Los patios andaluces.

Los Patios andaluces.

Postal de mi colección, de un patio de una casa sevillana. 

Editada por Stenge&Co (Dresde). 1907/1914.

Una de las cosas más típicas, más características de Andalucía, son sus patios, rincón fresco y luminoso del hogar, en el cual la familia se reúne con predilecta afición para pasar los más agradables ratos de intimidad.

El patio andaluz, y singularmente el patio sevillano, tiene un noble ascendiente literario. Sugeridor y bello, ha inspirado a los escritores centenares de páginas. Los Quinteros han inmortalizado su hechizo en sus comedias. ¡Oh aquellos patios andaluces de El genio alegre, de Amores y Amorios, de las Flores!....

En su comedia El Patio poetizan un poco y satirizan otro tanto este encanto singular del hogar andaluz. Otros escritores, entre ellos Palacio Valdés en una de sus novelas; Carlos Reyles en su Embrujo de Sevilla, y Salaverría en su Sevilla y el andalucismo, han dedicado al patio andaluz páginas bellísimas. Pero hay una flagrante injusticia en este florilegio literario. Todo o casi todo él está dedicado a ensalzar el patio sevillano, con olvido absoluto del patio andaluz, que no lo es solo el sevillano. Precisamente donde, a nuestro gusto, reside el más bello encanto del patio, es en su variedad, en las formas diversas que adopta y que le permiten ser bello e interesante siempre, así en el interior de los palacios próceres, como en la Alhambra y en el Alcázar y las casucas humildes de Tarifa, de Andújar, de Ronda... Es en unos el poema de la cerámica, del azulejo policromo y brillante, de la fuente cantarina en el centro, de las graciosas arcadas árabes, lo que forman el patio. Es en los otros el encanto humilde y blanco de las paredes encaladas, las macetas rojas sobre el modesto poyo, las plantas trepadoras abrazadas a las rejas con el encanto gayo de sus campanillas para tamizar suavemente el rabioso sol andaluz. Y en todo el patio, un misterio adormecedor y sedante, una sombra grata y melancólica quebrada a trechos por dorados manchones de sol. Puestos a elegir, preferiríamos estos patios rurales en los que hasta las piedras desconchadas parecen sonreír con un encanto acogedor y una picardia ingenua, a los suntuosos patios de mármoles y azulejerías deslumbrantes. 

Patio de las Doncellas. Fachada del Trono del Tributo.
Foto J. Laurent 1872.

El famoso Patio de los Leones, en la Alhambra de Granada. 1916.

El patio andaluz es de un noble abolengo arquitectónico. Los árabes lo importaron a España y en las construcciones más bellas que nos dejaron de su dominación, es tal vez el patio la pieza más notable, como puede verse en el Alcázar y en la Alhambra.

Luego el arte de los mudéjares imprimió al patio un sello más característico y personal, y lo incorporó ya definitivamente al gusto de los naturales, surgiendo el maravilloso patio de la Casa de Pilato, en Sevilla, que es un arquetipo.

Patio de la Casa de Pilatos, de Sevilla, galería Norte. Foto: J. Laurent 1866.

La localización en Andalucía de los últimos reinos y emiratos árabes que hubo en España, había de imprimir a la vida de esta bella región un acento bien característico. Los árabes dejaron su gusto estético, buena parte de su costumbres y su estilo de construir, de edificar. En Saffi, en Casablanca, en Argel, en Xauen, pueden hallarse en abundancia patios como estos de Andalucía, en la que el genio de la raza árabe ha perpetuado su gracia espiritual, de hecho son de admirar los patios de Fez y de Rabat, tan iguales a los de Sevilla y Córdoba. Son el mismo poema de los azulejos, de las macetas floridas, de la fuente cantarina en el centro, de la enredaderas trepadoras, llevando su encanto brujo más allá del Estrecho.

Patio de una casa sevillana.

Patio en la calle Santiago, de Córdoba.

Viajeros como Pierre Lotti, han poetizado los patios de los palacios árabes de Bizancio, muy parecidos a los andaluces, pero sin la gracia sencilla y florida de los de la tierra de María Santísima.

Ved a continuación las fotografías de dos patios de Tarifa (Cádiz); ved que hechizo indefinible y vago se escapa de la visión fotográfica. Raramente podría componerse una estampa más bella con una simplicidad y escasez de elementos iguales. La paredes desnudas se prestigian solo por la luz, solo por el contraste de la luz y la sombra; el indumento pobre de los personajes cobra en ellos una animación de traje pintoresco; las flores deben oler mejor en este ambiente recogido y fresco.

Un patio de Tarifa.

Detalle de otro patio en Tarifa.

¡Oh los viejos e inmortales patios andaluces, raro y maravilloso hallazgo arquitectónico, poema de cal blanca o de azulejos rútilos, que proclama el genio de un pueblo!.

Fuentes: Archivo particular.

Fotografías actuales.

Y como muestra, que mejor que la de los bellos Patios de Córdoba, una tradición que se ha mantenido a lo largo de los siglos, y que es identidad de la citada capital, y declarados por la UNESCO, en el año 2012 como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, y que se pueden visitar durante todo el año, aunque su mayor esplendor se vive a partir del mes de Mayo, que también es cuando se celebra la Fiesta de los Patios cordobeses.

Las imágenes que van a ver a continuación, son un regalo de mi buena amiga Antonia, a la que muchos de ustedes conoceréis porque ya ha colaborado desinteresadamente en este blog en otra ocasión, y autora de los blog: "Ventana de foto" y "Miradas desde mi lente", que si aún no los habéis visitado, os recomiendo que lo hagáis.

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