Monumento a don Miguel de Mañara, en Sevilla

Estatua de D. Miguel de Mañara, en Sevilla.

Bien conocidas son la vida y leyendas de don Miguel de Mañara, el caballero sevillano que en la calle Gloria (antes del ataúd), vio pasar, según la leyenda, su propio entierro, y del espanto de verse en el ataúd se convirtió repentinamente y comenzó una vida de santidad en pago de sus muchos pecados.

El arrepentido caballero  hizo levantar a sus expensas el hermoso edificio de la Santa Caridad, legando una cuantiosa fortuna para la fundación instituida  y para manutención de los pobres que en ella se recogieran. Allí murió don Miguel de Mañara, que había buscado el descanso de su espíritu atormentado, entre humildes, a quienes protegía.

Desde entonces, existe una hermandad que se llama de la Santa Caridad, a la que pertenecen las personas más distinguidas de la buena sociedad sevillana, las que por imposición de sus Reglas, tenían el deber de asistir y dar sepultura a los condenados a muerte, a los que mueren siendo hermanos, a los sacerdotes privados de razón, a los ahogados, y a los pobres que fallecen dentro de esta Casa.
A la entrada del jardín de la misma, se colocó la hermosa estatua del fundador Miguel de Mañara, la cual representa al caballero en traje de su época, llevando en brazos a un pobre.

Estatua de Mañara.

La obra es del malogrado escultor sevillano Antonio Susillo, y en uno de los tableros del pedestal figura la siguiente inscripción: "Al venerable don Miguel de Mañara, fundador de la Santa Caridad. La Hermandad le dedicó este monumento en memoria de sus muchas virtudes".
La inauguración oficial de la estatua, erigida en 1902, al padre de los pobres de Sevilla, don Miguel de Mañara, fue un acto solemnísimo y de gran brillantez, al que asistieron las autoridades, comisiones y personalidades muy distinguidas.
El escultor sevillano Antonio Susillo, labró el monumento inspirándose en una escena de la vida de caridad del arrepentido Mañara. La escultura es sencilla, y el grupo con que el piadoso caballero forma el pobre enfermo, que lleva en brazos, contribuye a dar mayor impresión de simpatía a la figura del fundador.
Susillo personificaba en la escultura la gracia natural, el encanto de la vieja escuela sevillana, remozada por gallardías de inspiración juvenil y por procedimiento del arte nuevo. Una estatua de líneas severas, como corresponde al carácter del caballero arrepentido, en la segunda época de su vida.

Fuentes: Biliografía y archivo particular.

En la actualidad.

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