El Cristo de las Mieles, en el cementerio San Fernando, de Sevilla.
Si entras en el cementerio de San Fernando, de Sevilla, observarás que está dividido en dos mitades, pero no impone, ni entristece, cosa poco común en los cementerios. Por las especiales circunstancias que en él concurren, es más bien alegre. Lo cercan cuatro tapias y está dividido en cuatro cuarteles, y reina en todo él gran sencillez, escaseando los mausoleos de opulencia artística; no pudiendo, por lo tanto, la gente que por el transita recrearse contemplando la vanidad póstuma. La mayorías de las tumbas están edificadas en mampostería y adornadas con variedad de rústicos tiestos con diversidad de flores, por lo que pocas son las tumbas de mérito que en él figuran, salvo en la zona de los toreros fallecidos, y que pueden ver AQUÍ.
Cuando se contempla la expresión de aquella figura impone. Este hermoso Crucifijo, símbolo del Dolor y de la Muerte, aparece levantando un poco la pierna izquierda, adelantando el rostro y con la boca abierta, quizás escapándosele el postrer suspiro. Y es de tal perfección la obra, que constantemente desfilan ante la misma buen número de personas que con el exclusivo objeto de contemplarla vienen a Sevilla, atraídas por su justificada belleza.
A continuación les pongo la leyenda de este Santo Cristo, escrita por el ilustre poeta camero, D. José Muñoz San Roman, a principios del pasado siglo:
"Pero quiso el Señor aparecer también en tan señalado lugar como fuente de dulzura, e hizo el milagro de que rebozasen mieles de sus labios, añadiendo con el mágico suceso una nueva nota de vida, a las que la exuberante y lozana naturaleza, ha concertado en el sagrado recinto.
Por la santa boca del Señor, abierta al dejar escapar el postrer suspiro, entran y salen las abejas que liban la dulzura de las cercanas flores, depositando en el profundo pecho tantas mieles, que le fluyen de los labios en chorros de oro cristalinos.
Y allá van a caer sobre las duras rocas del calvario, y a regar con su jugo las raíces de los rosales y de los jazmineros.
Revolotean las abejas alrededor del divino rostro del Cristo, envolviéndolo como con una aureola refulgente, porque las luces del sol, quebrándose en las delicadas y sutiles alillas, las hacen rebrillar como diamantes. ¡Oh, gracia del Señor, que aún muerto es vida!.
-¡Oh, este milagro de las mieles en la amargura de los labios sedientos, untados de hiel!
-¡Oh, esta fuente de alegría que hizo el Señor manar de los senos de la muerte!.
El relato del suceso se convertirá en leyenda, y la leyenda en poesía...
Para cantar el milagro, ¿cual será el glorioso poeta escogido?."
Última restauración de 1984/85, llevada a cabo por el catedrático de restauraciones, D. Francisco Arquillo.
Desmontaje del Cristo de las Mieles.
Este Cristo del Cementerio, que Antonio Susillo realizara por el año 1895, se había resentido de su paso en el tiempo, y no habiendo sido suficiente aquella cura de emergencia que se realizó en 1964, por Ávila; en el año 1984 se le concede una subvención de cuatrocientas mil pesetas para su restauración por el cualificado catedrático de restauraciones, D. Francisco Arquillo, y que voy a documentar con imágenes tomadas por los señores Díaz Japón y Ángel Doblado, para el diario ABC, de Sevilla.
La imagen fue depositada para su restauración en la Facultad de Bellas Artes de Sevilla, donde mediante un adecuado tratamiento de saneamiento y protección, fue reparada manteniendo la pátina verdosa con que las décadas lo habían recubierto.
Los principales daños que este Cristo sufría fueron las perforaciones causadas por cloruros en todo su cuerpo, pero lo más sorprendente resultó el fenómeno sufrido por su cruz, cuyo armazón de hierro, apareció corroído hasta tal punto que un cincuenta por ciento de la misma se depositó en un saco como arena, desintegrado por la humedad y la polución, y que podía haber acarreado la caída de la escultura.
Especialistas durante el tratamiento del Cristo, en la Facultad de Bellas Artes.
Fuentes: Bibliografía y Archivo particular.
El Cristo de las Mieles, del Camposanto sevillano, en la actualidad.
(Si haces clic sobre las imágenes, las puedes ver ampliadas)
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Questo brano trasmette una visione intensa e suggestiva, in cui il dolore e la morte si intrecciano con la bellezza e il miracolo. L’opera di Susillo diventa così non solo oggetto di contemplazione artistica, ma anche simbolo di vita che emerge dal dolore, mentre il miele che sgorga e le api che lo raccolgono trasformano la sofferenza in dolcezza e grazia. La leggenda e la poesia che la accompagnano amplificano l’aura sacra e magica del Cristo, facendo percepire la spiritualità come un ponte tra l’umano e il divino.
ResponderEliminarMolto gradite le speciali foto.
Un saluto
Por fin entre tanto post de Halloween, leo algo propio de nuestro ser, querido Manuel.
ResponderEliminarEs una talla fabulosa que impresiona a todo el que la ve y que reconforta a todo el que se acerca a Él. Me ha encantado recordar la leyenda del panal en su interior que hacía brotar ríos de miel de su boca.
Te deseo un fantástico fin de semana....que no te den muchos sustos.🎃👻💀
Besitos
Una obra que trasciende el arte y se convierte en símbolo de espiritualidad y memoria. El Cristo de las Mieles no solo conmueve por su belleza escultórica, sino por la leyenda que lo envuelve, donde la dulzura brota en medio del dolor. Gracias, Manuel, por rescatar con tanta sensibilidad este rincón sagrado de Sevilla, donde la muerte se transforma en poesía y las abejas en mensajeras de esperanza.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo y aquí quedo admirando tu extraordinaria labor de divulgación de nuestra historia.
Nos dices que en este cementerio sevillano las tumbas tienen prácticamente lo mínimo necesario para albergarlos cuerpos de los difuntos, algo que no debería ser anecdótico.
ResponderEliminarLa escultura y su leyenda me parecen magnificas.
Saludos.
Manuel, I read your article with interest. The legend of Saint Christ by the poet from Camas, D. José Muñoz San Roman, is beautiful.
ResponderEliminarManuel, I greet you!
Hola Manuel. Qué maravilla de texto y qué homenaje tan bien hilado a una de las obras más singulares y conmovedoras de Sevilla. El Cristo de las Mieles no solo es una joya escultórica, sino también un símbolo que trasciende la muerte para recordarnos la dulzura que aún puede brotar del dolor. Hay algo profundamente humano en esa imagen de las abejas libando del rostro de Cristo: la naturaleza y la fe se encuentran en un mismo gesto, y la vida, obstinada, vence una vez más al silencio del mármol. Todo un lujo de detalles las fotografías que acompañan tu entrada. Te deseo un estupendo fin de semana
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