated. they catch whales any day but with desires.I have been to bullfights in Bilbao a lot with my father Emanuel Arreal De La Pinta.Plaza de Toros de Vista Alegre We enjoyed it.But my mother hated this sport.She always threw the red pillows we sat on the track. Yes, those were the times! Thanks for a nice post Manuel!
ResponderEliminarGracias, Anita.
EliminarSaludos.
He hecho un salto rápido hasta los comentarios, solo para saludarte.
ResponderEliminarUn abrazo Manuel.
Gracias, Alfred.
EliminarUn abrazo.
Saludos, sin duda impacta este tipo de actividad en un lugar así donde se mata un animal ...
ResponderEliminarme crié en mi país viendo corridas de caballos y en rodeo donde se corría un novillo por dos jinetes, cosa que se sigue haciendo , pero es una corrida donde se atrinca el animal a una quincha dentro de una media luna, que se corre al animal y sobre ella se hace la atajada, pero nunca vi que se matara insitu a un animal,aunque algunos quedaban muy resentidos y los retiran de la cancha, después de esa corrida ...se sabe que son novillos de matadero que se supone se los llevan a esos lugares después de aquella actividad.
Tengas una buena semana.
Gracias, amiga Meulen.
EliminarAbrazos.
Um excelente artigo numa praça que já tive o prazer de visitar.
ResponderEliminarUm abraço e boa semana.
Andarilhar
Dedais de Francisco e Idalisa
Livros-Autografados
Gracias.
EliminarUn abrazo, Francisco.
Curiosos ritos que se mantinen casi inalterables con el paso del tiempo. Y qué curioso... ¿Para qué querrían la mollera del toro?
ResponderEliminarUn saludo
Gracias, Carmen.
EliminarUn saludo.
Interessante este post.
ResponderEliminarArthur Claro
http://www.arthur-claro.blogspot.com
Gracias, amigo Arthur.
EliminarSaludos.
Uy pobres toritos, te mando un beso.
ResponderEliminarJaja. Gracias, Judit.
EliminarBesos.
Bueno si te soy sincero Manuel, el reportaje me da bastante pena solo por la muerte del animal. Un abrazo
ResponderEliminarGracias, Juan.
EliminarUn abrazo.
!Ay, Manuel, amigo¡ Que impactante escena, me parece una crueldad, hay mucha gente que quiere que se termine el espectáculo del toreo, pero claro está, da de comer a mucha gente, pienso que deberían torearlos y déjalos vivir... es muy cruel el maltrato anterior a la llegada al desolladero. El oficio de ese lugar, !!!Uffff¡¡¡, Hay que tener sangre fría.
ResponderEliminarTe dejo mi abrazo fraterno colmado de gratitud y estima.
Felices Fiestas navideñas, fin de año y año nuevo, deseo lo mejor para ti y los tuyos queridos, que la vida os sonría.
Has febrero, si Dios quiere.
Muchas gracias.
EliminarUn abrazo.
Como reportaje histórico lo leí completo, pero me cuesta comprender que este tipo de prácticas sean concebidas todavía como deporte. Como aporta mi compatriota Meulen, en mi país de a poco va desapareciendo la práctica del rodeo en Fiestas Patrias, porque el respeto por los animales cada día se impone más.
ResponderEliminarUn abrazo Manuel
Muchas gracias, Tatiana.
EliminarUn abrazo.
Por cá creio haver algum paralelismo nestas tradições... apesar de não haver a prática de touros de morte!
ResponderEliminarGostei de ficar a conhecer um pouco melhor como tudo se passava antes... e mais recentemente, apesar de não assistir a corridas tauromáquicas... ainda que sempre tenha tido pessoas muito aficionadas na família... mas nem sequer pela televisão consigo acompanhar! O sofrimento dos animais afeta-me, achando que a luta na arena é sempre desleal, para o touro...
Mas são tradições que ainda vão perdurando... e como tal... será melhor conhecê-las, para se ter opiniões, com conhecimento de causa!
Excelente trabalho de pesquisa, Manuel! Um grande abraço! Continuação de uma boa semana! Por estes lados, a chuva em excesso tem causado muitos estragos, de Norte a Sul, do país!
Ana
Gracias, amiga Ana.
EliminarUn abrazo.
Vaya lección magistral, Manuel, pura Historia.
ResponderEliminarSólo en dos ocasiones he asistido a una corrida. Y lo que son las cosas, recuerdo que se me ocurrió que todas las manipulaciones que se sucedían, los actos, los manejos, las diferentes ropas, todas debían tener un nombre que yo no conocía.
Desde el "tripamen" al "baldeado", al "desuello", el "descornado" y el "cuartero", todo es un compendio cultural.
Todo me ha interesado, un trabajo excelente.
Recibe mis Felicitaciones de Navidad. Con mis mejores deseos.
Muchas gracias, Ana.
EliminarUn abrazo.
ResponderEliminarA mi me da mucha pena.
Me impacta el tema porque lo cierto es que no me gustan los toros.
Te mando un fuerte abrazo con mis mejores deseos.
Muchas gracias, Amalia.
EliminarUn fuerte abrazo.
Estupendo reportaje Manuel. Es un poco fuerte pero real como toda historia cualquiera que sea el tema.
ResponderEliminarSe supone donde van los toros después de la faena, pero lo que me ha parecido admirable es el tiempo tan reducido que tenían los matarifes para
para hacer una tarea tan dura.
Manuel, te deseo pases una hermosa Navidad con tu familia, que sea alegre y llena de salud.
Un cálido abrazo.
Muchas gracias.
EliminarUn abrazo, Elda.
¡Ay, Manuel, lo he leído a trompicones!
ResponderEliminarNo puedo con ello.
Pero no cabe duda de que has hecho un gran trabajo de documentación como siempre.
Te felicito.
Y te envío un abrazo y mis deseos de unas felices fiestas para ti y los tuyos.
Gracias, Maripaz.
EliminarUn fuerte abrazo.
Bueno, bueno, amigo mío, como hijo de gran aficionado a los toros, que fue mi padre a algunas corridas de toros, he asistido y algunos nombre de los que conlleva la fiesta, sé, pero hoy nos has dado todo un recital cultural de algunas que desconocía.
ResponderEliminarComo siempre un extraordinario reportaje y explicación del mismo y de todo cuanto conlleva esta fiesta nacional.
Siempre es un placer leerte estimado amigo Manuel.
Por si no tenemos la ocasión de volver a comentar, te deseo unas excelentes Navidades en compañía de tus seres más queridos.
Un gran abrazo amigo y ¡FELIZ NAVIDAD!!!
Gracias, Juan.
EliminarUn abrazo.
La maestranza, la catedral de la Tauramaquia.
ResponderEliminarDeseo a ti y a los tuyos una Feliz Navidad.
Abrazos!!! grandes , mi muy querido amigo Manuel
Gracias, Ricardo, e igualmente os deseo a ti y a los tuyos.
EliminarUn fuerte abrazo.
Cómo hubiera disfrutado mi madre, enfermera de vocación y amante de las corridas, con este reportaje, excelente por cierto, Manuel, y contado con mucha gracia y tronío, pero a mí que soy más "floja" me marea la sangre, me dan tembleque las heridas y todo el tema de las corridas desde el momento en que le clavan al pobre toro la primera banderilla... Sólo me gusta la parte teatral, la puesta en escena, y ese albero cuando está impoluto...
ResponderEliminarAsí que entre la curiosidad, el disfrute por el lenguaje y el mareo por la sangre y la penita por el toro he leído tu magnífico post y me he enterado de un montón de cosas interesantes que desconocía. Es cierto que algunas fotos las he mirado con los ojos achinados...
Manuel, aprovecho para desearte una Felices Fiestas junto a tu familia. Pasadlo de lujo. Abrazos,
Gracias, amiga Tesa.
EliminarUn abrazo.
Lo has descrito tan bien que me parecía estar viendo una película Manuel, gracias por la información tan esmerada.
ResponderEliminarUn gran abrazo.
Gracias, Conchi.
EliminarUn fuerte abrazo.
Horreur!!! Me da mucha pena esto Manuel :-((( ... Se que forma parte de la cultura española y respeto la valentía del torero y singularidad de la fiesta... Pero para que negarlo soy anti toros y todo lo que que conlleve al maltrato animal... Te deseo que pases una buena semana y una feliz Navidad...
ResponderEliminarGracias, amiga Ana.
EliminarUn abrazo.
Hola Manuel, creo que al fin, he conseguido despertar de su largo letargo a mis dos blog. He reído cuando me parecía que estaba en el buen camino y he llorado de rabia, cuando veía que no era así y no sabía que hacer, ni a quien recurrir, porque he ido dando pasitos cortos, pero seguros y al fin han vuelto a la vida, aunque ahora nada es como antes, porque el famoso lápiz de edición, no le he encontrado, pero sí la forma de publicar, sin necesitarle.
ResponderEliminarTu entrada la he visto así por encima, soy antitaurina y en contra de cualquier maltrato animal, pero he visto las fotos tan bien explicadas y te felicito por ellas. Un abrazo grandote.
Me alegro mucho, Ángeles.
EliminarUn fuerte abrazo.
Qué triste lo de los toros, lo siento, no lo disfruté.
ResponderEliminarSaludos
Muchas gracias, amiga Eugenia.
EliminarUn saludo.
Manuel, vas a perdonarme que pase de largo por esta entrada....me gusta el arte del capote pero no me gusta el sufrimiento del animal...
ResponderEliminarLlego para desearte con fuerza que tengas junto a los tuyos una FELIZ NAVIDAD, os deseo lo mejor y ojalá que este aire enrarecido que respiramos entre una cosa y otra se purifique y nos de paz
Un abrazo
Gracias, Carmen.
EliminarUn abrazo.
Unas imagenes increibles como siempre acompañadas de muchisima informacion que agradecemos de verdad, excelente entrada amigo, te deseo a ti y a los tuyos unas felices navidades y un proximo año cargado de salud.
ResponderEliminarMuchas gracias.
EliminarUn abrazo, amigo Jesús.
Feliz Navidad, estimado Manuel! Te mando muchos besos y
ResponderEliminarabrazos desde Buenos Aires hasta Sevilla ღღ
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Gracias, Carolina.
EliminarUn abrazo.
Feliz Año y que en este 2023 consigamos hacer realidad cada una de nuestras utopías.
ResponderEliminarBesines utópicos.-
Manuel, estupenda crónica que permite conocer el destino final de los toros de lidia, en una plaza de tan aprestigiada referencia. Todo lo ocurre en el tratamiento del toro en el desolladero que, como bien lo dices resulta demasiado sensible. A propósito, recuerdo en un pueblo llamado Aratoca, de mi departamento, me contrataron unos estudiantes de pregado para clasificar y catalogar materiales de archivo vertical y horizontal, para una biblioteca que entregarían como proyecto de grado al municipio. Tuve que levantarme, el día que me venía, temprano para "coger" el bus que me trasladaría a mi ciudad. Tuve que a travesar el pueblo. Cuando ya me acercaba a la carretera principal, escuché entre las nieblas de las cinco de la mañana, unos berridos horribles. NO lo niego, me espanté. Pero cogí fuerzas, y me asomé a una especie de foso corral. Era el matadero del lugar. Sufre el animal el degüello terriblemente. Menos mal que el desolladero de la Maestranza se acabó con el traslado hermético de los toros, a otro lugar para su incineración. UN abrazo, con gran aprecio. Carlos
ResponderEliminarMuchas gracias, amigo Carlos.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.