Las dos sepulturas de Cristobal Colón.

Las dos sepulturas de Cristóbal Colón. 

El pasado 12 de Octubre -Día de la Hispanidad- fue estrenado por TVE, el documental "Colón ADN. Su verdadero Origen", y que se puede ver a través de: rtveplay, o en youtube: AQUÍ. Documental de carácter científico, y liderado por la Universidad de Granada y el Catedrático de Medicina Legal y Forense José Antonio Lorente, y que ha despertado mucho interés y del que auguro que también levantará mucha polémica tanto a nivel nacional como internacional, ya que se descartan varios lugares  que se atribuían ser la cuna de tan famoso navegante.

Por esto mismo, creo que es el momento de publicar un artículo que lleva como borrador más de cinco años, en mi archivo, y que nos puede servir para contrastar algunos de los datos históricos que se dicen el mismo, además de aportar otros nuevos, y que espero, sean de su agrado.

Cristóbal Colón. 

El día 3 de Agosto de 1492, salió Colón del pequeño puerto de Palos de la Frontera (Huelva) al frente de una expedición de ciento veinte hombres distribuidos a bordo de las carabelas "Niña", "Pinta" y "Santa María". Con viento favorable, mar tranquila y buen ánimo, la primera parte del viaje se realizó felizmente; no así la segunda, que fue causa de muy amargos pasajes y de muy serios contratiempos. El 6 de Octubre quisieron amotinarse los tripulantes de la "Santa María", creyéndose irremediablemente perdidos. El Almirante, impresionado, creyó que debía consultar el caso con los tres capitanes. Los Pinzones contestaron con energía que debían seguir adelante. El día 11 por la noche, un marinero de la "Pinta", Juan Rodríguez Bermejo, "Rodrigo de Triana", dio el grito de ¡Tierra!, y llegado el nuevo día desembarcaron en la isla de Guanahaní, que Colón bautizo con el nombre de San Salvador.

Rodrigo de Triana, fue el primer marinero de Colón que vio América, en 1492.

(Postal de mi colección)

Según crónica de don José Rico de Estasen, a mediados de Abril de 1493, llegó el feliz descubridor a Barcelona, dando cuenta a los Reyes Católicos de su grandiosa empresa y celebrando con palabras entusiastas y poéticas el esplendor de los países tropicales, la espaciosidad de los puertos seguros, las selvas y maniguas cubanas, la variedad de formas de las plantas, los paisajes descubiertos, las especierías, las riquezas inmensas, los ríos arrastrando granos de oro, los bancos de perlas... Fue obsequiado sobre manera por los monarcas en audiencia pública, y se le otorgaron prebendas sobre las tierras recién descubiertas, dignidades, honores...

La Cruz, luminoso símbolo de la Fe, y la espada castellana, fijadora de rutas, son alma en el cuadro de José Moreno Carbonero, existente en el museo municipal de Buenos Aires.

Así como La Crónica de Barcelona no habla de Colón cuando éste la visitaba, de vuelta de su primer viaje, no habla de él ni menciona su muerte, acaecida el día de la Ascensión, 21 de Mayo de 1506; con El Cronicón de Valladolid acontece otro tanto. Tampoco menciona su estancia en Valladolid su admirador, el italiano Pedro Mártir, que se hallaba en la misma ciudad cuando el descubridor de América sentía ya la enfermedad que le llevó al sepulcro.

Corría el año de 1506, muerta su gran valedora, la Reina Isabel, la situación del Almirante, debido a las dilatorias y evasivas que Don Fernando sabía tener siempre para sus justas reclamaciones, debía ser muy triste. Tanto, que, jugó su última carta ofreciéndose a Don Felipe y a Doña Juana, reyes de España ya.
Le engañaba ya a este hombre el vigor de su espíritu. Los dolores físicos le acababan. El alma se mantenía firme, pero el cuerpo desfallecía y sus día, en fin, estaban contados.
Convencido de que se aproximaba su última hora, otorgó un codicilo en que confirmaba las disposiciones testamentarias hechas ya en 1502 instituyendo por heredero principal a su hijo Diego, sustituyéndole, en caso de morir sin sucesión, con su hijo natural Hernando, y en caso de que falleciesen ambos, disponiendo pasase dicha herencia a su hermano Bartolomé.

Muerte de Cristóbal Colón. Museo del Prado.

Retirado en su humilde morada de Valladolid, falleció el 21 de Mayo de 1506, tras una agonía lenta y sin congojas, dejó el mundo visible que tanto había ensanchado.

Con su muerte se evitó a sí mismo un golpe de destino que hubiera soportado más difícilmente quizás que los grillos de Bobadilla. Se llevó al sepulcro la ilusión gloriosa de que Cuba fuese una provincia del imperio Chino, y Santo Domingo, o La Española, la isla de Cipango.

Su fallecimiento llenó de luto a la ciudad de Valladolid. Se le hicieron solemnes exequias y sus mortales restos fueron depositados en el Convento de San Francisco, pero no estuvieron allí mucho tiempo, ya que seis años después fueron trasladados a la Cartuja de Sevilla, donde Fernando el Católico hizo levantar más adelante un monumento funerario. En 1536, a requerimiento de los habitantes de aquella isla, fueron trasladadas sus restos a La Española, teatro principal de los sucesos de aquel gran hombre, recibiendo sepultura en la cripta de la catedral dominicana.
En 1795, al abandonar España a la República francesa, por el tratado de Basilea, la parte española de dicha isla, creyó oportuno llevarse consigo el cadáver de Colón que, de la catedral de Santo Domingo pasó a la de la Habana.
En 1877, es decir, ochenta años después de hallarse en Cuba los restos del genial navegante, el obispo de Santo Domingo, Don Roque Cocchia, y el canónigo de aquel cabildo, Don Javier Bellini, descubrieron una cripta, junto a la que los españoles habían desocupado, y en ella un ataúd con restos humanos que los dominicanos tienen por los verdaderos restos de Cristóbal Colón, dando a entender que los comisionados españoles del siglo XVIII se habían equivocado al hacer el traslado de las cenizas y que, en vez de llevarse el cadáver del Almirante, habían cargado con el de su hijo o su nieto, puesto que los tres estaban enterrados en el mismo altar. Para que no se dudase de la autenticidad del hallazgo, el prelado hizo resaltar el hecho de que el féretro encontrado tenía en su interior una plaquita de acero, y en ella grabado, el título de "Descubridor de América"; pero ello, en lugar de dársela, quitó  la fuerza de autoridad al hallazgo, puesto que todo aquel que esté medianamente versado en cuestiones de Historia, sabe perfectamente que la palabra América solo llegó a generalizarse más de doscientos años después de la muerte del descubridor, denominándose a la América actual con el nombre de Indias Occidentales.

Sepulcro de los restos mortales de Colón, en Sevilla. Postal de mi colección.

Y he aquí, amigo lector, explicado porqué Cristóbal Colón tiene una tumba en Santo Domingo y otra en Sevilla.

Fuentes: Bibliografía y archivo particular.

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